“Mientras el cadáver de mi padre no aparezca, está desaparecido”, dice hijo de Roque Dalton

Juan José Dalton, el segundo de tres hijos de Roque Dalton García, conversó con El Diario de Hoy sobre su padre, sobre la vida en familia y sobre por qué cree que el poeta más homenajeado de El Salvador fue víctima de un crimen de lesa humanidad.

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Por Lilian Martínez

2020-10-17 10:30:43

Juan José Dalton es el segundo de los tres hijos de Roque Dalton y Aída Cañas, la pareja salvadoreña cuyos herederos vivieron junto a su abuela en una casa sobre la calle 5 de Noviembre y, luego, junto a ellos en Praga y en La Habana. En la casa del barrio San Miguelito de San Salvador, se hincaron a rezar gracias a la insistencia de la abuela; en Praga aprendieron a gustar de los museos y las bellas artes gracias a los paseos organizados por su padre y en la La Habana bailaron al ritmo de los Beatles, gracias a los discos que su padre les llevó desde París.

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En La Habana, también, fue donde “por accidente” supieron que su padre había sido capturado y presuntamente asesinado a manos de “compañeros”.

Juan José habló con El Diario de Hoy semanas atrás, luego de que la Universidad de El Salvador (UES) inaugurara la cátedra libre Roque Dalton y que El Diario de Hoy lanzara el memorial digital Rostros y voces del conflicto.

Quien escribe conversó con él en un intento por mostrar al Roque Dalton que solo un hijo que considera desaparecido a su padre puede describir:

EDH: Juan José, le hemos pedido una entrevista porque se está a la espera de que la Sala reconozca  que su padre fue víctima de un crimen de lesa humanidad. Pero, antes de hablar sobre eso, queremos hablar de Roque Dalton como persona y como  padre. ¿Cómo era un día en familia junto a él?

Juan José Dalton:  Yo quisiera aclarar que (…) estando aquí en El Salvador, fuimos una familia un poco compleja. No tengo recuerdos exactos así lúcidos, de que estuviéramos juntos, mi papá, mi mamá y mis hermanos y yo. Eso no lo recuerdo, estando aquí en El Salvador.

Pero sí tengo recuerdos de que tuvimos momentos un poco difíciles, que yo los veía pero no alcanzaba a dimensionar de qué se trataba. Pero, cuando estábamos en la casa de mi abuela paterna  hubo varios momentos… Mi abuela era muy católica, y nos ponía a rezar hincados frente a su San Antonio. Nos ponía a rezar y nos decía que eso lo hacía por mi papá.

Después, con el tiempo me fui dando cuenta que esas oraciones que hacíamos con mi abuela era porque mi papá había caído preso o se había ido para el exilio. Entonces, no recuerdo a mi papá presente con nosotros, aquí en El Salvador.

Sí, una vez, yo recuerdo que una vez mi abuela me dio una gran regañada, porque después del rezo ese, yo le pregunté a la señora que trabajaba en la casa que por qué mi abuela lloraba, y ella me dijo que era porque a mi papá lo habían agarrado preso.

Juan José Dalton, hijo del desaparecido Roque Dalton

Entonces, me acuerdo que estando en la esquina, nosotros vivíamos ahí en la 5 de Noviembre y en la 2° avenida Norte, en la tienda Royal, ahí vivíamos con mi abuela y mi mamá. Pero, en eso pasó un camión lleno de policías o de militares, ¡y yo le tiré una pedrada! Ahí fue que se bajaron algo enojados y le fueron a dar la queja a mi abuela. Esa fue mi primera acción de rebeldía contra los militares en este país. Mi abuela por supuesto me dio una gran regañada pues.

 

¿Cuántos años tenía usted?

Tenía unos 6 o 7 años quizá.

Después, con la pregunta en concreto, de cómo era mi papá en el seno de la familia (…) eso lo comenzamos a vivir cuando llegamos a Checoslovaquia. Bueno, a la antigua Checoslovaquia. Nosotros vivimos en Praga (…) Ya mi papá tenía como un año de vivir ahí porque fue después de su última cárcel, dentro de la dictadura. Él se había escapado de la cárcel, se había fugado de la cárcel después de un temblor. Entonces, como él pertenecía al Partido Comunista, el partido lo sacó del país y lo mandó a Praga. Entonces, hay evidencias de esa fuga. Mi papá la narra, precisamente, en una carta a El Diario de Hoy, a la dirección del diario, y la publican. Y el titular era “Dalton García confirma su fuga”.

(…) Cuando llegamos a Praga, sí, nos encontramos. (…) Ahí hicimos vida de familia, fuimos muy unidos. Casi siempre llamaban a mi papá por culpa mía a la escuela a darle quejas de mi comportamiento, porque yo era bien rebelde, verdad, quizás por ser el de en medio. Entonces a mi papá a cada rato lo llamaban para decirle que yo no estaba quieto. (…) Entonces, mi papá se ponía enojado conmigo y me señalaba con el dedo. Decía que me esperara, que al llegar a la casa me iba a dar un gran castigo. Y llegaba a la casa y nada, pues. Después en la noche que comía con los amigos, les contaba las quejas que le habían dado de mí. ¡Eran las grandes risas!

Entonces, era otro niño más entre nosotros. La que ponía la disciplina era mi mamá. Mi papá era una persona con un gran sentido del humor. Le sacaba jugo a todos los cuentos y sus historias. Los amigos lo recuerdan siempre bromeando y haciendo cuentos, exagerando un poco las realidades.

(…) Mi papá también contribuyó a la educación que tuvimos… casi todos los fines de semana íbamos a visitar museos. Praga, en sí mismo, sobre todo la Praga vieja, es prácticamente un museo. Es como vivir en los siglos pasados. íbamos a los museos, el museo de historia, el de la tecnología, el museo de las ciencias, además íbamos al Castillo de Praga, la iglesia, que es un monumento, impresionante, de la humanidad. Siempre nos iba enseñando qué era cada cosa y nos obligaba a leer. 

¿Los obligaba?

Sí.

¿Cómo los obligaba?

Nos compraba libros, este, y nos decía: esto lo tenés que leer. Es muy importante, y así. 

***

La familia Dalton vivió tres años en Praga. Un día de fecha indeterminada, partieron de ahí hacia Cuba. Juan José ya era un adolescente. Fue en la isla, donde Roque Dalton le dio una gran reprimenda, la única que recuerda.

***

No recuerdo que mi papá nos haya dado un gran regaño (…) porque él le daba la queja a mi mamá sobre cómo nos habíamos portado y mi mamá era la que nos castigaba. 

Mi papá era muy cariñoso con nosotros, conmigo también era muy especial, en todo momento, estando sobrio o estando con tragos, como se llama, se ponía más romántico. Era chistoso. A veces estábamos comiendo y él no dejaba de leer. Estábamos comiendo, él leyendo, agarraba el poco de arroz o la cuchara con comida y entonces se llenaba de salsa, porque no dejaba de leer. Ya medio se ponía serio, verdad, porque nos estábamos burlando de él. Pero, una vez, sí recuerdo que se puso muy enojado conmigo, porque le falté al respeto.

Él mismo nos había llevado los discos de los Beatles y de los Rolling Stones. Él y mi mamá habían ido a Francia. Mi mamá me cuenta que en Francia, en esa ocasión, fue cuando mi papá conoció personalmente a Gabriel García Márquez y a Julio Cortázar y también al escritor Alejo Carpentier.

(…) Lo que quiero contar de ese viaje es que mi papá nos trajo los discos de los Beatles y de los Rolling Stones… Era el escándalo porque en Cuba estaba prohibida la música de los grupos de rock en inglés. Había rock en español. Entonces, en ese sentido, mi papá fue subversivo porque nos llevó algo que no…  Y los traía escondidos entre embutidos, los discos. Pero esos discos sonaban en todas las fiestas. Andábamos nosotros con el tocadiscos portátil y con todos esos discos en las fiestas de nuestros amigos.

Era una cosa subversiva, porque a veces la policía le caía a las fiestas esas por estar oyendo música en inglés. Así que nosotros fuimos criados en esas rebeldías también, en contra de las imposiciones.

Pero ahí estábamos nosotros con nuestros amigos oyendo música.Y le dábamos a todo volumen, oyendo a los Rolling Stones y a los Beatles, y mi papá estaba escribiendo en su cuarto. Entonces, a cada rato, como mi mamá no estaba en la casa en ese momento. A cada rato salía, estando así, algo alterado, decía: “¡Bajenle al volumen!”.

Entonces, le bajábamos y cuando él daba la espalda y se iba, y nosotros veíamos que cerraba la puerta del cuarto, le volvíamos a subir el volumen. Llegó y dijo: “¡A la tercera vez es la vencida!”. Agarró el bolado (reproductor) y lo ¡pum! (choca las palmas de las manos),  el disco saltó por encima y me apagó (el aparato). Entonces, yo, de rebelde, no me acuerdo qué le dije, pero me tiró un manotazo que me dio aquí… Y me esquivé. Y grita: “¡Al cuarto! ¡Afuera todos ustedes!”.  Echó a todos mis amigos, eso fue lo que me más me dolió a mí. Hasta el chucho que teníamos salió corriendo. Entonces, quedé castigado. Pero, en la noche, ya a la hora de dormir. Ya mi mamá había llegado y llegó mi papá al cuarto a pedirme disculpas. 

¿Cómo le pidió disculpas? 

Llegó a sobarme, pues, y a abrazarme. A pedirme disculpas porque nunca, nunca había hecho eso. Y además, estaba alterado.

Roque Dalton en portada de El Diario de Hoy

Portada de la edición de El Diario de Hoy donde se publicó la carta que Roque Dalton envió a Napoleón Viera Altamirano narrando cómo había escapado de la cárcel.

Podríamos hablar muchas horas, pero lo voy a interrumpir. Todo lo que dice es muy importante para nosotros, pero le voy a pedir dar un salto en el tiempo. A ubicarse en 1975. Ese año, ¿ustedes sabían dónde estaba su papá?

(En Cuba) mi padre ya estaba preparándose para llegar a El Salvador. Un tiempo, lo dejamos de ver. Lo único que recibíamos eran notas, papeles, cartas, que las tenemos archivadas. Este, él tenía mucha comunicación con mi mamá, todavía de carta. Y, este, nosotros, antes de él regresar efectivamente al país. Este, ya sabíamos, sobre todo mi hermano menor y yo, ya sabíamos que mi papá estaba formándose y entrenándose para regresar al país a la guerrilla. Entonces, fue antes de 1975. Porque tuvimos varios encuentros con mi papá, pero sabíamos que él estaba en esa preparación, había viajado a China, había viajado a Corea del Norte, había viajado a Vietnam y todo eso era un periplo de enseñanzas de qué era lo que estaba ocurriendo en esos países. Y ya no vivía en la casa. Hubo unos meses que lo dejamos de ver.

Nosotros estábamos, en Cuba, en unas escuelas que les dicen “becas”, que en realidad son internados mixtos, pero eran escuelas de secundaria donde estábamos internos y trabajábamos media jornada y otra jornada recibíamos clases. Así pasé yo toda mi secundaria. Salíamos los fines de semana (…) En uno de esos fines de semana, mi mamá nos dijo: “Les tengo una sorpresa”. Vamos a ir a ver a su papá. Bueno, nosotros nos fuimos, agarramos un bus y llegamos a una casa, y llegamos a un lugar, a un barrio que creo que se llama Santos Suárez. De pronto vemos llegar a alguien, cuando venía caminando hacia nosotros, no lo reconocimos.

Lo reconocimos al ratito por la forma de hablar. A mi papá le habían hecho una operación, se había dejado bigote y tenía cambiado un poco el pelo y creo que le habían reconstruido un poco la quijada, porque él tenía, digamos una quijada un poco pronunciada de un golpe que había recibido. Eso está en el poema “No siempre fui tan feo”.

También le habían reconstruido la nariz. A mi papá, cuando pequeño, de apodo le decían “la bruja”, porque tenía una nariz así bien grande y bien pronunciada verdad. Entonces ahí le habían hecho una naricita bien bonita y los pómulos, había cambiado bastante, pero el cuerpo era el mismo y la forma de hablar, indiscutible, verdad.

Ahí fue cuando nos despedimos de él. Fue la última vez. Ese es un relato que yo tengo de las anécdotas de la última vez que vi a mi padre. Ahí nos despedimos, y ya, él regresó a El Salvador y se incorporó a la guerrilla. (…)

¿Y su papá ya estaba en las FPL o siempre pertenecía al Partido Comunista?

Sí, lo que quiero contar es este antecedente que tal vez no se sabe; o poco se sabe. En Cuba, se habían organizado los dirigentes del frente sandinista y los dirigentes de la guerrilla guatemalteca y mi papá, con otro compañero, que este sí se fue para Nicaragua con los sandinistas, siendo salvadoreño, se habían organizado algo que se llamaba Organizaciones Centroamericanas Revolucionarias (ORC). Estoy hablando en 1969.

Aquí no había guerrilla, no se sabía. Entonces, mi papá no había decidido con quién irse. Pero había una gran conexión entre lo que fue el Frente Sandinista y la URNG de Guatemala, porque eran los dos países que tenían guerrilla después del triunfo de la Revolución Cubana.

Entonces, en El Salvador no había ese fenómeno de la guerrilla. Sin embargo, habían muchas inquietudes y aquí se fundan las FPL en 1970. El primero de abril se da a conocer la fundación de las FPL, encabezadas por Cayetano Carpio, o Marcial, como lo conocimos después, que en su viaje que hizo, antes de renunciar al Partido Comunista y formar las FPL, estuvo en Praga. Mi papá, creo que lo fue a ver a Praga desde La Habana. Y ahí Carpio le dijo que él iba a renunciar al partido y que iba a crear una organización guerrillera y que contaba con él. Pero Carpio regresa a El Salvador y funda las FPL.

Los dirigentes fundadores de las FPL me han contado a mi que Marcial, me lo contó varias veces Ana María también, que la estructura fundacional de las FPL fue muy enconchada. Entonces que a mucha gente, ese secretismo, por su orientación que tenía, no pudo incorporar a mucha gente que hubiera querido en sus filas, entre esos estaba mi papá.

Ese fenómeno se estaba dando en el país y mi papá no tenía mucho conocimiento. Cuba, acordate que en Cuba, hasta para llegar a Cuba había que dar la vuelta al mundo. Primero se entraba a Praga, después llegabas más allá en Checoslovaquia y luego ya llegabas a La Habana. No había internet, no había ni, como se llama, comunicaciones telefónicas o de otro tipo, eran escasísimas, mi papá no tenía conocimiento de lo que se estaba gestando aquí en El Salvador. (…)

Nacieron las FPL. Nació el ejército revolucionario del pueblo. Pero mi papá no sabía mucho. 

El ERP y las FPL habían comenzado a ser una especie de alianza, entonces en esa especie de alianza en que estaba, es que le piden a mi papá que se incorpore y que, en conjunto. 

Entonces, mi papá regresa convencido a El Salvador de que él iba a trabajar en ese proyecto. Tanto es así, que participa en varias reuniones conjuntas donde él era el expositor de una estrategia de lucha revolucionaria. De eso hay testimonios. Pero lo que pasa es que en el ERP se comienza a dar una lucha de poderes entre el grupo militarista que encabeza Edgar Alejandro Rivas Mira, que al parecer, al principio quiso demostrar que era un gran admirador y amigo de mi padre, y después, como que le agarra un celo político, por eso era un tipo muy raro que muy poca gente lo conoció en ese marco, incluso como jefe. Los subalternos de él casi no sabían mucho de él.

Mi padre trabajaba con una célula donde estaban Eduardo Sáncho, Ernesto Jovel, Lil Milagro Ramírez, que dicho sea de paso, era su pareja sentimental (Milagro Ramírez). Ellos comienzan a elaborar una línea de masa dentro de la estrategia de la lucha guerrillera y a tratar de fundar en el ERP un partido que fuera el que dirigiera toda la lucha, no solo la lucha guerrillera, pero los militaristas en su concepción de lucha armada veían que esa era una estrategia equivocada y que eso retrasaba la insurrección.Y estaban en la línea militar en la que el enemigo eran los militares y los policías y había que matarlos a como diera lugar.

Esas cosas comenzaron a hacer choque, y es la causa que lleva al asesinato de mi padre y de Armando Arteaga, que era un jefe guerrillero militar pero que se había aliado al grupo digamos político del ERP que fueron los que después crearon la resistencia nacional, cuando el ERP se divide a causa del asesinato de mi padre y Armando Arteaga.

¿Hasta qué punto saben ustedes cómo murió su padre? ¿Cómo fueron sus últimos minutos?

Bueno, por los testimonios que tenemos de gente que sobrevivió al hecho (…) hemos ido armando un rompecabezas, porque unos nos decían una cosa, otros nos decían otra. Por ejemplo, Villalobos y Jonás, en un tiempo estuvieron diciendo que el que había asesinado a mi papá era Humberto Portillo. Y dentro de las investigaciones que hemos hecho, hemos llegado a la conclusión bastante certera, por los testimonios, (de) que quién asesinó a mi papá fue Joaquín Villalobos y Jorge Meléndez. 

Ficha policial de Roque Dalton de 1960. Foto propiedad de la familia Dalton

Como bien dice, (Jorge) él no lo mató, pero sí, el cargo que tenía era el de hacer cumplir la orden de asesinar a Armando Arteaga y a Roque Dalton. Ese hecho ocurrió en la mañana del 10 de mayo (de 1975). 

Hemos llegado a reconstruir lo siguiente: hubo una reunión donde participaron Alejandro Rivas Mira, Humberto Portillo, Jorge Meléndez y Joaquín Villalobos. Entonces, el jefe les dijo: Hoy hay que ejecutarlos. Y dicen que Humberto Portillo decía: “¡Yo!, ¡Yo los mato, yo los mato!”.  Según me contó un psiquiatra, muy amigo mío, que lo atendió a él, era un caso psiquiátrico. Pero, Rivas Mira le dijo: “¡No! A vos te va a tocar matar a Pancho”. “Y a vos”, le dijo a Joaquín, “te toca Roque”. “Y vos”, le dijo a Jonás, “tenés que supervisar que se cumplan las órdenes”.

Entonces llegaron a una casa que está situada en San Salvador, en una zona cerca de… por ahí por Santa Anita, por esa zona está la casa esa. Tiene dos pisos. En el piso de abajo. En la celda de abajo supuestamente estaba encerrado en un cuarto Pancho (Armando Arteaga). Entonces llegaron. Ahí en esa casa parece que habían dos personas más, custodiaban la casa, era una casa clandestina.

A la mujer le dieron la orden, como era el Día de la Madre, le dieron la orden de ir a reventar unos cohetes afuera para disfrazar los disparos. Los testigos nos indicaron que Humberto Portillo efectivamente llegó a matar a Pancho, le dio un balazo directamente en el cerebro y ahí lo mató instantáneamente.

Y subieron al segundo piso donde estaba mi padre y abrieron la puerta no le dijeron nada, solo Villalobos le disparó una primera vez y no lo mató, le dio el balazo en un brazo.

Joaquín Villalobos dicen que se puso algo nervioso, le temblaba la mano, pero que Jonás le dijo ‘la orden es ejecutarlo’ y entonces, se le acercó ya. Mi padre, dicen que  le gritó algo así como ‘están cometiendo un grave error’ y entonces le disparó otra vez en la cabeza y ahí fue donde él lo mató.

De ahí hay algo importante que evidencia, eh. El FMLN dice que no tiene nada que ver con esto, pero esa casa de seguridad, él era el jefe de la casa de seguridad. También es otra evidencia que tenemos confirmada porque eso hay testigos que nos lo han dicho.

Otra cosa, Pancho era un hombre bien grande, mi padre era más grande que yo, pero era de una estatura normal. Pero Pancho sí era un tipo grande y corpulento. Él fue militante del Partido Comunista. De apodo, en el sindicato le decían El Ordinario.

Entonces, los envolvieron en plástico y los tiraron en la capa de un pick up, les tiraron unos colchones encima y unos muebles, supuestamente para disfrazar (como) una supuesta mudanza y de ahí se los llevaron al Playón.

Jorge Meléndez participó en el entierro, según los testimonios que tenemos. Cuando llegaron a la zona del Playón donde están enterrados los cadáveres, que no conocemos el lugar, ellos no lo han querido revelar.

Los que sobreviven a eso, a ese crimen, son Jorge Meléndez y Joaquín Villalobos, ambos asesinos confesos porque en varias ocasiones confesaron haber participado en ese proceso. Le dicen “proceso”, pero ese proceso criminal. 

Cuando llegaron había dos señores o un señor y un muchacho que habían cavado un hueco que tenía como dos metros de profundidad. Una persona que fue al entierro, él no sabía ni a qué iban a ese lugar, porque a veces te daban una orden y no sabías a qué ibas, esa persona que fue al entierro que iba en la cama del pick up no sabía que iban a enterrar a alguien.

Cuando le quitan los muebles y los colchones de encima, los que iban al entierro llegaron al lugar donde estaba la fosas hecha y a cargar el… Entonces, cómo pesaba tanto Armando Arteaga, dice este testigo que se dio cuenta de pronto que estaba muerto Armando Arteaga y que para él eso fue un golpe tremendo porque era su jefe superior. Entonces dice que eso le causó un gran impacto que él  quedó muy afectado hasta estos días. Después lo cubrieron con la tierra misma que había sido (removida)… y eh ese lugar hasta ahora  hemos ido a hacer una primera búsqueda, hicimos una primera búsqueda en el lugar que creímos y no encontramos ni la huella de que en ese lugar se había cavado una fosa de dos metros.

En el lugar que inspeccionamos con el apoyo de la Fiscalía, cuando estuvo el fiscal Luis Martínez, con apoyo de la Policía, eso fue más que todo iniciativa de la Fiscalía no del gobierno.

Apoyó la Policía, apoyó la Fuerza Armada y apoyó el MOP, en hacer una limpieza del terreno. Pero, como les digo, no se encontró huella y el técnico, el experto forense que estaba haciendo esa búsqueda nos dice ‘miren esta mancha negra que hay aquí, esto es de una raíz de un árbol que hubo aquí antes’. Nos decía: esta mancha que ven aquí es como de una cueva de tacuazín, perdón, de cusuco. Pero no encontramos nunca esa huella de una fosa de dos metros.

Entonces, ese lugar existe. Ahora, no es cierto que mi padre fue asesinado en El Playón. Eso no es cierto, eso fue una versión que hubo producto de un escrito de Escobar Galindo que se llama algo así como “La roca en que Roque murió”, pero es una metáfora. En realidad, la roca que es esa parte de ahí de El Playón hay muchas rocas volcánicas.

Pero ahí es, estamos esperando que la Sala de lo Constitucional falle y que si falla a favor de nuestro amparo la Fiscalía va a tener que ordenar toda esta investigación y aquí es donde se va a revelar la verdad jurídica. No la verdad que nosotros tenemos ahora, sino que la verdad jurídica con base en los testimonios, a los hechos, a las pruebas y en base a los detalles científicos de este hecho.

¿Qué esperan que falle la sala?

Bueno, nosotros por la jurisprudencia que se ha creado ya en América Latina y en El Salvador, los asesinatos sistemáticos son ya catalogados en El Salvador como crímenes de lesa humanidad. Pero además, la tortura y la desaparición. Porque mi padre está… Es cierto que han dicho que lo mataron, pero el cadáver no ha aparecido y mientras el cadáver no aparezca está desaparecido. Entonces ese es otro crimen de lesa humanidad.

Entonces, la jurisprudencia que hay aquí en El Salvador nos indica que no puede haber otro fallo de la Sala de lo Constitucional después de haber admitido el amparo, no puede haber otro fallo que no sea amparar y amparar va a implicar, como en el caso de los jesuitas que está ahora en casación, eh, si en el caso de los jesuitas el tribunal de casación dice que da el aval para que se reinicie el juicio, para que se reinicie el juicio porque ya hubo.

En el caso de Roque Dalton y de Armando Arteaga no hubo juicio, lo que hubo es un adefesio jurídico que no sé ni cómo llamarle.

Por eso nosotros demandamos a la Fiscalía, al Tribunal y a la Cámara de lo Penal porque falló sin haber investigado, bueno ni me entrevistaron a mí, vaya, que soy el principal acusador.

Si no se logra la justicia jurídica que buscan ¿de qué forma podríamos como país y sociedad honrar la figura de Roque Dalton?

Bueno, supongamos que la Sala falla en contra nuestra y no acepte el amparo, eso daría por cerrado el proceso judicial en El Salvador supuestamente, pero nos queda todavía, pero el caso nosotros lo hemos llevado a la CIDH y hemos acusado al Estado salvadoreño por denegación de justicia.

Entonces, la CIDH tendría una base más sólida para demostrar que aquí hubo una denegación de justicia y tendría que llevar el caso a la Corte Interamericana de DDHH y la Corte tendría que condenar al Estado salvadoreño por denegación de justicia en el caso de Roque Dalton. Pero como la condena implica abrir el caso, tendría que abrir el caso.

Yo creo que Roque Dalton y Armando Arteaga han sido reconocidos como hijos no solamente mártires y uno héroes de este pueblo y a Roque Dalton se le rinden homenajes a diario, por su obra, eh, no sólo poética sino que política. Y es ahora casi un ejemplo, una bandera, un símbolo. 

Si la izquierda en este país perdió los símbolos por su impunidad, por su corrupción, ahora el pueblo salvadoreño tiene un símbolo grande, honesto, intachable. No es un santo, porque santo es monseñor Romero, pero tiene un símbolo de identidad y de lucha reivindicativa que es Roque Dalton.

No solamente es símbolo para El Salvador sino que es símbolo para los países de América Latina. En México se le rinden homenajes, en Cuba se le siguen rindiendo homenajes, en Venezuela, en  Uruguay, en Argentina, en Ecuador, en Bolivia, en todos los países de América Latina, incluso en Estados Unidos. En Europa. (…)

Se está creando en conjunto con varias universidades la ruta Roque Dalton y su generación. La Fundación Roque Dalton está teniendo gran actividad, pero poco a poco vamos a hacer un encuentro entre los amigos de Eduardo Galeano, los amigos de Mario Benedetti y la Fundación Roque Dalton para conmemorar el centenario del nacimiento de Mario Benedetti, el 80 aniversario del nacimiento de Eduardo Galeano y el 85 aniversario del nacimiento de Roque Dalton. En Guatemala, el 15 de octubre inició un foro de debate sobre literatura latinoamericana en homenaje a Roque Dalton. El año pasado el Festival Centroamericano de Poesía de Granada en Nicaragua se lo dedicaron a Roque Dalton. 

La lástima y el dolor y la tristeza en este país es la impunidad que prevalece y que nos golpea tanto casi a diario, porque esas cosas no deberían de ser reclamos de justicia, sino que deberíamos estar celebrando que la justicia ha triunfado. Y hasta que El Salvador, El Salvador no celebre la justicia en este país no habrá paz, ni habrá desarrollo, ni habrá democracia. Esa es una ilusión que solo fuera de la realidad se puede tener.