Pintar retratos salvó a Manuel durante el confinamiento

Los elaboró a partir de fotografías que enviaron sus clientes. Esa dinámica le ha dado mucho trabajo y la inspiración para salir adelante.

Manuel es un pintor autodidacta que, durante la cuarentena, sobrevivió de la venta de retratos y pinturas que elaboró a partir de fotografías que enviaron sus clientes. Esa dinámica le ha dado mucho trabajo y la inspiración para salir adelante.

Por Jonathan Tobías

2020-08-01 10:04:50

Lápices, acuarelas y papel son las herramientas con las que Manuel Martínez, a sus 52 años, se gana la vida. Pinta retratos, paisajes e ilustraciones. Es el artista del cantón Agua Escondida, en el municipio de San Juan Opico, La Libertad. Así es como ha conseguido hacerle frente a los meses de la pandemia y el confinamiento. Sale de su hogar con los primeros rayos del sol, coloca una mesa en el patio de su humilde vivienda y deja que su mente se desborde sobre el lienzo.

Amigos y vecinos se han convertido en sus clientes habituales, admiran la paciencia y dedicación que tiene al dibujar. Meses atrás, previo al cierre de comercios y el libre tránsito por las calles, Manuel pintaba murales, paisajes y retratos en el casco urbano de San Juan Opico, al lado de otros artistas del municipio.

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Luego debió quedarse en casa y sin empleo ni ingresos, por lo que tuvo que ingeniárselas para generar alguna entrada de dinero durante la emergencia. “Como no podíamos salir, vecinos y amigos me mandaban sus fotos para hacerles retratos y ahora tengo varios encargos para pasar entretenido”, dice Martínez.

A eso se ha dedicado durante todos los meses que el confinamiento no permitió que llegara a donde sus clientes para pintar sus retratos. El arte de Manuel se volvió una especie de servicio por entrega a domicilio. Desde su teléfono celular veía la imagen que le encargaban pintar y procedía a darle forma con sus lápices y colores.

Aunque no tuvo ninguna formación académica que le permitiera reforzar lo que sabía, el pintor buscaba tutoriales en internet para no dejar de aprender. Foto EDH

Previo a la emergencia

Antes de la pandemia, como parte de su rutina diaria, Manuel transitaba de un lugar a otro con sus materiales de pintura para lograr ganar el sustento, pero desde que fue diagnosticado con problemas respiratorios pensó en tomar en consideración más su salud, sobre todo porque se convirtió en parte de la población vulnerable frente al COVID-19.

Pero tener que quedarse en casa no detuvo la inquietud de sus manos por crear arte con su pincel y aunque ha conseguido trabajos eventuales, no logra suplir los ingresos que antes tenía y menos completar lo suficiente para solventar sus necesidades y las de su familia.

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Cuando sus vecinos se percataron de la situación del pintor, algunos llegaron hasta la puerta de su casa y le han llevado víveres y alimento.

Aunque Manuel agradece todo lo que su familia y amigos hacían por él, siempre le ha gustado trabajar arduo para ganarse el dinero con que lleva bienestar a su hogar. Así lo ha hecho durante toda su vida y quería seguir haciéndolo.

Muchos saben que la pasión por la pintura de Manuel es su mejor fuente de energías y optan por enviarle fotografías de los paisajes o retratos que quieren que Manuel les pinte.

“El precio es lo que ellos me quieran dar”, dice Manuel. Lo único que le interesa es recaudar ingresos y así comprar al menos lo esencial para subsistir.

Amigos y vecinos se han convertido en sus clientes habituales, admiran la paciencia y dedicación que tiene al dibujar. Foto EDH

¿Cómo surgió la idea de dibujar?

“Yo descubrí mis habilidades de dibujo en mi casa, en medio del silencio y la soledad”, recuerda Manuel, mientras que con cierta emoción sostiene su libreta y comienza a observar cada uno de sus retratos.

Para Manuel, pasar horas frente a una página de papel lo llena de satisfacción. “El dibujo se ha convertido en una terapia para mí”, declara y afirma que ese oficio le ha ayudado a sobrellevar la separación de su familia e hijos.

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Martínez vivió por muchos años en San Salvador, en donde se dedicó a los trabajos relacionados a la construcción y a la contaduría. Sin embargo, recuerda que desde niño sus manos se inquietaban por dibujar. “La pasión del dibujo uno lo trae desde pequeño pero muchas veces nos cuesta encontrarlo”, dice el pintor, mientras relata que en bachillerato los dibujos que hacía en clases eran muy elogiados por sus compañeros y maestros.

A pesar de los varios años que Manuel pasó sin saber nada sobre el arte, el deseo permaneció intacto y aunque no tuvo ninguna formación académica que le permitiera reforzar lo que sabía, el pintor buscaba tutoriales en internet para no dejar de aprender.

“No me alcanza para estudiar, pero mi sueño es algún día tener una beca y llegar a ser un profesor para enseñar lo que sé a niños y jóvenes”, expresa con ilusión.