El martes 30 de abril, cuando Manlio Argueta, director de la Biblioteca Nacional, solicitó al Ministerio de Cultura $100 para comprar plástico y proteger el archivo de periódicos que aún no estaban dañados por las fugas de agua en el edificio, la respuesta que recibió fue que no había dinero.
Un día antes, el lunes 29, la torrencial lluvia que cayó sobre San Salvador provocó el colapso de las tuberías y una inundación en la hemeroteca de la biblioteca, dañando decenas de ejemplares de periódicos publicados entre las décadas de 1960 y 1980.
“Pedimos 100 dólares para comprar plástico y nos dijeron que no había”, declaró el Director de la Biblioteca Nacional. “No contamos con ningún presupuesto para emergencias, ni para entender al público, ni para nada”, confirmó Argueta el domingo, mientras los empleados de la biblioteca seguían trabajando en las labores de secado del archivo histórico.
Aunque Argueta confirma que el proceso de secado se está haciendo de forma manual y artesanal, también asegura que el trabajo es lento porque se hace con el cuidado necesario para recuperar sin daños la mayor parte de los ejemplares.
Para ello comenzó a utilizarse papel absorbente para secado y al acabarse este material, hubo que utilizar hojas de papel bond para continuar con la tarea antes que aparezcan hongos en los periódicos y sea más difícil restaurarlos.
Manlio Argueta asegura que todas sus solicitudes al Ministerio de Cultura, con el propósito de gestionar soluciones ante el deterioro causado por las recientes tormentas, en los archivos y la estructura de la Biblioteca Nacional, no han recibido respuesta favorable.
De hecho, la ministra de Cultura, Silvia Elena Regalado, confirmó hace unos días que no hay presupuesto para el mantenimiento tanto de la Biblioteca Nacional como del Teatro Presidente, también cerrado por los daños de las recientes tormentas.
Por su parte, el director de la Biblioteca declara que no se le da mantenimiento adecuado al edificio desde hace 34 años y, según un grupo de ingenieros independientes que evaluó la estructura, las revisiones y tareas de prevención debieron ser periódicas y cada cinco años.
Argueta insiste en que es importante que se hagan los diagnósticos necesarios para determinar otros problemas de infraestructura que puedan ocasionar accidentes con el tiempo. “Se necesita un presupuesto grande. No es lo mismo pedir para plástico a reparar daños de tipo estructural”, señaló.
Para ello, el director ha recurrido a pedir ayuda a instituciones públicas y privadas que mantienen una relación de amistad con la administración de la Biblioteca Nacional y, en sus propias palabras, son varias las organizaciones y manos amigas quienes se han sumado para contribuir de manera positiva en recuperar el legado cultural e histórico plasmado en cada una de las páginas de los periódicos dañados.
Argueta sostiene que ingenieros de diferentes asociaciones e instituciones se ha acercado el edificio y han colaborado en inspeccionar lo ocurrido con la utilización de herramientas que han dado algunas respuestas sobre el porqué ocurrió la inundación y la información se dará a conocer en cuanto esté disponible.
De momento, las instalaciones de la Biblioteca Nacional se mantendrán cerradas al público por al menos por dos semanas, mientras se logra concretar el proceso de secado de todos los periódicos.
El escritor salvadoreño no descarta que haga falta más papel para concluir con la tarea y extiende una invitación a todo el que quiera colaborar.