La desesperación de una modesta familia de La Libertad por no encontrar en las autoridades apoyo para dar con el paradero de un estudiante de bachillerato que fue raptado, hace un mes, – junto con un compañero de clases y vecino- la llevó a contratar los servicios de un detective privado.
Los recursos económicos con los que cuentan los parientes del muchacho son limitados, pero están decididos a hacer cualquier sacrificio con tal de hallar al muchacho.
Josué Vladimir Henríquez Melgar y Gerson Josué Guzmán, ambos de 17 años, fueron raptados el 27 de septiembre pasado, cerca del Instituto Nacional de Lourdes (Indel), del municipio de Colón, en donde cursaban segundo año de bachillerato.
Los parientes de Henríquez manifiestan que, por los relatos de algunos testigos, saben que los menores de edad salieron del centro educativo con rumbo a un cibercafé cercano para realizar una tarea.
Cuando estaban por cruzarse la calle, algunas personas vieron que el conductor de un vehículo color gris se estacionó bruscamente frente a los estudiantes y los ocupantes se los llevaron por la fuerza.
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“Quienes vieron cuando los subieron al carro cuentan que ellos gritaban pidiendo ayuda. Por miedo nadie quiso llamar a la Policía, ni anotaron las placas”, relata acongojada una pariente de Josué Vladimir.
La familia del adolescente esperó unas horas con la esperanza de que regresara a casa pero eso no pasó. A las 9:00 de la noche, la madre y un tío del adolescente acudieron a una sede policial para reportar la privación de libertad.
También fueron a una oficina de la Fiscalía General de la República pero, según la pariente de víctima, la fiscal que los atendió mostró una actitud de desinterés por la desaparición de los estudiantes.
En el Instituto, los afectados dicen que tampoco encontraron respuesta. Al contrario, lo que descubrieron al conversar con algunos compañeros de Josué y Gerson les ha causado más zozobra.
“Nos dijeron que ahí llegan a estudiar muchachos que andan en pandillas y acosan a los que viven en ciertas zonas solo porque creen que son contrarios”, cuenta una allegada de Henríquez.
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El rapto de los dos adolescentes, quienes sus parientes aseguran que no estaban involucrados en grupos delictivos, no solo ha causado tristeza e incertidumbre entre sus familiares.
Los parientes de Josué Vladimir han tenido que reunir dinero entre todos para pagarle al detective. También han invertido dinero en pasajes de bus para ir a hospitales. Temiendo lo peor, también lo han buscado en vano en la morgue.
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La situación para el papá de Gerson es más complicada, ya que sufre una enfermedad que se le ha complicado tras la desaparición del muchacho, señala la familiar de Henríquez. Eso le ha impedido buscarlo con el mismo empeño que los otros afectados.
Los estudiantes nunca revelaron que tuvieran problemas o que los hubieran amenazado. Ambos se conocían desde hace varios años porque vivían en la misma zona y eran compañeros de clases.
Gerson se congregaba en una iglesia evangélica con su familia. Mientras que Josué Vladimir quería terminar el bachillerato y aprender una carrera técnica que le ayudara a obtener dinero para estudiar Ingeniería y ayudar al sostenimiento familiar.