El preso por dos plantas de marihuana es liberado pero hará trabajo social

Ángel Segovia recobró su libertad el pasado 10 de septiembre, después de que aceptó su delito de posesión, tenencia, siembra y cultivo de marihuana. Hará trabajo de utilidad pública tras ser condenado a dos años y siete meses de cárcel.

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Por Oscar Iraheta

2019-09-21 8:40:38

Ángel Segovia, el hombre que fue capturado con dos plantas de marihuana que había cultivado, en un recipiente viejo de lata en un rincón de su casa, está libre. Un juez de Instrucción de San Francisco Gotera, Morazán, ordenó libertad definitiva el pasado martes 10 de septiembre, tras permanecer seis meses en prisión.

Ángel, de 39 años de edad, ya no tiene el cabello largo, está rapado y tiene 15 libras menos en su cuerpo. Las perdió en los 175 días que estuvo preso por los delitos de posesión y tenencia de drogas y por siembra y cultivo de marihuana.

Sus peores días en la prisión de Jucuapa ocurrieron desde el 30 de junio, cuando el presidente Bukele restringió el acceso a las visitas y el aislamiento total en todas las cárceles del país.

 

El reo estuvo detenido en el penal de Jucuapa, en Usulután, una cárcel donde se encuentran reos que no son considerados de alta peligrosidad.

Ángel salió de prisión con pocos ánimos y sufre mucho de depresión, según su familia. Su primer almuerzo en su casa le provocó una severa indigestión que poco a poco ha superado.

Ángel Segovia vivió más de 20 años en Estados Unidos donde se casó y procreó dos hijos. En El Salvador tuvo otra relación y una hija. Foto EDH/Cortesía

El rostro de Ángel se hizo público el 12 de marzo pasado, cuando la Policía a través de su cuenta de Twitter @PNC_SV, destacó que su captura la habían realizado con el apoyo de la Sección Antinarcóticos y bajo un allanamiento en el municipio de Jocoro, en Morazán.

Junto al rostro del detenido, la Policía mostró las plantas pequeñas de marihuana, una pequeña porción de la misma droga y un tubo utilizado como pipa.

Una semana después, El Diario de Hoy publicó la historia de Ángel, quien según su familia, sufre de psicosis y depresión, un diagnóstico que le hicieron en el hospital de Maryland, en Estados Unidos, en 2011.

Por eso su padre, Antonio Segovia, asegura que su hijo es un consumidor de marihuana, pero no es un narcotraficante como lo hizo ver la Policía.

“No es ´el narco de Jocoro´ como dijo la Policía. Si lo fuera, no viviera en esta modestidad. Mi hijo es una persona que está enferma y necesita la droga para bajar la depresión”, argumenta el padre de Ángel mientras abre la puerta del dormitorio de su hijo.

El caso de Ángel provocó polémica entre los lectores en las redes sociales, algunos expresaron su indignación, otros aplaudieron el trabajo de la Policía.

Pero para la familia de Ángel su detención fue un “show”, ya que para ellos no es un distribuidor de marihuana como también lo aseguró la Policía el día del allanamiento.

Este es el dormitorio de Ángel. El papá dio acceso como muestra de que su hijo no vive como un narcotraficante, como dice lo quiso hacer ver la policía.


Ángel aceptó su delito y está libre

El sistema de justicia le falló a Ángel. Así lo creen su familiares, porque dicen que las audiencias especiales para buscar su libertad fueron suspendidas tres veces por un juzgado de Instrucción.

Sin embargo, Ángel recobró su libertad el pasado martes 10 de septiembre durante la audiencia preliminar.

El abogado defensor, Adrián Sosa, pidió un proceso abreviado, es decir, Ángel aceptó su culpabilidad a cambio de que le redujeran los años de cárcel, ya que los delitos que cometió no eran graves.

Así fue. Un juez de Instrucción expresó, al dar su fallo, que la cantidad de droga que se le decomisó al imputado no eran cantidades que representaran peligro a la salud pública y que se trataba de un caso de consumo y no tráfico de drogas.

Por el delito de posesión y tenencia de drogas, el juez condenó a Ángel a un año de cárcel, pero sustituyó esa pena a cambio de trabajo de utilidad pública.

En el caso de la acusación de siembra y cultivo de drogas, el juez decretó la pena de un año siete meses de cárcel, el cual también fue sustituido por trabajo de utilidad pública.

En total, Ángel fue sentenciado a 2 años y siete meses de prisión, sin embargo, la ley salvadoreña establece que una condena de menos de tres años es excarcelable.

El caso de Ángel ha pasado a un juzgado de Vigilancia Penitenciaria, donde le impondrán el tipo de trabajo de utilidad pública que realizará, el cual podría ser en una alcaldía, casa de la cultura u otro lugar, dependiendo de las capacidades o habilidades de Ángel.

El acusado deberá realizar tareas de ocho horas semanales en un lugar que determine el juez.

Para el abogado Sosa había una línea de defensa para evitar que el juez enviara el caso a un juicio y siguiera el desgaste para el imputado y el sistema judicial.

“La Fiscalía y Policía sobredimensionó el caso, está claro que se trató de un caso de auto consumo por las cantidades de droga encontradas a mi cliente. Se estableció en la audiencia que el daño es para él y no para la salud pública”, expresó el abogado.

Sosa afirma que días después de la captura de Ángel, se le realizó un examen toxicológico en el Instituto de Medicina Legal (IML) el cual dio positivo a marihuana.

“Con los 22 gramos de marihuana encontrados, el detenido tenía para elaborar entre 12 y 14 cigarros, los cuales fácilmente una persona consumidora los fuma en poco tiempo”, explicó el abogado.

Sosa añadió que el valor de las plantas en el mercado era incalculable, ya que el 70 por ciento de las plantas es agua.

Un daño familiar, un gasto económico y una enfermedad

En la casa de la familia de Ángel, la más contenta es su hija de 9 años, quien ha recibido a su padre con entusiasmo y agradecimiento.

“La niña cada vez que le comentábamos que su papá podría salir libre, venía a limpiarle su habitación y lo esperara con ansias. Pero cuando le decíamos que las audiencias se habían suspendido, lloraba mucho”, declaró el padre de Ángel.

Don Antonio expresa que la detención de su hijo le ha generado un desgaste emocional muy grave, sobre todo a su esposa, pero además un gasto de 4,000 dólares.

Ángel se crió en el municipio de Jocoro, donde realizó sus estudios nivel básico. Las pocas oportunidades de superación en el caluroso municipio, lo obligaron a viajar hacia Estados Unidos siendo joven.

En Estados Unidos trabajó mucho como constructor de casas y llegó a tener comodidades. Se casó y tuvo dos hijos, quienes aún viven en ese país. Sin embargo, problemas familiares lo afectaron y Ángel se perdió en el alcoholismo, tanto que padeció de psicosis y depresión hasta volverse adicto a la marihuana.

Tras su padecimiento, Segovia fue deportado y se dedicó a trabajar en la construcción. El día de su captura recién llegaba de trabajar en la construcción de un pozo.

Ángel se volvió acompañar en El Salvador pero luego de varios años se volvió a separar. De esa relación tiene una hija de 9 años, quien fue reina de la Policía Nacional Civil durante las fiestas patronales de Jocoro hace un par de años.

El padre de Ángel se define como un hombre justo y de palabra, dice que es líder en una iglesia Adventista desde hace 30 años, y que en todo ese tiempo solo ha faltado seis sábados a los cultos, entre ellos cuando murió su mamá y su papá.

Bajo esa convicción, Antonio considera que a pesar de que su hijo depende de la marihuana para sobrevivir, en el país no se debe legalizar esa droga, aún cuando sea para fines médicos. “Es una locura legalizarla, habrán más drogadictos. Sólo Dios puede curar las enfermedades. Mi hijo tiene que seguir ese camino para curarse”, subraya el sexagenario a El Diario de Hoy.