“Nos vemos en el cielo, Rodrigo”: Familiar de joven estudiante que murió en desierto de Texas

El joven murió en el trayecto en su intento de llegar a Estados Unidos tras huir del país tras amenazas de pandillas. Sus restos fueron repatriados casi dos años después.

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Foto: EDH / Lissette Lemus

Por Lissette Lemus

2021-05-13 6:01:49

“Ahora ya tenemos a alguien que nos cuide desde el cielo”, fueron las palabras con las que el tío de Rodrigo rompió el silencio ante el ataúd en el que yacían los restos de su sobrino, rodeado de rosas blancas y dos retratos del joven en el que se ve sonriente y lleno de vida. Una vida que terminó en el solitario e inhóspito camino en su intento por llegar a Estados Unidos, tras huir de El Salvador por una amenaza de pandillas.

Rodrigo Ernesto Rivas Renderos era un joven brillante según expresan quienes lo conocieron, estudiante de cuarto año de Ingeniería de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, UCA, pero murió en su trayecto hacia Estados Unidos con el único propósito huir de una amenaza de las pandillas.

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El joven emprendió su viaje una madrugada de septiembre de 2019, en compañía de un grupo de salvadoreños y un “coyote” que había contratado la familia por 14,000 dólares, con el fin de salvaguardarle la vida a Rodrigo tras la amenaza realizada por pandilleros.

Tras varios días de camino en el desierto de Texas, en la ciudad de Falfurrias, en el condado de Brooks, Rodrigo empezó a perder fuerzas, lo venció el cansancio hasta que ya no pudo seguir más. Tenía sus pies heridos, estaba cansado y débil, según otro migrante le narró a la madre de Rodrigo.

Foto: EDH / Lissette Lemus

Tras cinco meses de incertidumbre y dolor para su madre y familiares, en febrero de 2020, un grupo de cazadores encontró unas osamentas entre varias sábanas en el desierto de Texas.

Al principio los hombres creyeron que se trataba de un animal, sin embargo, al verificar los harapos, encontraron la billetera del joven con su DUI, la identificación de la universidad donde estudiaba y documentos que habían sido firmados por la universidad donde hacía constar que Rodrigo viajó hacia Estados Unidos por haber sido amenazado por las pandillas.

Desde entonces comenzó el largo proceso, primero para verificar científicamente que las osamentas fueran del salvadoreño y luego los costosos trámites para su repatriación.

Es así, como 20 meses después, sus restos llegaron hasta San Salvador para ser velados y luego sepultados por sus familiares.

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Con nostalgia, el hermano de Rodrigo, lo recordó como un chico inteligente, callado, diferente a él pero que eso los hacía complementarse uno al otro.

“El me preguntaba cómo hacía yo para tener bastantes amigos. Ahora él llegó a ser más grande que yo, aunque no creí que fuera de esta manera”, expresó el joven antes de derrumbarse en llanto.

Foto: EDH / Lissette Lemus
Foto: EDH / Lissette Lemus

Entre cantos, decenas de rosas blancas y el llanto de sus amigos y familiares, sus restos fueron despedidos en un ataúd en el que habían colocado algunas de las cosas preferidas del joven, entre ellas un cubo de colores.

Su hermano recuerda cuando de pequeños Rodrigo siempre demostraba una gran curiosidad e inteligencia. “Le di un cubo de colores para que lo resolviera y lo hizo y me sorprendió, era increíble su capacidad para armar cubos”, narra el joven quien aconseja a todos a cuidar a sus hermanos porque cuando ya no están, la soledad pesa.

“Si a él le gustaba algo, se enfocaba hasta lograrlo” agregó el tío de Rodrigo.

Familiares agradecieron la lucha de Indira Renderos, la madre de Rodrigo, por su búsqueda incansable hasta encontrar los restos de su hijo. Indira en un primer momento se acercó a consulados e instituciones en busca de ayuda, sin tener respuesta.

En enero de 2020, la apesadumbrada madre viajó desde California hasta Texas para buscar a su hijo junto al grupo “Ángeles del desierto” formado por voluntarios que ayudan a personas que pierden a sus seres queridos en esas circunstancias.

En las tareas de búsqueda participaron policías del condado de Texas y estudiantes de la Universidad de Indianápolis. Pero en esa ocasión no encontraron nada.

Indira no pudo estar presente físicamente en el funeral de su Rodrigo en El Salvador, sin embargo, una llamada le permitió acompañar a su hijo hasta el último momento, en el que un montón de globos blancos ascendieron en medio del calor y la luz intensa del mediodía, acto simbólico con el que familiares y amigos daban por terminada la despedida de los restos de Rodrigo Eduardo Rivas Renderos, una víctima más de la violencia y la injusticia social que se vive en el país.