Sociólogo estaba en cuarentena y se enteró de la muerte de su hijo

Luis Monge buscó apoyo en la Procuraduría y en diputados para que salir del aislamiento y estar en el entierro de su hijo.

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Imagen de hace pocos años de Luis Monge (Izq.) y su hijo, Misael. Un accidente de tránsito terminó con la vida de Misal el 18 de abril pasado, cuando su padre estaba en cuarentena. Foto EDH / Cortesía

Por Carlos López Vides

2020-04-20 10:25:01

En medio de la cuarentena, Luis Monge, sociólogo de 60 años, recibió la noticia el sábado 18 de abril, con una llamada de su familia a las 2 p.m.: uno de sus cinco hijos, Misael, había muerto a sus 35 años en un accidente de tránsito, cuando un auto le hizo perder el control de su motocicleta y perdió la vida en el Bulevar Constitución.

Monge llevaba desde el 6 de abril esperando la respuesta a la prueba de COVID-19 que le habían hecho. Él no podía salir a acompañar el entierro de su hijo.

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“Sentí impotencia, ¿qué podía hacer por mi hijo? Nada. Ya estaba muerto. ¿Qué hacer en ese cuarto encerrado? En medio del dolor, comenzar a llamar gente, y pedirles, todavía en shock, que me ayudaran”, cuenta hoy Monge, quien logró salir de la cuarentena ese mismo sábado.

Consiguió abandonar el centro de contención “después de hacer múltiples gestiones con la Procuraduría general, con la Procuraduría de Derechos Humanos, el diputado de Cambio Democrático y algunos de GANA y el Frente; finalmente procesaron la prueba, porque no lo habían hecho. Después de 12 días, como a las 7 de la noche de ese sábado 18 de abril, me llaman para decirme que mi resultado es negativo, y que va a proceder el alta. Eso se llama discrecionalidad. No puede ser que el país se siga administrando de esa manera. Ahí es donde veo la mayor injusticia”, critica.

Foto reciente de Misael Monge (QEPD) y su padre, Luis (Izq.).
Foto EDH / Cortesía

“Por ejemplo, con nosotros estuvo un compañero, que venía de Guatemala el mismo día, venía al entierro de su abuela, al cual nunca llegó. Gracias a Dios yo pude salir para despedir y honrar de manera digna a mi hijo”, reflexiona Monge.

La muerte de su hijo ha sido una estación más en un Vía Crucis que ha tenido al virus como generador de dolor. Inició el 11 de marzo, cuando hizo viaje del día a Guatemala. Monge es presidente de la Asociación de Sociólogos de El Salvador, y se reunió con colegas en ciudad de Guatemala para organizar el 17o. Congreso Centroamericano de Sociología. Monge sabía que ya había ciertas restricciones migratorias, pero en medio “el Presidente cambió las reglas” y, por dos noches, le tocó dormir en su carro en Las Chinamas, al intentar regresar.

“Toda la gente que quedó atrapada ahí, incluso niños y ancianos, durmieron en el suelo, niños durmiendo en maletas” como colchones, narra Monge.

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El 14 de marzo los trasladaron a la Villa Centroamericana. “Cuando llegamos era inhabitable. Uno no espera condiciones de lujo, pero sí de dignidad humana. El Gobierno ha manejado de manera muy precaria, casi irresponsable, los centros de contención. Estaba sucio, no había camillas, sin equipo médico, una señora colapsó tirada en un suelo sucio, yo estallé y salí a decirle a los medios, que estaban ahí, que era injusto, que era inhumano”.

Tras 15 días ahí, donde acepta que las condiciones mejoraron, fue trasladado al hotel de Agape, Sonsonate. Ahí, junto a otros adultos entre 60 a 80 años, los tuvieron en una cola de dos horas para ingresar, de madrugada. Y cuando Monge se quejó, “un policía llegó y nos dijo ‘¿qué les pasa a ustedes? Aquí están a la orden el Estado, ustedes no deciden nada, y cualquier cosa, pues los vamos a alinear’”, narra.

Cuenta Monge que se deprimió, que no podía ni escribir cuatro líneas, que apenas logró leer un libro. Hasta que el sábado, en plena cuarentena, la muerte de su hijo y el clamor por ayuda lo hicieron salir.