Gerson se reinventó en su negocio y ahora confecciona la querida “azul y blanco”

Gerson Vásquez confecciona todo tipo de banderas y es el Pabellón Nacional el que le brinda más ganancias. La pandemia y la violencia lo han empujado a innovar. A sus 38 años, ahora sueña con tener un local propio y expandir su negocio.

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Gerson Vásquez confecciona todo tipo de banderas y la nacional es la que le genera más ganancias. Foto EDH / René Quintanilla

Por René Quintanilla

2020-09-10 2:21:50

Gerson es el mayor de sus hermanos y el responsable de la economía familiar en su hogar. Él completó su bachillerato en contaduría pública, pero la necesidad lo obligó a trabajar a corta edad. “Estudié bachillerato en contador y por los problemas del hogar tuve que empezar a trabajar desde los 17 años, tuve que sacar permiso para trabajar, en ese entonces trabajé dos años en mantenimiento de aire acondicionado y fui cajero de una panadería”, narra.

A sus 21 años de edad, consiguió un empleo de supervisor y entrevistador de empresas de mercadeo. Su función era tocar las puertas de las casas que la empresa le asignaba y entrevistar a las personas sobre diferentes temas. En varias ocasiones, Gerson tuvo problemas con pandilleros que se encontraba en sus recorridos, por lo cual abandonó la oportunidad de empleo.

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“Una vez, en San Francisco Gotera, nos pararon unos muchachos y nos pidieron dinero para permitirnos trabajar en la zona y como supervisor opté por hacerle la entrevista a él para que se diera cuenta lo que hacíamos. Otra vez, fue en el distrito Italia, residencial Libertad, ahí nos sacaron con armas, no nos dejaron trabajar, tocábamos puertas y nos preguntaron “¿quiénes son, de dónde vienen y qué andan haciendo?”. Como no entendían, nos sacaron a punta de pistola. A algunos compañeros les robaron, a otros los asesinaron y eso hizo que mejor me dedicara al negocio”, recuerda.

Foto EDH / René Quintanilla

Sin empleo fijo, Gerson empezó a asistir a la iglesia. Se dedicaba a ayudar en lo que podía dentro del ministerio. En una ocasión hubo necesidad de confeccionar cortinas para un evento y, ante la necesidad, se ofreció sin dudarlo para elaborarlas.

“Mi talento salió de una necesidad. Estando en la iglesia nos pusimos a travesear con una maquina casera. Salió algo sencillo. Luego volvimos a hacer otras cortinas y quedaron mejores y me fueron buscando para hacer ese trabajo. Es así cuando nos expandimos. Ahora me piden cortinas en varios templos del país”, explicó Vásquez.

Un amigo de Gerson le regaló una pequeña máquina de coser eléctrica, con la cual inició la aventura. Fueron las recomendaciones de personas profesionales en la costura y la plataforma de internet Youtube las que le ayudaron a crecer y afrontar el reto.

“Mi mamá era costurera, por lo que a mí nunca me gustó la confección. Esto nació de pura necesidad, a medida que pasa el tiempo he ido mejorando, siempre agarro consejos, veo tutoriales en Youtube de tomar medidas y sacar costos y precios. Tengo 7 años de tener esta máquina de coser que me regaló un amigo y la cuidamos mucho”, indica Gerson.

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Ahora, con 7 años de experiencia, es reconocido por confeccionar las cortinas de las iglesias, pero la pandemia obligó al cierre de los templos y el emprendimiento se truncó. Una vez más se quedó a la deriva, una oportunidad que aprovechó para reinventarse: “Con el coronavirus se nos vino el negocio de las cortinas abajo, en enero fue la última entrega que hicimos, ahí fue donde tomé la idea de fabricar las banderas. He sobrevivido con los ahorros y un par de trabajos, hice algunas banderas de Israel y desde ahí me quedé sin hacer nada”, explica.

El emprendedor también hace almohadas, cubrecamas, zapateras, uniformes, faldas, blusas, camisas manga larga y banderas de todo tipo, pero por el mes de septiembre las banderas de El Salvador son las que más demanda tienen. “Hago banderas personalizadas, las elaboramos y estampamos en tres días. Pero todo depende de los detalles que pide el cliente, los precios van desde los 10 hasta los 45 dólares”, resume.

Las banderas las hace en tela satín o tela de lino, dependiendo el gusto del cliente, luego las manda a estampar y si se lo piden las personaliza con el nombre o lo que se le ocurra al comprador. “Hay clientes del extranjero que me piden banderas de El Salvador y cortinas, si me piden forros para sillones lo hago, para camas lo hago, hago de todo. No le digo no a nada. Se mueve uno hasta la casa del cliente, saca medidas y se da la cotización”, explica.

Foto EDH / René Quintanilla

Lo más difícil, comentó, son las cortinas de las iglesias: “Llevan un trabajo grande y detallado. Tengo que sacar para octubre una que lleva hilo de pescado, revuelos y pelo suizo, un trabajo de paciencia”, comenta el confeccionista de San Bartolo.

Con la reapertura de la economía, el emprendedor no deja de soñar en crecer con su negocio. “Estoy ampliando para mejorar el servicio, a medida que avance el tiempo me veo en un local y con mejor maquinaria, me gustaría ofrecer estampado y sublimado para que bajen los costos”, dice.

Su hermano y su cuñada le ayudan en su negocio que en Facebook lo pueden encontrar como Confecciones Gerson Vásquez o llamar al teléfono 7909 6856

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