Como sacado de un cuento lucía el carruaje que transportaba el ataúd donde reposaban los restos mortales de María Nieves Reyes Reyes, quien como último deseo, pidió a sus hijos y nietos que realizaran una fiesta fúnebre el día de su entierro.
El cortejo fúnebre recorrió primero cuatro kilómetros, en una especie de caravana, desde la casa de la familia Reyes en la colonia Filadelfia hasta la parroquia Santa Barbara, centro de Sensuntepeque. Allí se desarrolló la misa de cuerpo presente.
Durante la caravana, que fue encabezada por una pancarta con la fotografía de la difunta y cargada por tres edecanes de la funeraria, no pararon de sonar las alabanzas cristiana y música de mariachi, esa serenata también era pedido de doña María, según comentaron sus familiares.