El hondureño Gerson Nahúm Reyes Cárcamo, de 28 años, buscaba vender a 3 dólares cada iguana que transportaba cuando fue sorprendido en por soldados y policías en el cantón Santa Clarita, Pasaquina La Unión.
En total eran 30 los reptiles que Reyes Cárcamo transportaba en un saco; es acusado del delito de depredación de la fauna protegida.
De acuerdo con las autoridades, el extranjero ingresó a El Salvador cruzando el río Goascorán, los animales eran cargados en un saco.
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El subcomisionado Max Martínez, subjefe de la delegación de La Unión dijo que el hombre cruzó el río de manera ilegal cargando un saco con iguanas, “estos reptiles incautados tienen un valor en el mercado de 525 dólares, todos fueron entregados al centro de resguardo del Ministerio del Medio Ambiente ubicado en cantón La Cañada en Conchagua”.
Martínez recomendó a las personas que se abstengan de comercializar esos tipos de animales que son considerados como parte de la fauna protegida.
Reyes Cárcamo dijo que era primera vez que cruzaba por un punto no autorizado al país con la idea de vender las iguanas en el mercado de Santa Rosa de Lima, “de 3 a 4 dólares los vendería; los compré en Honduras para luego revenderlos en El Salvador”, agregó.
Protección de especies
La Ley de Conservación de Vida Silvestre de El Salvador prohíbe matar, destruir, comercializar, importar, exportar y poseer especies de la vida silvestre en peligro o amenazadas de extinción, extraídas de su hábitat original, sin el permiso correspondiente”.
De acuerdo con dicha ley, la única entidad facultada para extender los permisos de tenencia de vida silvestre es el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN).
El MARN ha señalado en distintas ocasiones que las iguanas y los garrobos “son sometidos a amarres que terminan mutilando sus extremidades” y que “en algunos casos son atados con sus mismos tendones y la mayoría de sus captores cosen sus hocicos para que no se puedan defender”.
Por otra parte, advierte que estas y otras especies “han sido separadas violentamente de su hogar” y que “nueve de cada diez animales que son alejados de su hábitat natural mueren en el camino” antes de ser comercializados.
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), el tráfico de especies de la vida silvestre es el tercer negocio ilegal más grande del mundo, después del tráfico de drogas y armas.