“Millones de personas en Centroamérica necesitan urgentemente asistencia alimentaria tras el huracán Eta”, señaló el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El fenómeno natural dejó a su paso fuertes lluvias y vientos, deslizamientos de tierra e inundaciones que ocasionaron que decenas de personas perdieran la vida y otras fueran trasladadas a albergues debido a las condiciones de vulnerabilidad en las que residen.
El director regional para América Latina y el Caribe, Miguel Barreto, reflexionó que Eta llegó en el “peor momento posible” ya que agravó la situación de millones de personas que ya habían sido afectadas por el clima errático y por la crisis ocasionada por la COVID-19 desde finales del primer trimestre de este año.
De acuerdo con Barreto, existe preocupación que las precipitaciones e inundaciones causadas por el huracán hayan destruido la próxima cosecha de la que dependen los agricultores para subsistir.
El PMA utilizó recursos internos para proporcionar alimentos, ampliar las operaciones actuales enfocadas en asistir a personas afectadas por la COVID-19 y movilizar equipos para responder a la emergencia en las zonas más afectadas de Centroamérica.
Las necesidades inmediatas de financiamiento para asistir a las personas más vulnerables se estiman en $ 13,2 millones. Se espera que esta cifra aumente durante las próximas semanas a medida que se aclare el alcance del impacto de Eta.
“Para evitar que la situación se convierta en una crisis humanitaria mayor, el PMA apela a los donantes a aumentar su apoyo”, instó Barreto.
Complicación del escenario
Adicional a la situación que atraviesa la región a causa del fenómeno natural, la Administración Nacional
Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos advierte que existe una alta probabilidad de que se forme otra tormenta en los próximos días, la cual afectaría las mismas zonas que Eta tocó hace una semana.
Estas condiciones, agravan la inseguridad alimentaria que ya ha aumentado significativamente por el coronavirus. Antes de la pandemia, el Corredor Seco de Centroamérica (El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua) tuvo cinco años de sequía prolongada y cosechas fallidas debido a patrones climáticos erráticos, lo que dejó a los pequeños agricultores, jornaleros y sus familias en situación de inseguridad alimentaria.
El PMA estima que el número de personas con inseguridad alimentaria severa en el Corredor Seco podría aumentar de más de 1,6 millones en 2019 a cerca de 3 millones en 2020, debido a las consecuencias socioeconómicas de la COVID-19.