VIDEO: El negocio de venta de telas que ha quedado en el olvido en San Salvador

?"La ropa de segunda mano y la ropa nueva importada desde China, ha desplazado la venta de telas", asegura el comerciante

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Foto/Óscar Portillo

Por Óscar Portillo

2018-04-17 5:27:20

Las tenues lámparas de un viejo local ubicado en la cuarta Avenida Norte del Centro de San Salvador, iluminan las repisas con cientos de telas ordenadas por tonalidades y figuras de manera meticulosa. Su propietario, Héctor Bigit, ordena algunos botones y otros accesorios que tiene dentro de un estante. El día ha estado lento y al parecer su único visitante ese día será su gato que se pasea sobre los muebles.

En 1994 se inauguró El Corte Textil, y se especializaba en la venta de casimires, para confeccionar prendas de caballero. En ese momento don Héctor aseguró que la venta de telas pasaba por un buen momento, y contaban con una cartera de clientes de cerca de 300 sastres que llegaban cada mes.

Sin embargo, en el 2001 los precios de las telas aumentaron y desde la fecha el negocio ha ido en declive “uno ve que la economía del país muchas veces no da a las personas como para mandar a confeccionar su propia ropa”, agregó el comerciante.

Foto/Óscar Portillo

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El lugar está por cerrar y una clienta se acerca, ella es Gloria de León, una costurera que ha llegado desde San Luis Talpa a comprar materiales. Ambos empiezan a charlar y comentar que las ventas de tela y los sastres también se han visto en problemas debido a los crecientes negocios de venta de ropa de segunda mano y la ropa nueva importada desde China.

Según Bigit, el “boom” de la ropa usada inició en 1986, cuando los damnificados por los terremotos recibieron donaciones de otros países, al ver eso, los comerciantes vieron una nueva oportunidad de hacer negocio.

A ello, la costurera hizo la comparativa que un pantalón confeccionado por un sastre puede costar cerca de $30, mientras que un pantalón de segunda mano puede comprarse por $5. La clienta se retira y el gato de don Héctor se sigue paseando por el almacén, ellos dos y algunos clientes fieles que tienen puestos en el Centro Histórico, son los únicos que llegan a ese paraíso de la moda.