Conozca los países que son ejemplo en el manejo exitoso de la pandemia

Con Nueva Zelanda a la cabeza, varios gobiernos tomaron las medidas adecuadas para frenar los contagios por COVID-19 en su población. Uruguay y Costa Rica destacan por Latinoamérica.

descripción de la imagen
Un trabajador de salud toma datos en una estación de pruebas COVID-19, en Nueva Zelanda. Foto/ AFP

Por Carlos López Vides

2021-03-13 9:00:13

Es sabio aprender de la experiencia, pero es más sabio aprender de las experiencias de otro, como dice un refrán popular. La pandemia por COVID-19 comenzó en marzo de 2020: ¿qué países lo hicieron mejor? ¿Qué medidas tomaron para frenar el avance de un virus tan contagioso, y que puso de rodillas a los sistemas de salud de las naciones más poderosas del planeta, incluidas potencias como Inglaterra, Estados Unidos o Alemania?

Expertos del centro de investigación Instituto Lowy, en Australia, desarrollaron un estudio durante 36 semanas el año pasado, con datos de 98 países, donde tomaron en cuenta como indicadores en cada país los casos y muertes por COVID-19, fallecidos por cada millón de personas, casos confirmados en proporción a las pruebas realizadas, y número de pruebas por cada mil personas.

Te puede interesar: Ministerio de Salud planea terminar vacunación contra COVID-19 en febrero de 2022

Hicieron públicos los resultados del estudio el 28 de enero pasado, y en el podio del buen manejo de la pandemia quedaron Nueva Zelanda, Vietnam y Taiwán, seguidos de Tailandia y Chipre. Por Latinoamérica destacaron Uruguay y Costa Rica.

Del otro lado, los países que peor reaccionaron ante el Sars-CoV-2 y su avance fueron Brasil, México, Colombia, Irán y Estados Unidos.

Los aciertos
Hay puntos coincidentes en los casos de éxito, y quizá el más importante es que sus gobiernos reaccionaron rápidamente ante las primeras noticias sobre el nuevo Coronavirus, desde aquel 31 de diciembre de 2019 en Wuhan, China.

“El mejor nivel de éxito para saber cómo un país ha manejado el virus es el número de contagios y la cifra de fallecidos por el mismo”, valoró el salubrista salvadoreño Ricardo Lara, quien lamentó que en el caso de El Salvador no haya habido un manejo apropiado de la pandemia, aunque las autoridades del Ministerio de Salud sí recibieron una felicitación pública por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su labor.

Para el 5 de febrero pasado, Nueva Zelanda acumulaba 2,422 casos y solamente 26 fallecidos, entre una población de 4.8 millones de personas. Ahora viven prácticamente con normalidad, apenas han tenido casos una veintena de casos en lo que va del año, y su economía se ha visto fortalecida. Números que hablan de un buen control de la pandemia. ¿Cómo lo hicieron?

Orden y distanciamiento físico en un supermercado de Auckland, Nueva Zelanda. Foto / AFP

Su primera ministra Jacinda Ardern ordenó el cierre de fronteras a viajeros extranjeros y restringió con un confinamiento obligatorio a las personas en sus casas durante 14 días, cuando el 15 de marzo de 2020 la isla oceánica tenía solamente 100 casos confirmados y ninguna muerte. Y 10 días después, ordenó un confinamiento aún más estricto, donde solamente podían estar abiertas las tiendas o supermercados, las farmacias, los hospitales y el servicio de transporte público. Restringieron los viajes en vehículos y recomendaron la convivencia social solamente en los hogares.

Pero no fue de golpe. Días antes de que iniciara un confinamiento así, el Gobierno envió mensajes de texto masivos a la ciudadanía, donde explicaba la importancia de la estrategia de quedarse en casa, e informaba sobre la posibilidad de que la situación se extendiera por semanas. También hubo mensajes constantes por televisión de la primera ministra, para llamar a la calma y también hacer consciencia a la población.

Te puede interesar: Datos de muertes por paros cardíacos y respiratorios ocultan decesos por COVID-19 y otras enfermedades en El Salvador

Aquí entró en juego otro factor importantísimo: la obediencia y educación de los ciudadanos. Pasó en Nueva Zelanda, donde la ciudadanía abrazó las indicaciones porque comprendió que, al hacerlo, estaban colaborando para un bien mayor y común.

Como lo explicó a El Confidencial el diplomático José María Liu, representante de Taiwán en España desde septiembre de 2018, fue clave “la colaboración ciudadana. Hubo una cooperación 100% con el Gobierno. En nuestra cultura, la disciplina es importante. Y el uso de mascarillas es habitual. Antes del coronavirus, ya se usaban. Por la contaminación y por la densidad demográfica, el uso de mascarillas es un hábito. Además, los taiwaneses han sabido poner en la balanza sus libertades individuales y su seguridad sanitaria”.

Fotografía del regreso a las actividades escolares en Taiwán donde se ha logrado controlar el contagio del coronavirus por meses. / Foto EDH Archivo

La educación de la población tambien fue clave para que, en la frágil y desordenada Latinoamérica, salieran mejor de esta prueba los uruguayos y los costarricenses.

En Uruguay, contrario al caso neocelandés, el Gobierno de Luis Lacalle Pou no ordenó un confinamiento obligatorio, pues el mandatario consideró que hacerlo era castigar económicanete a la ciudadanía que debía trabajar para subsistir. “¿Alguien, en serio, está dispuesto a llevar detenido, a llevar ante un juez, ante un fiscal, a quien sale a ganarse el peso, no para la semana, (sino) para el día?”, decía en mayo pasado el mandatario charrúa.

La solución fue apelar a la responsabilidad ciudadana. Y según la consultora de opinión Cifra, a través de encuesta se comprobó que el 90% de los uruguayos hizo propia la recomendación de quedarse en cada, de forma libre y voluntaria.

También los costarricenses acataron las instrucciones desde el Gobierno, a diferencia de otros países como España, Italia, Bélgica o Alemania. La BBC consignó un reporte de Google que se basó en la ubicación de teléfonos celulares, el cual arrojó que las visitas a plazas públicas y comercios bajó un 84% cuando en Costa Rica se estableció confinamiento, y un 82% en playas o centros recreativos.

Exámenes y rastreo activo

Mientras las personas cumplían con el confinamiento, las autoridades de Salud de Nueva Zelanda lanzaron un agresivo programa de pruebas para COVID-19, con un ritmo de hasta 8,000 por día, según anunció la primera ministra Ardern. De esta forma, el personal sanitario neocelandés pudo localizar con mayor facilidad a las personas contagiadas y ubicar a quienes debían aislarse por haber tenido contacto.

En Uruguay, según lo explicó a BBC el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, tienen un robusto sistema de hospitales integrado entre lo público y lo privado, con “fuerte presencia de médicos de familia, que incluye atención domicilaria”, por lo que los médicos llegaban a las casas donde había personas con síntomas o posibles contagios, ya que “decidimos evitar que un posible paciente fuera al hospital o alguna clínica. No queríamos que una persona que tenía un resfriado simple terminara contagiándose de COVID-19”, explicó el funcionario. Incluso las pruebas en casos sospechosos se hicieron en las propias viviendas de las personas.

El 26 de junio de 2020, trabajadores de la salud llenan formularios mientras se realizaba la prueba COVID-19 para controlar la propagación del nuevo coronavirus en un centro de salud en Costa Rica. Foto/AFP

En el sistema sanitario de Costa Rica se organizó visitas de trabajadores sanitarios de los Equipos Básicos de Atención Integral de la Salud (EBAIS), que tiene más de 1,000 clínicas a nivel nacional, donde cada una cuenta con médicos, enfermeras, asistentes técnicos y farmacéuticos. Este personal se dedicó a manejar los casos de COVID-19 en el nivel de detección, con lo cual lograron poner freno a los posibles contagios.

Con base en este trabajo en el terreno y la detección de casos, las autoridades ticas identificaron más de 30 puntos clave en zonas de alta densidad poblacional en el país, como también en algunas fronteras, en los cuales hacen pruebas a personas con y sin síntomas.

Así, la estrategia tica no se basó en sí en el tratamiento de las personas contagiadas o construir hospitales para ellas, sino en prevenir el esparcimiento del virus. Y cuando había casos positivos, se les enviaba a sus casas pero bajo una vigilancia constante de un médico, en contacto con la familia con mensajes de Whatsapp y visitas casi diarias. Al haber un paciente que entraba en cuadro severo, entonces pasaba a hospitalización.

Hay otro punto de coincidencia entre los casos de Uruguay y Costa Rica, algo tan básico y fundamental como el acceso al agua. En el país sudamericano, casi el 100% de la población tiene acceso al agua potable, básica para una de las principales recomendaciones de protección contra el virus (y otras enfermedades), como el lavado de manos.

Lo mismo ocurre en Costa Rica, donde -al igual que en otros países con éxito en el manejo de la pandemia- organizaron campañas masivas de información a la población, sobre cómo evitar contagios, uso de mascarillas, distanciamiento físico, lavado de agua y jabón, así como la promoción del teletrabajo.

En todos estos casos de éxito, sus gobiernos no han bajado la guardia y mantienen una vigilancia constante en su población, para seguir frenando al COVID-19 en un trabajo conjunto con su misma ciudadanía.

Las islas, con un escudo natural
No es casualidad que muchos de los países que mejor han manejado la pandemia sean islas, como ocurre con Nueva Zelanda o Taiwán. La ausencia de fronteras terrestres ayuda a disminuir el ingreso de personas contagiadas. Además, generalmente son naciones con una densidad poblacional baja a comparación de las grandes metrópolis, lo que también ha ayudado a bajar el índice de casos.
Según datos de la Universidad Johns Hopkins al 5 de febrero, los cuatro países con menos casos en el planeta son todas islas: Vanuatu y Micronesia, ambas con un caso; Samoa (2), Islas Marshall (4) e Islas Salomon (17), todas ubicadas alrededor del continente australiano. Por Latinoamérica, el país con menos casos es también una isla hasta esa fecha, San Cristóbal y Nieves (39).

Taiwán aprendió de la experiencia reciente
José María Liu, representante de Taiwán en España, explicó a El Confidencial que su país manejó bien el peligro del Sars-CoV-2 porque supo aplicar lo aprendido en 2003 con una pandemia similar, provocada por el virus SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave). “fue una tragedia clave. Murieron más personas que con este coronavirus. Nos enseñó mucho”, dijo, y en buena medida por eso reaccionaron con más rapidez que otros países. Además, con base en lo aprendido generaron tecnología aplicada a la salud, donde “nuestro Gobierno hizo uso del ‘big data’, tanto para detectar casos sospechosos y contagios como para controlar cuarentenas mediante GPS”. Y el punto clave: mantuvieron a la población activamente informada todo el tiempo, con precisión y transparencia, sobre cómo y dónde ocurrían los casos.

Oídos abiertos a las voces expertas
Giovanni Escalante, representante de la OPS/OMS en Uruguay, explicó que en dicho país sudamericano, el presidente Luis Lacalle Pou nominó “un consejo asesor honorario con la finalidad de identificar la mejor evidencia disponible, recabar recomendaciones de más de 40 expertos e integrarlos en reportes destinados a que el gobierno tome decisiones informadas”, explicó.