Débil institucionalidad, un obstáculo para la integración centroamericana

La Fundación Libertad y Desarrollo organizó un foro dedicado al potencial del istmo si se unifica. Este artículo explora cómo el débil estado de derecho puede dañar ese proceso.

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Alejandro Giammattei, presidente de Guatemala, durante una conferencia a principios de marzo en la que adelantó medidas para eliminar fronteras y aduanas. Foto EDH / Cortesía @Guatemalagob

Por Ricardo Avelar

2020-03-08 4:39:28

“Llamémosle como le queramos llamar, comunidad económica, unión o lo que sea, pero lo importante es que hay que hacerlo ya: hay que unir a Centroamérica”. Estas resonantes palabras capitalizaron el discurso que el pasado miércoles 4 de marzo dio Alejandro Giammattei, presidente de Guatemala, en el V Encuentro Ciudadano organizado por la Fundación Libertad y Desarrollo de ese país.

Este encuentro giró en torno al prospecto de unión económica del istmo para explotar el potencial de productividad de una región. En su discurso, el mandatario del país vecino afirmó que estamos en el punto clave para tomar una decisión: o seguimos solos y pequeños o somos un referente de madurez política y procedemos a esta unión.

Sus palabras fueron aplaudidas por los más de 1,000 asistentes, entre quienes estaban personajes importantes de la academia y los sectores empresariales y algunos políticos de todos los países que componen la región.

En el foro, diversos expositores (entre los que se encuentran emblemáticos expresidentes y exfuncionarios de gobierno iberoamericanos, intelectuales y hasta el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo -BID) dieron cuenta del enorme potencial de Centroamérica. Con 499,000 kilómetros cuadrados, más de 50 millones de habitantes, una ubicación especial entre mercados importantes y un PIB que combinado suma los $274,000 millones, el istmo puede pasar de ser un cúmulo de países pequeños y aislados a la sexta economía del continente y la número 43 a nivel mundial.

En vista de estos datos, el presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo, Dionisio Gutiérrez, lanzó un reto a las élites de los países a empezar a construir una nación unificada y uno mayor a los mandatarios de la región: “Ustedes tienen la oportunidad de ser próceres de esta gran unión”.

El reconocido empresario guatemalteco advirtió que de no hacerlo, se puede desperdiciar una histórica oportunidad de avanzar al futuro. “Y si no hay progreso”, lamentó, “la gente se va”, en referencia a los cientos de migrantes que abandonan día con día el istmo buscando llegar en condiciones riesgosas a Estados Unidos y las crisis humanitarias que este fenómeno genera.

La débil institucionalidad

En un vídeo expuesto en el foro ciudadano, una imagen resultó curiosa. Aparecían las caras de cada presidente de la región, salvo la del nicaragüense Daniel Ortega, de Nicaragua, quien lidera una cruel dictadura en su país.

Durante el foro, la Fundación hizo numerosos llamados a salir de la represión y los abusos de poder en este país y en lugar de invitar a una delegación gubernamental, contaron con la participación de importantes figuras académicas y empresariales que juegan un rol de oposición en ese país.

Pese a estas alusiones al régimen de Managua, poco se habló de la débil institucionalidad y las amenazas en los otros países. En una región que bien asemeja una familia disfuncional, la debilidad de estado de derecho en casi todos los países podría socavar las bases de un esfuerzo de integración.

Por ello, El Diario de Hoy abordó después del evento a algunos participantes para conocer su visión sobre un tema que se tocó poco en el foro.

Al ser consultado por este medio, Dionisio Gutiérrez reconoció que “hay que entender el desarrollo integral como una moneda de dos caras: una es la plataforma institucional donde se construye el estado de derecho y las instituciones que garantizan las libertades de las personas. Y la otra cara son las condiciones para el crecimiento y solución de los problemas sociales. No pueden ir separadas”.

Sin embargo, admitió que es complicado trabajar ambas al mismo tiempo, por lo que llamó a aprovechar las oportunidades “para empujar al menos una de las dos caras”. Eso sí, el empresario no titubea al decir que el problema de fondo de Centroamérica no es de crecimiento sino de “subdesarrollo político”, con débil institucionalidad y poca profesionalización de la gestión pública.

El diputado guatemalteco Samuel Pérez, del Movimiento Semilla, fue menos optimista que Gutiérrez. A su juicio, el tema de la institucionalidad no se reflejó ni en los discursos durante el encuentro ni en los invitados al foro, como es el caso del presidente hondureño Juan Orlando Hernández, quien al final se excusó de participar en el evento, o de su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele, quien menos de un mes antes del foro entró con militares al Congreso para amedrentar a los diputados.

Ambos, a juicio del legislador, tienen un récord cuestionable, por lo que cuestiona cómo se condenó a Ortega pero no a acciones de Hernández o de Bukele.

Excluir el tema de la institucionalidad y centrarse exclusivamente en lo económico es, a juicio de Pérez, peligroso. “Entiendo que la intención es caminar hacia el ejemplo de la Unión Europea, pero intentar eso sin la institucionalidad necesaria podría tener consecuencias no intencionadas que impactarían en las variables estructurales”, dijo.

En el mismo sentido se pronunció Luis Mario Rodríguez, director del Departamento de Estudios Políticos de Fusades: “Es muy difícil avanzar en la integración sin asegurar antes que el sistema de control y la institucionalidad en general funcionarán como es debido, garantizando reglas claras y estabilidad política”, afirmó.

Este abogado y politólogo salvadoreño llamó a repensar un modelo que ponga al centro las libertades y la democracia, al tiempo que advirtió no seguir los pasos del vecino más problemático de la región: “Nicaragua nos mostró claramente la forma en que se desmantelan las democracias en el siglo XXI. El régimen promovió las inversiones y ofreció “seguridad jurídica” a los empresarios. “A cambio, los Ortega -Murillo secuestraron las instituciones”, dijo.

Ese oscuro pacto, explica Rodríguez, colapsó durante la crisis del 18 de abril de 2018, momento desde el cual se exacerbó la represión del gobierno, que ha asesinado opositores y mantiene presos políticos.

“Este es un buen espejo en el que debe reflejarse Centroamérica, entendiendo que el éxito económico combinado con una frágil institucionalidad puede derivar en un sistema donde, a la larga, se impondrá un régimen que afectará el desarrollo económico, porque las reglas no serán predecibles ni sujetas al Estado de derecho, sino que dependerán del gobernante de turno”.

Al insistir en este punto y el caso nicaragüense, Dionisio Gutiérrez reconoce que si no se atienden esos vacíos, el crecimiento económico servirá solo para beneficiar a algunas élites, en ocasiones cercanas a los poderes políticos, y no a la población en general.

Sin embargo, vuelve a llamar a no desperdiciar la oportunidad de apostarle al crecimiento y así generar más oportunidades.

“Necesitamos dejar de ser países donde se depende de remesas o narcotráfico, en los próximos años si no somos capaces de generar una visión de largo plazo para la región, nos convertiremos en narcoestados fallidos y criminales. Entonces las élites se darán cuenta de la estupidez que han cometido en ser tan indiferentes con la política y el fortalecimiento institucional”, advierte el empresario.

¿Integración como constructora de instituciones?

Además de abogar por no perder el impulso actual, Dionisio Gutiérrez ofrece otro punto a favor de la unión centroamericana: puede ayudar a armonizar legislación que beneficie al comercio, pero también aspectos de seguridad, migración y hasta temas sanitarios y ambientales.

“En este momento somos islas y cada país puede hacer sus propias recetas para el desastre. Aunque estemos pegados, funcionamos como islas”, lamenta el presidente de Libertad y Desarrollo.

Por ello, llama a ver casos como el de Mercosur o de laUnión Europea, donde la unión aduanera catalizó una serie de condiciones institucionales “que como miembro te genera más experiencias de certeza jurídica e infraestructura” para responder a demandas económicas y ciudadanas.

Insiste Gutiérrez: “En Centroamérica estamos en el punto en el que o hacemos algo o caemos en la irrelevancia. Esto es peligroso, quedar congelados en el tiempo como una región perdida, olvidada e irrelevante”.

Integración sin presidentes

La apelación económica y comercial a la unificación es fuerte. Los discursos sonaron convincentes y el espíritu general del evento fue de optimismo por una región con potencial. Sin embargo, algo más resaltó en estas jornada: la ausencia de los mandatarios centroamericanos, a excepción del guatemalteco, Alejandro Giammattei.

Según Dionisio Gutiérrez explicó en el evento y luego en particular a El Diario de Hoy, los mandatarios de Honduras, Costa Rica y El Salvador se excusaron por “las diferentes crisis” en sus países. Pese a las ausencias, afirma que hay un compromiso de estos gobiernos de dar seguimiento a lo ahí conversado y hay voluntad política para dar los primeros pasos.

De hecho, el presidente Giammattei fue un paso adelante y expresó su intención por firmar un tratado tripartito para poder efectuar órdenes de captura de un país del Triángulo Norte (Honduras, Guatemala y El Salvador) en cualquiera de los otros dos. Una vez se tenga eso, dijo, “estamos listos para eliminar todas las fronteras y aduanas con estos países”.

Quien sí asistió al evento y vio con buenos ojos los esfuerzos fue el alcalde de San Salvador, Ernesto Muyshondt. Al ser abordado por este medio al respecto, opinó que la unión de esfuerzos y economías es clave en la región y destacó el rol que los privados juegan en el proceso. “Los políticos son pasajeros en sus puestos, pero los empresarios son permanente en sus países. Es clave que impulsen a los políticos a trabajar por la integración y se sepa vender los beneficios que traería para los 50 millones de centroamericanos”.

Sobre los riesgos institucionales, el edil capitalino consideró que “debería ser fácil integrar esfuerzos inicialmente entre los países democráticos de la región y cuando Nicaragua ojalá retome la democracia se le puede incluir. Por eso es más fácil partir de lo económico que de lo político. Deben ser los del sector privado quienes lideren el esfuerzo, más que los políticos”.