“Le doy el reporte y tiene derecho a tres preguntas. Es todo”. La respuesta a los familiares que tienen ingresados a pacientes con COVID-19 en red pública nacional

Tener ingresado a un ser querido con COVID-19 implica, además de la angustia propia de la enfermedad, la escasa o casi nula oportunidad de obtener información.

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El hospital General del ISSS ya se superó su capacidad para más pacientes. Foto EDH/ Jorge Reyes

Por Tania Urías

2020-07-21 11:35:04

Por disposiciones del ministerio de Salud están prohibidas las visitas y se dispone de una hora diaria para marcar un número telefónico y obtener información del paciente. ¡Una hora! y si no lo logra, debe esperar al siguiente día.

“Le doy el reporte y tiene derecho a tres preguntas. Todos los días puede llamar de 11:00 a 12:00, solo una vez al día, sino logra la llamada, debe probar hasta el día siguiente”, bajo esa advertencia hecha por el médico, Carla A. Toma todos los días el teléfono y marca insistentemente, para obtener información de su hermano, ingresado por COVID-19 en el hospital General del ISSS desde el sábado pasado.

Antes de las once de la mañana se alista con el teléfono en mano para marcar sin parar. El tono es siempre ocupado y mientras mira el reloj, en su cabeza golpea la advertencia “Solo tiene una hora, sino, debe esperar hasta el siguiente día”.

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Para esta joven que ingresó a su hermano inconsciente y con una saturación de oxígeno de 81 ( lo normal es arriba de 90), la angustia por obtener información es constante.

No se queja, de hecho agradece que en medio de todo, haya una hora disponible para llamar.

“Pobrecitos los médicos están ahí, una hora sentados atendiendo a tanta gente, que una debe apurarse”, dice.

Carla entiende que debe hablar rápido y tener claro lo que va a preguntar. La primera vez, no sabía ni qué consulta hacer. Hoy, prepara en un papel sus tres preguntas clave, no siempre entiende al médico, que habla en sus términos, pero al menos es un triunfo lograr comunicarse.

Su hermano lleva cuatro días ingresado y aunque la información es mínima, no hay otro recurso para obtener datos sobre él. Las autoridades del hospital han dispuesto una hora diaria para brindar información y ella debe marcar sin parar, hasta que caiga la llamada.

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“El doctor me dijo la última vez que en una hora recibe hasta 20 llamadas, la demás gente no lo logra”, cuenta Carla.

De ahí que la conversación con el especialista es rápida, concisa, no dura más de tres minutos, a veces cinco y Carla se apresura porque sabe que hay otros como ella, esperando que desocupe la línea.

Las visitas en el hospital están prohibidas y a su hermano no le permitieron quedarse con ningún teléfono, así que no queda de otra.

Llamar, y ante el tono de ocupado, colgar y marcar de nuevo, hasta que por fin la voz ronca del médico suene al otro lado. “Ahí me llega el alivio”, dice la joven.

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Como Carla, decenas de familiares que no disponen de otro recurso para obtener información de sus seres queridos viven similar drama, todos los días, por semanas enteras.

El hermetismo es tal, que aunque Carla se ha acercado al hospital a intentar obtener algún dato, la respuesta siempre es la misma: “Está prohibido dar información de pacientes COVID, llame de 11-12, tiene una hora para lograr comunicarse”.

Según el último reporte del gobierno hay 5,265 casos activos y solo el lunes, se tuvo uno de los picos más altos con 375 casos nuevos de COVID-19 y ocho fallecidos. Pero se presume que la cifra puede ser mucho mayor por la poca transparencia de los datos.