Cuando Nayib Bukele era alcalde de San Salvador por el FMLN (2015-2018), colaboró con la entonces ministra de Salud, Violeta Menjívar, para identificar algún predio o terreno en la ciudad capital, donde se pudiera construir un nuevo Hospital Rosales, en busca de mejorar la atención para la ciudadanía.
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Pero hubo una serie de inconvenientes y, finalmente, la administración gubernamental del FMLN decidió edificarlo donde ya está funcionando, con base ha que habría tres torres médicas a construir: una donde está ahora Especialidades del Rosales; otra, donde estaba el Hospital de Maternidad (ya demolido); y una tercera donde todavía está el Laboratorio Max Bloch.
Así lo detalla Eduardo Espinoza, exviceministro de Salud en el Gobierno anterior, quien además de la anécdota del Bukele alcalde explica que no sería buena idea dejar de lado el proyecto original, pues el mismo contó con apoyo de consultores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ente que financia todo el proyecto con un préstamo de $170 millones (son unos $80 millones solo para el Hospital Rosales).
“Fue una consultoría de muy alto nivel, pedimos apoyo al BID para que nos consiguiera los especialistas, porque no se encuentra ingenieros sanitarios especializados en construcción de hospitales, aquí en el país no hay. El BID nos proporcionó los constructores de alto nivel, y con ellos hicimos el análisis de suelo, de espacio, los flujos de pacientes, la cantidad de personal; todo eso formaba parte del proyecto”, explicó Espinoza, quien está actualmente en la Coordinación General de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES) a nivel latinoamericano y es coordinador del Colectivo ALAMES-Margarita Posada (capítulo El Salvador).
Por tanto, plantear un nuevo proyecto que deje de lado la planificación anterior encarecería todo el proyecto.
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El doctor Espinoza remarcó que el nuevo Hospital Rosales es necesario, pero el mismo forma parte de un proyecto más amplio, más integral, que incluye la construcción del Hospital de Nejapa y, sobre todo, “el fortalecimiento de la infraestructura y mejorías en el resto de la red hospitalaria, en un diseño global”, ya que “las unidades de salud son lo que más necesita y demanda la población, incluso más que los hospitales, porque es el personal que está en contacto directo e íntima relación con la comunidad. El 95% de todos los problemas de salud de las personas se resuelven en el primer nivel de atención”.
Espinoza aseguró que el actual Gobierno tiene un enfoque distinto: “Han cambiado el abordaje que tenía el sistema que presentó la reforma de salud, que era con énfasis en la atención primaria, en las comunidades; hacia el abordaje hospitalario, que es eminentemente curativo y no preventivo”.