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Laura María continúa el legado de sus papás, que han sido maestros por décadas

Corina y Luis tienen más de 30 años de experiencia, cada uno, de enseñanza en escuelas y colegios. Han formado a cientos de profesionales y su labor inspira a su única hija a seguir sus pasos.

Por Lissette Monterrosa | Jun 21, 2022- 22:51

Luis Cornejo y Corina de Cornejo posan junto a su hija Laura María en el colegio Manos de Jesús que ellos dirigen. Entre todas las personas que han formado en su vida, su propia hija es el mejor ejemplo de su éxito como maestros. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

El refrán que reza “el fruto no cae muy lejos del árbol” aplica perfectamente para los maestros Corina de Cornejo y Luis Cornejo, quienes se han entregado por décadas a la docencia y ahora ven, como cosecha, que su hija Laura María sigue ya sus pasos académicos.

Corina, 60 años, es maestra de parvularia desde hace 35 años. Da clases en la escuela pública C. E. Colonia Llano Verde, Ilopango, desde hace 25 años. Tiene a cargo a 42 alumnos. También da clases en el colegio Manos de Jesús, donde su esposo Luis es el subdirector.

Luis es maestro de matemáticas con 30 años de experiencia. Él, como Corina, también da clases en el sector público y en el privado.

Corina de Cornejo da clases de lectura a niños de Parvularia 6 en el colegio Manos de Jesús, en Ilopango. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Ambos tienen una sola hija, Laura María, de 25 años, docente de inglés, quien en ocasiones da clases en el colegio Manos de Jesús, el cual dirigen sus padres.

La joven también es una experimentada bailarina de ballet. Empezó cuando tenía cuatro años y da clases de a niñas de 7 a 8 años en la Escuela Nacional de Danza.

La historia de pareja de Corina y Luis está ligada a la educación. Se conocieron cuando ambos trabajaban de maestros en un colegio que se llamaba Las Palmas de Ilopango, en 1991. Corina era maestra de parvularia y Luis, de quinto grado. “Cuando llegué al colegio ella ya trabajaba ahí, la conocí y entonces fue el flechazo”, comenta Luis.

Por su parte, para Corina tener a un maestro como novio y luego como esposo solo tenía ventajas. “Sinceramente pensé que mejor tener a un maestro, porque así nos complementamos y ayudamos de una mejor manera a nuestra niñez”, expresa Corina.

Los maestros Luis Cornejo y Corina de Cornejo posan junto a su hija Laura María. Foto/ Cortesía

Desde entonces sus vidas están unidas con fuerza, especialmente cuando ambos se involucran en 1992 en el proyecto de tomar las riendas del Colegio Manos de Jesús, el cual dirigen hasta hoy en día, superando obstáculos y crisis.

En los 30 años de dirigir el colegio, el reto más difícil ha sido la pandemia con sus cambios en la manera de impartir conocimiento. Las clases virtuales se convirtieron en un desafío para estos maestros veteranos, que tuvieron que aprender a utilizar nueva tecnología.

Así como superaron cada obstáculo para mantener con bases sólidas al colegi,o los esposos están aún más comprometidos con los alumnos tanto a nivel educativo nacional como privado, ya que Corina y Luis están de acuerdo en que no hay diferencia alguna en enseñar en ambos sectores, pues la misma entrega es para ambos.

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Y lo demuestran en cada uno de las clases con amor y disciplina. “Me gustan mucho los niños pequeños, me gusta cantar, bailar, ver cómo ellos inician ese proceso de enseñanza, de preparación para su básica”, dice Corina, con satisfacción y una sonrisa en su rostro.

Esa alegría se refleja aún más en Corina cuando los niños expresan sus sentimientos hacia ella con un “te amo señorita” o “la quiero”, palabras que la llenan de satisfacción. “Me siento feliz y me hace falta ir a la escuela, a pesar de mi edad no me siento cansada, me siento alegre, dinámica y con ganas de continuar”.

Corina de Cornejo da clases a niños de Parvularia 6 en el colegio Manos de Jesús, en Ilopango. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Laura María y el legado

A pesar de la edad, ellos prefieren continuar en lo que les apasiona y si por motivos de la vida ya no pudieran ejercer, saben que su legado sigue con Laura María, su hija que es docente de inglés y danza, quien desde pequeña ha estado rodeada de niños al ver a sus padres desempeñándose como maestros. Eso fomentó su inspiración hacia la misma profesión.

Pero no solos sus padres sembraron la vocación de Laura María, también sus maestros de inglés tienen crédito en su motivación, a pesar que a Laura no le gustaba mucho el inglés, insistían en que ella podía aprender el idioma, la alentaban y eso la impulsó estudiar la carrera de licenciatura en idioma para la enseñanza en inglés, de la que se graduó en 2019.

Corina toma una foto a Laura María y a Luis, el día que ambos obtuvieron sus títulos de maestría. Foto/ Cortesía

“Por eso yo también quiero ser esa persona que motiva a otros estudiantes a aprender idiomas”, comparte.

En 2022, Laura y su padre cursaron juntos la maestría en Gestión del Currículum, Didáctica y Evaluación por Competencias en la Universidad Don Bosco.

Ella aprecia la experiencia de ser compañera de estudios de su progenitor, una oportunidad especial

“Es una relación muy diferente la de padre e hija, compañeros de trabajo y compañeros de estudio”, comenta la joven y agrega que su admiración hacia su padre, como persona y profesional, solo ha crecido al conocerlo como estudiante, con sus valiosos aportes a los temas que desarrollan en la maestría.

Por su parte, Luis se cohibía teniendo a su hija de compañera de clases. Se sentía algo incómodo cuando ella le preguntaba su opinión sobre las materias y comentarios de los profesores.

Luis sabía que necesitaba urgentemente actualizar sus estudios, ya tenía 28 años de haberse graduado y no se había renovado académicamente. “Me siento satisfecho en la maestría porque todo lo entiendo” comenta el docente, que sentía algo de inseguridad por su edad.

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“Verdaderamente fue un estudio comparado entre estudiantes de 1994 versus estudiantes del 2020. Vi las competencias de mi hija al responder con sus conocimientos de tecnología”, dice el maestro. Ambos se graduaron de la maestría el pasado 30 de mayo.

Para Laura lo más reconfortante es ver que sus padres han formado muchas generaciones. En ocasiones llegan padres de familia que estudiaron en el colegio para que sus hijos también estudien en la misma institución.

“Eso confirma que ellos, como docentes, han hecho un gran papel y han formado grandes profesionales. Vienen exestudiantes diciendo ‘ya soy doctor, ya soy arquitecta, yo tengo mi propia empresa’… demuestra la huella que ellos han dejado en la vida de otros y ha sido positiva en el país. En el futuro me veo formando generaciones de hombres y mujeres entregados”, concluye Laura.

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