Familia usuluteca vive en angustia por el tumor que deforma el rostro de su hijo Walter

Walter, de 13 años, fue diagnosticado con Neurofibromatosis, un tumor que le ha afectado una parte del rostro. Sus padres piden ayuda para que el menor sea operado.

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Foto EDH / Jorge Reyes

Por Violeta Rivas

2019-02-28 6:41:12

USULUTÁN. Walter Cortez Sigarán, de 13 años, asiste a séptimo grado, en el Complejo Educativo de Tecapán; donde según su padre Gerson Cortez, es un buen alumno y compañero.

El joven que residen en una colonia de un cantón de Santiago de María, cada día sale temprano de su casa a clases, a las 6:00 de la mañana, junto a tres compañeras de estudios que llegan por él para salir hacia el centro escolar.

 

 

Walter fue diagnosticado con Neurofibromatosis, un trastorno genético que afecta el sistema nervioso y causa tumores que pueden aparecer en muchas partes del cuerpo; en el caso de Walter con el tiempo, ha ido afectando su rostro, pero no le ha impedido llevar una vida como cualquier otro joven de su edad.

“El niño nació en el hospital de Santiago de María, pero a los ocho días de nacido me lo refirieron para el hospital Bloom, aunque cuando él nació el doctor me dijo que era normal, y le dejó solo unas gotas que yo le aplicaba como me indicó, pero ya cuando lo llevamos a la unidad de salud, sí ya nos dijo la doctora que teníamos que llevarlo al Bloom”, cuenta Gloria Alvarado, madre de Walter.

En el Bloom fue diagnosticado, en un inicio, con cataratas y lo mantenían ingresado por 22 días o un mes, cuenta Gloria. Y fue en ese hospital que, tras varios días de ingreso y de estudios, le diagnosticaron Neurofibromatosis, un tumor que le inició en el ojo.

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“Cuando el niño tenía siete meses nos dijeron que le iban a quitar el ojo, porque el tumor se lo había reventado. Lo operaron y le colocaron uno artificial. Después el tumor le fue creciendo y siempre lo manteníamos en control en el hospital Bloom, y solo me decían que lo iban a operar pero nunca lo operaron, solo me decían que no había UCI, ya tenía tres años el niño”, dice Gloria.

Agrega que la última ocasión que lo llevó al tratamiento en ese nosocomio fue cuando el menor tenía seis años de edad, pero luego perdieron los controles médicos, mientras, el tumor seguía creciendo.

“Después lo llevábamos a consultas a otros lugares y ahora que está en tratamiento en el hospital Rosales, ahí ya me lo operaron dos veces para reducirle lo que le ha crecido del tumor. El doctor nos ha dicho que va a ir paso a paso, que no lo puede quitar de un solo, pero que sí va a mejorar. La próxima operación está para abril”, explica Gloria.

Para poderle realizar las operaciones a Walter debe tener buen peso y estar en buena condición de salud, ya que el menor pierde mucha sangre con las cirugías. Por esta razón el joven necesita tomar PediaSure o Ensure, para recuperar peso y estar saludable, suplementos alimenticios que en muchas ocasiones no están al alcance de su economía.

“Nosotros somos de escasos recursos, y en el hospital (Rosales) a veces no atienden al niño porque no hay camas. Para nosotros ir a San Salvador es gastar entre $30 ó $40 diarios, a veces nos toca prestar el dinero, y llegar hasta el hospital para que nos digan que no hay camas, y que solo nos dejen otra cita, para nosotros no es fácil”, expresa Gloria.

Además, para poder llevar a Walter a una consulta, tienen que salir de su casa a las 4:00 de la madrugada, para poder llegar a San Salvador entre 7:00 y 8:00 de la mañana.

Gerson cuenta que a esa hora, y por la zona donde viven, es difícil el encontrar transporte, y que tienen que contratar un pick up que los lleve hasta Santiago de María, Usulután, quien les cobra $15.

En Santiago de María abordan un bus que los lleva hasta San Salvador, pero tienen que ser puntuales, y llegar a las 4:40 a.m. a la terminal.

“Nosotros lo hacemos porque lo queremos y queremos verlo mejor, no podemos perder las citas de cada dos meses para los controles. Tenemos que ir en marzo a que lo evalúe y en abril ya los tres para ver si lo puede operar. Todo el esfuerzo que hacemos es de todo corazón”, dice Gerson.

Esperanza en el exterior

Gerson comenta que llevaron a su hijo a una convocatoria que realizó el Hospital Militar junto a la Fundación Austin Smiles, ya que tenían la esperanza de que el niño fuera elegido para una cirugía estética, ya que les dijeron que con dicha ONG viaja un médico que es especialista en casos de tumores como el de Walter.

Foto EDH/ Jorge Reyes

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“Lo primero que me preguntaron los médicos era que si él actuaba normal, si el tumor le había afectado el oído. El niño es normal, no tiene ninguna dificultad, simplemente es lo que tiene inflamado en la carita. Lo único que quisiéramos como padres es verle su rostro mejor, aunque uno de padre lo ve lindo, pero hacemos todo el sacrificio posible, por verlo bien”, expresa Gerson.

El padre de Walter explica que quisieran saber si hay médicos en el extranjero que puedan ayudarlos con el caso de su hijo, que amigos de la familia les han comentado que hay especialistas en el extranjero que han ayudado en casos más complejos, lo cual les da esperanza.

“Yo he visto en Internet, en la televisión, casos peores de cómo está el niño, y que hay cirujanos que hacen esas operaciones y las personas quedan normales. Yo como padre, igual su mamá, quisiéramos verlo ya sin el tumor”, dice Gerson.

Gloria explica que su preocupación es que el tumor siga creciendo, porque en este momento ha mejorado bastante, ya que en la última operación el niño tenía aún más grande la inflamación en el rostro debido a que el tumor seguía creciendo, pero desconocen si por la enfermedad pueda empeorar.

Buen alumno y amigo de todos

La materia favorita de Walter es la Matemática, donde el reto es poder resolver problemas de sumas.

“Ahorita lo vemos activo en la escuela, quizás porque va iniciando el año, pero lo vemos entusiasmado, le está poniendo empeño”, dice Gloria.

El año anterior el menor dejó de asistir a clases durante varios meses debido a las citas que tenía en el Hospital Rosales, previas a una cirugía que le realizaron en julio.

“Ya después que lo operaron no lo dejé que fuera a estudiar por el reposo. Yo lo veía bien débil y decidí que ya no fuera, porque podía andar corriendo y golpearse”, explica Gloria.

Ahora, por las tardes, a su regreso de clases, juega con su hermana en un pequeño parque cerca de su casa; juegan a la pelota con algunos amigos, o con el teléfono, donde disfruta los juegos de carros.

El niño comenta que entre sus pasatiempos está ver los partidos en la cancha de la colonia donde reside, en ese lugar sueña con alguna vez poder jugar como sus otros amigos, y practicar el deporte que más le gusta, sin pensar en la enfermedad que le impide realizarlo.

Su equipo favorito de fútbol es el Real Madrid, y cuenta que no se pierde ninguno de sus partidos.

“Me gustan los juegos en el teléfono, juego a los zombies y los de carreras de carros. Con mis compañeros, a la salida (de clases), pasamos comprando fresco y nos venimos para la casa”, cuenta el menor.

Otro pasatiempo es ver películas infantiles y escuchar música, luego de llegar de clases.

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Hasta el momento no ha pensado en qué profesión quiere estudiar cuando sea adulto, pero sí en que su prioridad ahorita es que su enfermedad deje de impedirle realizar actividades como cualquier otro joven de su edad. “Hasta ahorita no he tenido queja de él en la escuela, o que lo molestan. Ellos (compañeros) son bien amigos con él y como lo conocen desde pequeño no lo ven diferente, lo ven normal. De hecho lo pasan sacando de la casa para llevárselo a la escuela, y al regreso vienen todos juntos en el camión divirtiéndose en el camino”, cuenta el padre del menor.

Antes de la última operación, Walter era un niño aún más activo, dice Sergio, quien pasaba mucho tiempo en la cancha de la colonia junto a sus amigos, observando los partidos.

“Le gusta bastante jugar fútbol, nosotros somos los que le hemos impedido que siga jugando, pero de parte de él estuviera dentro de la cancha con los otros amigos”, dice Gerson.