Johnny Wright Sol: “La unidad que el presidente Bukele busca es la de subordinación a su palabra”

El candidato a diputado por Nuestro Tiempo considera que además de generar división para lograr réditos políticos, en el gobierno actual no se permite la autocrítica.

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Johnny Wright, candidato a una diputación por el partido Nuestro Tiempo, ve con suma preocupación que el presidente Nayib Bukele esté transitando por una senda de autoritarismo e intolerancia a cualquier crítica. Foto EDH / Archivo

Por Ricardo Avelar

2020-09-03 9:07:33

En medio de un clima político cada vez más crispado, un gobierno que rehúsa abrirse a la rendición de cuentas y una incapacidad de articular planes para paliar la crisis actual, el candidato a diputado de Nuestro Tiempo, Johnny Wright, realizó una evaluación política en la que su pronóstico no resulta tan alentador.

Lo que hemos visto, advierte, “no refleja ni de cerca lo que se avecina”. Lo peor de esto, añade, es que el gobierno actual no está dispuesto a dialogar, sino solo a encontrar validación en funcionarios subordinados a cualquier orden del presidente.

¿Cómo evalúas la situación actual de El Salvador?
En materia económica y social, es alarmante. Ha habido un incremento en la pobreza y una economía sumamente golpeada.

En cuanto a instituciones democráticas ha habido un desgaste progresivo en el choque de poderes de estado que ha cerrado la posibilidad de un diálogo abierto ante las múltiples crisis, se avecina una crisis fiscal compleja y nadie puede negar la dificultad en la que está el país. Lo que vivimos ahorita no refleja ni cerca lo que se avecina. El Salvador ya traía crisis y en lugar de corregir el rumbo se han hecho peores las crisis, de buen gobierno, sociales y económicas.

Hablas de la democracia. ¿Cómo la amenaza este gobierno?
Hay que partir de la falta de una cultura ciudadana activa. Las acciones del 9 de febrero no tuvieron el impacto esperado en cuanto a la popularidad del presidente. Fuera del país es diferente. Periódicos, medios y líderes fuera condenaron los eventos de ese día.

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Pero para los salvadoreños no generó mayor indignación y, hoy parece que va quedando en el olvido y como ciudadanía tenemos prohibido olvidar. Esa pasividad me preocupa. Analistas políticos mencionaban que la democracia podía ser una víctima de la pandemia, pero es el silencio ciudadano el que mata la democracia. Y veo mucho silencio, pasividad y es lo que más me preocupa.

¿Y del lado institucional?
Preocupa la legitimidad popular que tienen las instituciones. La Asamblea ha adquirido una reputación de una institución que no funciona bien y se compone de políticos no a la altura de sus cargos. Eso ha sido reforzado por el mismo presidente que montó una campaña de la antipolítica, no desde la defensa de la democracia.

Y ahora tenemos un esquema donde el Ejecutivo abusa del poder, se le señala por corrupción y la oposición encargada de dar seguimiento a esto no tiene la legitimidad que debería tener para ser una voz creíble de denuncia y control. Y hay otras instituciones que han estado inactivas en este entorno.

¿Como qué instituciones?
La Fiscalía General de la República, por ejemplo. Y la CICIES que se conformó a principios de este gobierno, no hemos visto nada de ella a esta altura y muchos criticamos que en un inicio nació para dar supuesto apoyo técnico a la FGR e instituciones del Ministerio Público sin mayor tracción, dientes o independencia para poder atacar el problema de raíz de la corrupción.

Todos los gobiernos huyen a controles, pero hay quienes ante el presidente Bukele señalan un riesgo de autoritarismo. ¿Compartes esta visión?
El presidente se agarra de gobiernos anteriores no aceptaban la transparencia o ser devueltos a su casilla y hoy que lo controlan dice que lo quieren atacar a él. Decía que dos ministros de la defensa hoy detenidos por la justicia no fueron interpelados en su momento, pero se queja de que el ministro actual sí fue interpelado por el Congreso. Pero su propuesta fue que haría las cosas diferente, por lo tanto toda la fiscalización que se le pueda hacer debería de ser bien vista, bienvenida y necesaria.

Por otra parte, los adversarios políticos han sido vistos tradicionalmente como enemigos y no como necesarios. Ese esquema se ha perpetuado y el tema de la polarización sigue tan vigente hoy como todo el periodo posterior a los acuerdos de paz.

Hubo un editorial en el New York Times que decía “Nayib Bukele, el autoritario”. ¿Qué tan cerca está de ganar ese adjetivo?
Yo creo que sus acciones hablan por sí mismas. Aquí nos encerraron de golpe de maneras arbitrarias que luego fueron inconstitucionales y no hemos podido tener un diálogo sobre cómo responder a esta crisis.

La unidad que el presidente busca es la subordinación a su palabra. Esto lo vemos en el comportamiento de sus ministros, y ha habido renuncias importantes, como la Ministra de Salud y el de Hacienda. Son momentos importantes y no creo que es malo que haya cambio de ministros en un quinquenio. Pero hay que preguntarse cuáles fueron los motivos de estas renuncias. Pareciera que el único arquetipo de funcionario que el presidente admite es aquel subordinado a su palabra, el obediente en términos absolutos y no evalúa si lo que pide el presidente es o no legal, correcto o constitucional.

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El presidente confunde el concepto de unidad con el de unanimidad y procura respuestas autoritarias a todas las crisis, lo que implica obediencia debida, cero cuestionamientos y alinearse. Todos esos atributos pueden asemejarse a un líder autoritario.

Y el 9 de febrero se suma a la lista de factores que nos puede hacer llegar a esa conclusión. Afortunadamente, hasta esta fecha las resoluciones de la Sala de lo Constitucional sí han sido acatadas. Ese es un punto a favor de que en El Salvador seguimos viviendo en democracia.

También se critica la poca competencia del gobierno para lidiar con problemas usuales y una pandemia. ¿Cómo ves su capacidad de gestión?
La pandemia nos agarra en un contexto de poca capacidad de maniobra, con tensión política, no poder tener diálogo político con diferentes actores relevantes, y vemos que el presidente hasta se peleó con la comunidad médica y las divisiones y la polarización existe dentro de sectores profesionales.

Tenemos también un presidente que dijo estar muy afectado por un alza de casos pero que después de un día de oración empezaron a bajar casi que con una curva estadísticamente perfecta. Hace a muchos dudar de la veracidad de los datos y sin información adecuada cómo se puede abordar respuestas adecuadas a la crisis de salud que vivimos.

Hemos visto improvisación, recelo en la toma de decisiones, no hay puertas abiertas y solo se acepta subordinación a la palabra del presidente. Hay actores políticos dispuestos a rendirle culto y hay en la oposición quienes valientemente denunciamos, cuestionamos e intentamos proponer otras vías de acción.

¿Qué opinas de los posibles actos de corrupción durante la pandemia?
La corrupción en cualquier momento es inaceptable, pero hay dolo aún mayor cuando se aprovechan de la pandemia y donde hubo pocos controles al adquirir bienes del gobierno. Hemos visto un abuso total, no sé si al final es un poco cliché pero he escuchado la frase la corrupción mata y el mejor ejemplo es el mal equipamiento del sector salud. No se les dio en tiempo y calidad el equipo que requerían. Eso lo conocemos por el trabajo que han hecho los medios periodísticos. Y curiosamente se han convertido en blanco de ataque del gobierno y refleja la actitud autoritaria que no tienen ningún interés en fiscalización de cerca de los contratos que suscriben ministerios, ministros con particulares, empresas en la que ha quedado demostrado que hay vínculos familiares, sobreprecio y encima por elementos de protección inadecuados. Es gravísimo.

¿Y las instituciones de control?
La pregunta es clave, dónde están las instituciones que deberían actuar de oficio. Será que están esperando las demandas o se activarán de manera automática con un genuino interés de dar seguimiento. Se ha visto todo menos indignación ciudadana y activación de la misma para presionar a las instituciones a que actúen para nos dejen de robar.

Ustedes han presentado varias denuncias en el Tribunal de Ética y la Fiscalía por tratos supuestamente irregulares. ¿Es una línea del partido?
Lo es. Eso parte de lecciones de cómo hemos visto a una oposición tradicionalmente comportarse, que es señalar y criticar pero se quedan ahí. Nosotros insistimos en la institucionalidad, no sin antes tener dudas de si la ponemos a prueba tendremos los resultados deseados.

En cuanto al liderazgo político, si quien es la figura más reconocida y presente en la sociedad y es también a quien se le pueden atribuir prácticas como nepotismo donde son los parientes y no los más preparados quienes dirigen las instituciones, entonces estamos retrocediendo.

Pero sí, es un patrón nuestro, es intencional que acompañado de denuncias venga una acción ciudadana si encontramos elementos suficientes para proceder. Porque vivimos en momentos en que en redes se puede actuar a cualquier persona de cualquier cosa y hay medios que retoman la noticia falsa y queda como verdad. Por eso insistimos en hacer uso de la institucionalidad para que se siga el debido proceso.