Olimpia, la joven salvadoreña quien lucha contra cinco tumores en el cerebro

Olimpia Hernández Recinos, de 32 años, tiene cinco tumores en el cerebro a causa de la neurofibromatosis. Médicos salvadoreños y estadounidenses no han encontrado una respuesta favorecedora para su enfermedad, pero Pimpa, como le dicen de cariño, encuentra su esperanza en Dios.

descripción de la imagen
Foto EDH / Jessica Orellana

Por Violeta Rivas

2019-03-08 9:03:26

Olimpia Cristina Hernández Recinos, de 32 años, fue diagnosticada a los 21 años con neurofibromatosis, una enfermedad que le ha generado cinco tumores en el cerebro.

Debido a su difícil diagnóstico, sus padres visitaron muchos médicos en el país, iniciando en el hospital Rosales, luego en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) hasta médicos privados y hospitales en Estados Unidos, donde ningún profesional ha podido darle una respuesta alentadora para su enfermedad.

 

Pimpa, como le dicen de cariño sus padres, hermanos y amigos, ha sido una joven dinámica, a quien le gustaban las caminatas, salir con sus amigos, cocinar, participar en actividades de la iglesia y, sobre todo, cantar.

Antes de su diagnóstico estaba iniciando sus estudios de Medicina en la Universidad de El Salvador, carrera que poco a poco fue dejando debido a los efectos de la enfermedad.

“Pimpita de niña siempre fue entusiasta, ocurrente, alegre, tenía un espíritu de servicio increíble, nunca tuvo problemas, siempre fue buena académicamente, muy responsable, estudiosa, nunca vimos un problema en su niñez, hasta los 12 años que ella tuvo un desmayo. La llevamos al médico, le hicieron unos exámenes, le hicieron un encefalograma, y en el momento nos dijeron que todo estaba bien”, cuenta Sandra de Hernández, madre de Olimpia.

De Hernández explica que fue hasta que su hija cumplió 21 años, que inició con malestares en la garganta y una gripe permanente, debido a ello la llevaron al médico. En ese momento su familia estaba sufriendo también la enfermedad del padre de la joven que fue diagnosticado con leucemia, y estaba siendo atendido en Estados Unidos.

Foto EDH / Jessica Orellana

“Al principio le dijeron los médicos que tenía unos ganglios inflamados. Y fue cuando le realizaron unos estudios en el hospital Rosales, radiografías, ultrasonografías, tac (tomografía axial computarizada), y fue una resonancia magnética la que indicó lo que realmente tenía. En ese momento se manejó que tenía cinco tumores en el cerebro”, explica la madre de Pimpa.

De Hernández comenta que desde el diagnóstico de la enfermedad los médicos trataron de buscarle una solución al caso; y como padres preocupados acudían a doctores particulares que les recomendaban, en ese momento casi todos los médicos del país conocían el caso de Olimpia.

“Cuando llegaba a una clínica u hospital me decían: ‘Es la niña de los tumores, me puede dejar copiar las imágenes (radiografías)’ que nosotros llevábamos. Al final me decían que los tumores eran inoperables, que estaban muy comprometidos”, indica Sandra.

La madre explica que en el ISSS hubo un médico que les dijo que sí la operaba, pero que les narró cómo sería el procedimiento de una forma que les causó asombro y miedo.

Foto EDH / Jessica Orellana

“Nos dijo que tenía que partirla prácticamente desde la garganta, el rostro, la iba a partir en dos y que iba a comenzar a extraer los tumores. Nosotros somos una familia de fe, hemos estado orando y pidiéndole sabiduría al Señor, y Pimpita en ese momento estaba muy entregada a Dios, ella oraba mucho, y nos dijo ‘El Señor no me ha dicho que me opere”, dice Sandra.

A pesar de que varios médicos en el país le ofrecieron ayuda, Olimpia decidió no operarse, debido a que no le daban esperanzas de una buena calidad de vida.

En una ocasión los médicos le realizaron una biopsia para analizar los tumores para identificarle si eran benignos y que a consecuencia de ese examen le quedó paralizada la lengua.

“Eso (diagnóstico) fue hace doce años casi, mis papás me llevaron a donde pudieron, a consultar, y todos los médicos decían lo mismo, que no me podían garantizar que yo iba a quedar, por lo menos, como estoy ahora”, relata Olimpia.

Una leve esperanza

Ante la enfermedad que afectaba a Olimpia, sus padres tramitaron una visa humanitaria para Estados Unidos, para poder llevarla a un hospital donde les dieran un diagnóstico esperanzador.

“Al llegar a Estados Unidos fuimos a la Universidad de Miami, ahí nos recomendaron a un médico del Jackson Memorial Hospital. Cuando llegamos al hospital todas las personas nos decían que el médico era una eminencia, que la iba a operar y la iba a sacar caminando, nos daban tantas esperanzas que nosotros esperamos casi tres meses para que la viera en consulta”, cuenta Sandra.

Cuando al fin llegó el día de la consulta con el médico, fueron citados a las 8:30 de la mañana pero los atendieron hasta las 11:00 .

Foto EDH / Jessica Orellana

“Él no parecía (doctor ), los médicos son puntuales en Estados Unidos, pero llegó hasta las 11:30 de la mañana, se disculpó, y nos dijo que afuera de la clínica habían varios equipos de neurocirujanos, neurólogos, otorrinolaringólogos, revisando en varias computadoras el caso de Pimpa, y nos dijo que, después de analizarlo, definitivamente no tenían nada que nos pudieran ofrecer”, cuenta Sandra.

Olimpia comenta que para ella es una manifestación de Dios, quien le ha dado fuerzas para continuar con su vida.

La joven aún puede trabajar, a pesar de las recurrentes neumonías y los mareos que le impiden moverse por sí sola en ocasiones, y los fuertes dolores de cabeza que la agobian.

“El tener tumores no me hace ni más ni menos, no dejarse vencer es mi receta. Yo no hablo de religión, Dios es; y con el apoyo amigos, de mi familia sigo acá. Yo mucho antes le dije al Señor, ¿qué tenés conmigo?, ¿qué te pasa conmigo?, ¿qué te he hecho?, pero él sabe lo que tiene para mí”, dice Olimpia.

Sandra explica que tanto los médicos salvadoreños como los extranjeros no se explicaban cómo teniendo los tumores, Pimpa seguía de pie y valiéndose por sí misma, y que algunos doctores solo le indicaban que viviría días o pocos meses. La joven dijo que sus padres han sido un pilar fundamental en su padecimiento.