Luego de quedarse sin el trabajo que tenía, como efecto de la pandemia por covid-19, Josue Bartolomé Vásquez, de 21 años de edad, decidió a continuar haciendo lo que más le gusta desde que tenía 12 años: instaló una silla plástica en el corredor de su casa para continuar su trabajo como peluquero.
Tanto agradaron sus cortes de cabello a los hombres del cantón Valle Nuevo, en el municipio de San Carlos, Morazán, que Josué con sus ahorros logró instalar en el patio delantero de la casa de sus padres una cabina metálica color rojo, donde ahora funciona su peluquería.
“Son cinco años que pasé trabajando en San Francisco Gotera, pero por la pandemia el negocio cerró y me quedé sin trabajo. Desde hace siete meses trabajo en casa y llevo de estar instalado a la orilla de la carretera tres meses. En un inicio la gente no tiene mucha confianza, pero cuando ya lo van conociendo a uno y ven los cortes, van prefiriendo venir”, comenta.
Como Josué, otros peluqueros han tenido que dejar sus trabajos debido a la falta de clientes y los altos precios en el alquiler de locales, pue “lo de la pandemia ha afectado mucho, varias personas se están moviendo para otro lado”, explica el joven barbero.
Agrega que su sueño es contar con un local más grande y ayudar a otros jóvenes de su cantón para que puedan aprender el oficio y así trabajar juntos, “pero estoy orgulloso de lo que tengo” al ver su cabina roja instalada sobre la carretera Ruta de Paz, 200 metros antes de llegar al desvío de San Carlos.