Hay brillo en los ojos de los niños al hablar sobre qué extrañan de las clases en sus salones, aunque algunos también reaccionan con temor, porque saben que el COVID-19 sigue activo en las calles; mientras, otros reaccionan con nostalgia al recordar las bromas con sus compañeros y la cercanía con la enseñanza de los maestros.
Para sondear cómo se sienten los estudiantes de primaria y secundaria, El Diario de Hoy platicó con algunos de ellos, con el aval de sus padres y encargados. En todos hay un palpable agotamiento por el periodo de más de un año en que han estado con clases distintas a lo que conocían, sea con apoyo tecnológico o con guías escritas, programas de radio y televisión u otros formatos.
Cuando el 6 de abril se reabran cientos de centros educativos en formato semipresencial en El Salvador, ya con algunos grupos de alumnos en las aulas, habrán pasado 391 días desde aquel 11 de marzo de 2020, cuando las autoridades de Salud y Educación decidieron enviar a sus casas a los estudiantes, para evitar contagios por COVID-19. Desde que inició la pandemia y hasta el 2 de febrero que incluyó el estudio de la UNESCO, El Salvador se colocó en el segundo lugar a nivel global como el país con más tiempo con los centros educativos cerrados, con 205 días, solo superado por Panamá, por seis días.
Diana Gabriela Camacho, de 10 años, dijo que las clases en línea le gustan poco, "porque no puedo ver a mis compañeros, cuando pregunto cosas al profe no contesta", y comentó que "ir a la escuela es bien bonito, puedo jugar con mis compañeras, puedo preguntar al profesor, y me gusta más ir a la escuela que las clases en línea".
Gerardo Blanco vio una ventaja al estar en casa, porque "me levanto un poquito tarde y no importa", expresó, sobre la versatilidad que permite la modalidad virtual; pero agregó que definitivamente "este año ya quiero ir a la escuela con mis compañeros, a correr y todo eso" en su kinder 5.
"Extraño a mis amigos y no puedo ver a mis maestras, eso no me gusta", dijo por su parte Leonardo Mena Girón, de siete años; pero luego dijo sentirse más tranquilo en su hogar, pues "en mi casa me siento seguro, porque afuera está el virus", consciente de que la pandemia por el COVID-19 no ha terminado.
Para Nicolle Flores, de nueve años, lo que más extraña es ver "a mis compañeras, a las maestras, y también extraño jugar con ellas e ir a basquetbol". Sin embargo, el haberse adaptado a las clases virtuales le ha servido para volverse "más responsable", y le parece cómodo recibir la enseñanza desde su casa, pues "si tengo una duda mi familia me puede ayudar, y he aprendido a usar más la tecnología". Aunque lamentó que "a veces hay fallas de wifi" y esto le impide recibir sus clases.
"Después de un año de pandemia, lo que más extraño es jugar con mis amigos, tener las clases presenciales y hacer deporte en las clases de educación física. De las clases virtuales, me ha gustado que he aprendido a ocupar mejor la tecnología", expresó por su lado el estudiante Luis Mateo Quintanilla.
Según el estudio realizado por la UNESCO y UNICEF para analizar el impacto del cierre prolongado de centros educativos a nivel global, dicho estudio concluyó que "ninguna tecnología de enseñanza remota puede reemplazar completamente la experiencia de aprendizaje en el salón de clase", y añadió que "aún frente a la creciente evidencia de que las escuelas no son agentes de la pandemia, demasiados países han optado por mantener sus escuelas cerradas".
Como una referencia de qué han hecho otros países, hasta el 2 de febrero pasado, el 53% de las naciones en el mundo ya habían reabierto totalmente las escuelas, y un cuarto de las escuelas a nivel global ya lo habían hecho de forma parcial. En la región de Latinoamérica y el Caribe, el 22% de sus países se mentenían con clases totalmente cerradas hasta esa fecha.
En El Salvador, la comunidad educativa se mantiene en vilo hacia cómo será esa modalidad semipresencial que arrancará el 6 de abril. Hay variedad de opiniones y posturas: estudiantes que desean correr a sus salones, pero también otros que tienen miedo; padres que optarán por enviar a sus hijos, pues quieren que socialicen con sus compañeros, pero al igual hay otros que escogerán la seguridad de su hogar.