Daniel Moya: "La lección es evitar llegar a la situación en que se encuentra Nicaragua"

El periodista español, Daniel Moya, documentó el deterioro democrático en Nicaragua y en su trabajo reflexiona sobre las consecuencias de detectar acciones autoritarias y no cuidar la democracia.

El periodista español, Daniel Moya, fue testigo directo de las protestas de 2018 en Nicaragua y mediante el documental "Patria Libre para Vivir" ofrece una reflexión sobre cómo ocurrió el deterioro democrático en ese país.

Por Marvin Romero

2021-11-10 3:32:54

El periodista español, Daniel Moya, vivió durante varias semanas las protestas y levantamientos ciudadanos de 2018 en Nicaragua. De las grabaciones de esos días, surgió el documental Patria libre para vivir, un recorrido por los principales hechos que llevaron a la ruptura de la democracia en el país centroamericano y las consecuencias que derribaron en su realidad actual.

El material se proyectará, por primera vez al público abierto en El Salvador, el próximo jueves 11 de Noviembre en el Centro Español, a las siete de la noche. Ya se presentó en ciudades como París y Madrid, además de en las comunidades de exiliados nicaragüenses en Costa Rica. En opinión de su autor, la cinta es un reflejo de lo que sucede cuando no se cuida la democracia.

¿Cómo llegas a interesarte en la realidad de Nicaragua?

Tengo una vinculación muy grande con Nicaragua desde hace casi 17 años. Siempre he estado muy pendiente y muy informado de todos los procesos sociopolíticos que tenían lugar en el país. No era una situación que me resultara ajena y cuando volvió Ortega al poder, comencé a ver cómo se iban cerrando espacios democráticos. Comencé a seguir con mucho interés las primeras marchas que se produjeron en Nicaragua. Los campesinos salieron a marchar, las feministas ya estaban marchando también contra Ortega. Ya había un caldo de cultivo importante y se venían produciendo marchas y protestas importantes.

 

¿Cuándo decides viajar al país?

En abril de 2018, los jóvenes salen a las calles para protestar y recibí las primeras imágenes que me mandan amigos sobre la represión, suceden los primeros muertos y ahí me doy cuenta de que lo que está pasando no son unas protestas más. No es lo que veníamos viendo el año anterior, sino que lo que estaba pasando era una cosa mucho más importante, mucho más seria y tengo la necesidad de verlo con mis propios ojos, de poder contarlo porque siento que la única forma que yo tengo de ayudar y de colaborar es filmarlo y poder hacer una película. Al principio estoy dudoso de si hacerlo o no, porque conozco el peligro que eso iba a conllevar. Fue hasta que tuve una conversación, en Granada, en España, en mi ciudad, con una nicaragüense, muy buena amiga, que además es hija de la gran poeta salvadoreña-nicaragüense, Claribel Alegría, cuando me decidí. Ella me dice, en esa conversación: Daniel, vos tenés que estar en Nicaragua y filmar eso. Y ahí tomé la determinación.

 

¿Fue difícil entrar?

Yo no podía llegar con el equipo de filmación y entrar por el aeropuerto. En esos días no dejaban entrar a periodistas, igual que ahorita no han dejado entrar a periodistas para la elección. Entramos por tierra, por una frontera poco convencional.

 

¿Qué fue lo primero por hacer?

Yo había hecho un trabajo previo de producción, de ver a qué personas iba a entrevistar. Pero en esos días comienza una operación de la dictadura en Nicaragua, que es la operación casa por casa, en la que van persiguiendo a todos y cada uno de los líderes principales de los distintos sectores de la población. Ya no pude acceder fácilmente a la gente con la que iba a hablar, porque estaban escondidos, estaban en casas de seguridad. Los primeros tres días, yo también estuve solo en casas de seguridad. Yo no podía mostrarme porque iba a sucederme lo que le estaba pasando a todos los documentalistas que estaban allá, que eran detenidos, le quitaban todo el material y los deportaron.

 

Bajo ese precedente, ¿cómo consigues arrancar?

Por suerte se generó la circunstancia propicia para poder hacer la primera entrevista en un lugar oculto, generar la confianza suficiente para que las personas que estaban escondidas confiaran. A mí me interesaba llegar a las principales voces de la oposición a Ortega, que en ese momento eran muy diversos sectores, desde los estudiantes, los campesinos, la Iglesia católica, las feministas y toda esa gente estaba escondida y temerosa. Conseguimos llegar al sector de estudiantes y conseguimos entrevistar a algunos de los principales líderes y a partir de ahí ya todo vino en cadena, ya se generó esa confianza para que me permitieran llegar a esas casas de seguridad.

 

¿Cuánto duró la estadía en Nicaragua?

Un poco más de un mes.  Un día recibí la llamada de alguien de absoluta confianza, me dijo: Daniel, la seguridad del Estado sabe que estás aquí. Están tratando de localizar dónde estás y te van a caer en cualquier momento, tienes que salir del país ahora. En ese mismo momento empacamos todo el equipo. Entonces empacamos todo y salimos. En menos de tres horas, después de esa llamada, estábamos fuera del país por tierra. Salimos por Costa Rica.

 

Vivieron de cerca la clandestinidad del escape y el exilio…

Claro, en el momento en el que se está produciendo todo esto, las calles están tomadas por los paramilitares. Nosotros intentamos ser lo más discretos que se pudo, pero siempre veíamos pasar las camionetas cargadas de paramilitares. En esos días ya no había marchas ni protestas porque están prohibidas. Entonces se palpaba un miedo permanente Hay una evidencia de que la seguridad del Estado está vigilando absolutamente todo. Las casas de seguridad son sitios con unas condiciones deplorables, lugares en los que pasa dos o tres días como mucho. Eso en 2018. A día de hoy es peor. El último mes, previo a la farsa electoral del pasado domingo, hubo una cantidad tremenda de detenciones, de perseguidos que se esconden en esas casas de seguridad.

 

¿Conocidos?

Queda muy poquita gente dentro del país disidente al régimen de Ortega y, además, los que quedan están escondidos, siguen escondidos en casas de seguridad y los que deciden llevar una vida normal son conscientes que están siendo vigilados. Ayer hablaba con una socióloga y periodista muy prestigiosa en Nicaragua, que no deja de hacer denuncia pública. No ha salido del país y ella es consciente de que le van a caer en cualquier momento. El Estado en Nicaragua ha generado un sistema legal con la creación de leyes que no son otra cosa que herramientas para perseguir a quienes son críticos. Eso ya es un motivo para ser encarcelados. Por poner cualquier cosa contra Daniel Ortega, en redes sociales, ya es motivo para que te puedan llevar a prisión o te secuestren sin ningún tipo de garantía jurídica.

 

¿Cuál ha sido el impacto de la película en la comunidad internacional?

Afortunadamente tenemos una incidencia grande con el colectivo de derechos humanos y de exiliados, que han convertido a la película en una bandera para ellos, una bandera de memoria sobre todo. Y es eso, un ejercicio de memoria de qué es lo que ha pasado en Nicaragua, lo que está pasando y lo que no debe de olvidarse jamás. No es una cuestión de política, de derecha o de izquierda, es de violación de los derechos humanos, de crímenes de lesa humanidad. Para los nicaragüenses en el exilio, la película se ha convertido en un símbolo.

 

¿Qué ha cambiado desde entonces?

Al final de la película hay un rótulo con la cifra de exiliados, ahora hay más. Hay más encarcelados, hay más víctimas mortales. Las condiciones en el país han empeorado muchísimo, desde lo económico a la libertad. No hay libertad de prensa y eso es fundamental. El papel de la prensa independiente en Nicaragua ha sido fundamental. Ya casi no hay medios críticos dentro del periodismo independiente. Se está haciendo desde el exilio. Han cambiado muchas cosas para peor. Casi todo ha cambiado a peor. Eso es Nicaragua, una farsa electoral como la del domingo, eso ha quedado.

 

¿Qué lecciones nos deja esta ventana que nos abres a la realidad de Nicaragua?

Que la democracia es poderosa y frágil, a la vez. Que cuando comienzan a surgir indicios de golpes a la democracia es cuando hay que actuar. Que hay que hacer todo lo posible para no llegar a situaciones como a las que se ha llegado en Nicaragua. Esa es una lección para todas las sociedades del mundo. Entonces, cuando hay indicios de que en una sociedad empiezan a romperse los valores democráticos, hay que tener mucho cuidado y evitar por todos los medios pacíficos que se derive hacia situaciones que ya son irreversibles. Cuando se llega a unos niveles en los que ya el sistema ha sido absolutamente colapsado por los partidos autoritarios, no queda mucha más opción. Entonces creo que la principal lección: hay que defender la democracia.