Daniel tuiteó #ProhibidoOlvidarSV para preservar la memoria de bisabuelo

El joven considera que llevar las historias del conflicto en las redes es una forma de darles visibilidad. Además piensa que #ProhibidoOlvidarSV es una respuesta para que el gobierno no minimice el tema.

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La fotografía de su bisabuelo es una de las más valiosas reliquias de Daniel Menjivar y su familia. Foto EDH / Cortesía

Por Oscar Portillo

2021-01-15 8:55:41

La curiosidad por conocer el pasado de su familia hizo que Daniel Menjívar investigara la historia de su bisabuelo, Reynaldo Cruz Menjívar. Daniel, de 21 años, creció escuchando el nombre de su ancestro durante las reuniones familiares en donde se hablaba, largo y tendido, sobre las injusticias que vivió Reynaldo en tiempos del conflicto armado. Tras empaparse de las numerosas anécdotas y consumir literatura sobre las décadas del conflicto armado en El Salvador, Daniel pudo esbozar, en su mente, una imagen de su bisabuelo y hasta conocer y empatizar con sus ideales.

Es justo ese respeto a la memoria de su familia lo que sirvió de impulso para decidir publicar su relato en redes sociales, bajo el “hashtag” #ProhibidoOlvidarSV, que fue tendencia en los últimos días en respuesta a los recientes comentarios que el presidente, Nayib Bukele, hizo sobre el conflicto armado y los Acuerdos de Paz. Lo hizo para honrar la memoria de su bisabuelo.

“Yo nací en el 2000 y, al darme cuenta de esta historia, no me siento conforme y luego de estos comentarios recientes, de funcionarios públicos, es como avivar una llama. El movimiento #ProhibidoOlvidarSV está evitando que el gobierno minimice temas delicados”, reflexiona el joven.

El joven relata que, en diciembre de 1977, su bisabuelo fue capturado por un comando militar en Chalatenango y fue torturado durante nueve meses en un cuartel ubicado en San Salvador. Daniel narra que su bisabuelo era sometido a diario a dos interrogatorios y el único consuelo que tenía era apegarse a su fe católica y “encomendarse a Dios”.

La reconstrucción de su historia

Lo que Daniel sabe de su bisabuelo, él lo ha reconstruido de numerosos relatos que ha recopilado de su familia y quienes lo conocieron. Cruz Menjívar fue militante del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y fue un líder en su natal Agua Caliente, Chalatenango.

En los más de 270 días que estuvo prisionero, intentó escapar dos veces; ambos intentos sin éxito. Sin embargo, en septiembre de 1978, uno de sus compañeros de celda murió y eso motivó al hombre a que escapara por tercera ocasión. Tras maniobrar entre los barrotes de la celda y escabullirse por las rendijas, finalmente lo consiguió.

Su bisnieto señala que Reynaldo se hizo pasar como indigente en las calles de San Salvador y a base de “aventones” en el transporte público pudo regresar a Chalatenango. El libro “Hablan de Monseñor Romero” publicó el examen médico del prisionero y en él se revela que su estado de salud era deplorable luego de su escape de prisión, que iba desde deshidratación extrema, laceraciones en su cuerpo y “psiquismo notoriamente alterado”.

“Siento impotencia. Es como la primera vez que me di cuenta de la historia con detalle. Es triste saber a lo que puede llegar un Estado y es más triste pensar que ese no fue el único caso”, dice Daniel Menjivar, tras recordar el momento en que conoció la historia completa y el estado de salud bajo el cual su abuelo salió de aquel cuartel.

Luego del escape y de regresar a Chalatenango, Reynaldo decidió buscar la ayuda de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y fue escondido temporalmente en el arzobispado. Unos días más tarde, fue llevado a la embajada de Venezuela para tramitar asilo político. Cruz Menjivar estuvo en el exilio durante un año.

Entre las narraciones de su familia y otras indagaciones de Daniel, el joven ha conseguido confirmar que tras su estadía en América del Sur, su bisabuelo se unió a la guerrilla salvadoreña. Lo último que supieron de Cruz Menjivar fue que uno de sus compañeros lo traicionó y fue emboscado y asesinado por grupos militares. A esto el joven agrega: “Al menos nosotros tuvimos la dicha que él pudo escapar de eso y que la familia lo pudo volver a ver. Al menos sabemos donde está enterrado, otras personas no saben dónde están (sus fallecidos)”, señala.

Daniel piensa que el uso de las redes sociales para hablar sobre lo sucedido en el conflicto armado sirvió como una “catarsis” para quienes vivieron y sufrieron la guerra.

“No hubo ayuda psicológica para todas estas personas pero el discutirlo, hacerlo visible y no dejar que lo minimicen, siento que es deber de todos los que al menos tenemos algo cercano o conocido sobre esto”, concluye Daniel.