Luis Fernando García Guzmán, tiene 18 años y estudia primer año de bachillerato opción contaduría. Como todo joven responsable, García Guzmán pretende ser contador para tener un empleo digno y ayudarle a su madre, quien se gana la vida para sostenerlo con un puesto de venta de verduras en la calle Delgado en el centro de San Salvador.
Desde el 24 de abril pasado, su madre y otros familiares lo buscan, pero la búsqueda no ha tenido éxito.
"Como que por arte de magia desapareció. Lo hemos buscado en hospitales, delegaciones policiales, en la morgue, donde él pasaba, voy al Instituto a cada rato a preguntar si por A o B razones ha llegado, pero nada, no me dan información de él", dijo su madre.
Ella recuerda que la mañana del 24 de abril pasado, Luis Fernando llegó a eso de las 8:30 de la mañana al puesto de venta a traer dinero para su comida. Él le dijo que regresaría a la casa porque tenía que hacer tareas.
La última vez que lo vieron fue en las cercanías del paso a desnivel del bulevar Venezuela, abajo del edificio de la Policía Nacional Civil (PNC) conocido como El Castillo.
Una vendedora, amiga de su madre, le recomendó que se fuera para el puesto de su mamá. Esa fue la última persona conocida que lo vio.
Vestía un pantalón café, camisa deportiva manga larga blanca y con un bolsón beige, según dijo la testigo.
Su madre lo único que sabe es que Luis Fernando tiene una novia que es compañera de estudios, pero no sabe como se llama ni quien es. Una amiga le contó que su novia le llamaba de manera insistente a su teléfono celular que lo vería ver. Su madre no puede asegurar si la novia de su hijo podría estar vincuada a la desaparición de su hijo.
"Que Dios tenga misericordia. Mi hijo no es una mala persona", dijo su madre.
A ella le desconcierta la desaparición de su hijo porque siempre obedecía las órdenes que ella le daba. Siempre le avisaba cuando llegaba a su casa y cuando salía de la misma. También hacia donde iba y lo que iría hacer.
"Él me decía que no me quería dejar sola. Confío en Dios en que aparecerá", dijo su desconsolada madre.
Ella aseguró que comenzó a tener sospechas de su desaparición desde que una compañera le hablo para preguntarle por él porque habían quedado de reunirse al mediodía del día que desapareció.
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Como a las 4:00 de la tarde le volvió a llamar para preguntarle si él estaba en la casa porque no había llegado a la reunión para trabajar en las tareas educativas.
Como no daba señales de que estaba en algún lugar de los que frecuentaba, entonces su madre fue denunciar su desaparición a la Policía donde le dijeron que tenía que esperar 72 horas para registrar la desaparición.
"Mi única esperanza es Dios, que sea la voluntad de él", dijo la madre.