El miedo al COVID-19 genera discriminación en la sociedad salvadoreña

La falta de información de cómo se transmite el virus, así como la desconfianza en el sistema de Salud, provocan que la población reaccione con temor y rechazo. Dos médicos ven actitudes similares a cuando el país enfrentó la epidemia de VIH

descripción de la imagen
La población salvadoreña desconfía de las autoridades de Salud del país. / Ilustración EDH

Por Carlos López Vides

2020-05-01 4:00:45

Abrazar a una persona con VIH positivo no provoca contagio. Parece una obviedad ahora, en mayo 2020. Abrazar a un niño con Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), tampoco nos hace portadores del virus. Lo sabemos hoy, pero hace pocos años nuestro país vivía una epidemia de VIH, tras el primer caso detectado en 1984, y su avance hacía que la población rechazara a quienes portaban el virus. Había miedo, discriminación, pánico. Emociones similares a las que hoy denotan muchos salvadoreños ante el COVID-19, como lo señalan dos médicos expertos, el internista e infectólogo Jorge Panameño y el pediatra Luis Guillermo Castaneda.

Castaneda es coordinador de la clínica de VIH del Hospital Bloom, y presidente de la Asociación de Pediatras de El Salvador. Él opina que las personas que rechazan a los infectados por COVID-19, o a quienes acaban de salir de albergues de contención, actúan así porque no entienden cómo se transmite la enfermedad y porque no confían en el trabajo de las autoridades de Salud del país.

Te puede interesar: Una icónica tienda de discos se despide ante el impacto de la pandemia

“Veíamos exactamente el mismo comportamiento de la gente, una situación de miedo, de temor, de ignorancia, de estigmatización de las personas con VIH, precisamente porque las veían como un riesgo. Y como desconocían la forma en cómo se transmitía, no se acercaban a estas personas, no las querían tocar, no querían tener ningún tipo de relación. Ahora, el COVID-19 es una enfermedad nueva. No se conoce todas las formas y circunstancias en las que se puede transmitir, más todos los fake-news en los medios… eso genera temor en la gente y una reacción de ese tipo, una reacción deshumanizada, que no es solidaria para con nuestro personal de Salud ni para la gente que ha pasado más de un mes metida en confinamiento”, explica.

“La gente tiene miedo, está en pánico, porque que se le ha hablado sobre la situación (COVID-19) como algo que tiene una mortandad enorme. Es penoso, porque nos hace retroceder a la época de la peste bubónica, a tiempos medievales. Algunas conductas son motivadas por la ignorancia, por la falta de conocimiento”, añade Panameño.

El año pasado, en promedio, se detectó tres nuevas personas infectadas por VIH cada día, según datos del Minsal. En el caso del COVID-19, desde que se decretó la pandemia en el país ha habido 395 casos detectados, según datos oficiales del Gobierno, hasta el jueves al mediodía.

Es temor, no maldad

La combinación de ambos factores lleva a acciones que se han visto en la sociedad salvadoreña últimamente, en casos tan extremos como enfermeras o médicos a quienes se les obliga a bajar de unidades de transporte público, y hasta abandonar las colonias donde viven; o cuando empresas de comida a domicilio se niegan a enviar alimento a personal de Salud en los hospitales.

Las personas sienten desconfianza ante la falta de comprensión de cómo se transmite el virus. / Ilustración EDH

“Vamos a comenzar a ver situaciones complejas. Oía de algunos alcaldes que ya no quieren dejar entrar a los camiones que llevan abastecimiento, por el miedo que tiene la gente. Y al saber que el personal de Salud está en primera línea y en contacto con el virus, hay temor de que haya un ‘contagio generalizado’”, lamenta Panameño, quien sugiere “poner más énfasis en cómo el virus se transmite y cuáles son las medidas de prevención”.

En una plenaria reciente, la tos seca de una diputada, en un video que se hizo viral en redes sociales, llevó a que el presidente Nayib Bukele sugiriera que había que tomar medidas sanitarias en la Asamblea Legislativa, lo que provocó tensión y casi una desbandada de personas en el lugar, aterradas por la posibilidad de quedar dentro de un cerco sanitario en el Palacio Legislativo.

“Es puro desconocimiento de las características de cómo se está manejando la pandemia, desde la falta de conocimiento de la transmisibilidad del virus, y de todos los cercos y medidas de prevención que se están haciendo, para que tanto el personal sanitario como las personas que han estado en cuarentena, puedan deambular libremente. Hay falta de confianza en nuestro sistema de Salud y en nuestros procesos de sanitización y limpieza de todas estas personas”, analiza Castaneda.

Preocupa a Castaneda que haya expresiones de discriminación alrededor de esta enfermedad, que impactan en el pensamiento de las personas. La diputada Milena Mayorga de ARENA, por ejemplo, exigió recientemente que mejoraran las medidas sanitarias en la Asamblea, porque consideró que había riesgo ya que algunos diputados hacían trabajo en el territorio, en lugares como Santa Ana o Morazán.

El profesional de la medicina aclara primero que “no la tengo como alguien con mucho criterio científico, creo que tiene otras prioridades y no debería meterse en estos temas”, y luego añade que “es una discriminación muy seria, y una implicación basada en nada, porque todos estamos expuestos ante la enfermedad, no necesariamente tiene que ser más susceptible alguien que está en un cantón a alguien que está en la ciudad”.

El virus y la cuarentena han cambiado muchas formas de relacionarse en la sociedad salvadoreña. / Ilustración EDH

En todo caso, explica el doctor, “si lo tenemos que ver así, desde el punto de vista de hacinamiento, estamos más en riesgo los que vivimos en ciudades, donde hay más gente, que los que viven en lugares donde hay amplitud, donde hay espacio entre uno y otro, como ejemplo en el campo”.

También califica de “nefasto” que haya funcionarios que ocupen como una especie de amenaza el enviar a las personas a centros de contención para que se contagien.

Están punificando la enfermedad, haciéndola como un castigo. Es como cuando le decimos a los niños, ‘si no te vas a portar bien, te voy a dar un cinchazo’. Nosotros, los profesionales de Salud, tratamos de ver la enfermedad en cuestión de factores positivos, de que la población acate las medidas por el bien de su salud. No es ‘hágalo, y si no, sufra las consecuencias’”, reflexiona.

Los que vuelven

Castaneda considera además que no hay que estigmatizar a las personas que salen de los centros de contención o que vienen de cumplir cuarentena en el extranjero.

Más información: Cancillería presenta informe para repatriar a salvadoreños en el exterior

“Hay que tener en cuenta que las personas que están en una situación de riesgo, en el extranjero o en un centro de contención, no están ahí porque quieren estar, no es por su voluntad. Están porque la situación así lo dio, y porque las medidas que tomaron para evitar contagio a más población, les obligó a estar así. Esas personas están viviendo incertidumbre en cuanto a la enfermedad. Si los que estamos afuera (de los centros de contención) tenemos miedo, más tienen ellos”, comenta el pediatra.

Pide, además, mayor confianza en las decisiones del Ministerio de Salud, pues “en teoría, estos centros de contención están diseñados para que el tiempo nos diga qué personas ya están libres para no ser un riesgo para el resto de nosotros. Al principio, cuando empezaba la enfermedad, no se sabía el período en que una persona contagiada podía estarla transmitiendo. Ahora se conoce más, son 14 días entre el momento en que se infecta y aparecen los síntomas. Están en esos centros de contención para pasar ese tiempo, y darle chance a la enfermedad a que se manifiesta, y si lo hace, tomar las medidas. Pero si pasa ese tiempo, es porque ya no hay posibilidad de que se pueda contagiar en esa situación”.

Sin embargo, el médico acepta que “la gente no le tiene confianza a eso, y piensa que el virus va a estar eternamente en el cuerpo de alguien que estuvo infectado, y que los va a seguir infectando. Mientras uno no tenga esa certeza, no va a poder confiar en las demás personas”.

Esta desconfianza, opina Panameño, “es debido a la percepción que hay de que ir a un centro de contención equivale a infectarse, o que ir a un área de aislamiento en los hospitales COVID-19 equivale a morirse. Es una percepción que no es del todo justa”.

La solución, según Panameño, es que el Gobierno sea más abierto: “Deberían dejar entrar a los medios de comunicación, obviamente con las medidas de seguridad, para que puedan ver cómo están siendo tratados los pacientes. ¡Yo lo haría! Para que la gente vea los esfuerzos que hace el personal de salud. Hay tal cierre en el flujo de la información, que la percepción que tienen las personas es cuando surgen los escándalos, que fallece alguien y la familia, con toda razón, comienza a quejarse”.

El miedo a no consultar

Panameño plantea también, como propuesta, que “urge a la brevedad posible una campaña que le cambie la cara a esos sistemas de contención y aislamiento, porque la población está en terror, tiene miedo que si tiene un problema (síntomas) lo lleven a uno de esos lugares, y por eso no va a consultar. ¿En qué se va a traducir eso? En que va a morir gente a su casa y va a haber más contagio. Se van a presentar a su lugar de trabajo infectados, sin decir nada”.

Más información: Asamblea Legislativa aprueba extender la emergencia nacional por 15 días más

Alerta el médico que “pacientes míos me han llamado, y me han dicho que prefieren morirse a que se los lleven a un lugar de esos (centros de contención), y que no van a decir (si están enfermos), y que van a aguantar lo más que puedan. Y eso sí va a producir mortalidad”, remarca.

Critica Panameño la forma en que trasladan a las personas a los albergues, “lo hacen de noche o de madrugada, mueven a la gente y sin explicarle. Les quitan los teléfonos a las personas, ¡si no son prisioneros! Ese tipo de manejo y sigilo le mete miedo a las personas”.

Para que la confianza crezca, y que así la población no estigmatice a las personas que padecen o padecieron COVID-19, Castaneda plantea más vacunas de conocimiento: informarse con fuentes confiables, y menciona las asociaciones médicas, las universidades y los canales oficiales de las entidades de Salud.