“Nos está llevando Judas”, la cuarentena ante propagación de coronavirus afecta la rebusca de ingresos de los salvadoreños

La medida de emergencia no les permite salir de sus casas y lograr ingresos económicos, los afectados sobrevivían con lo que ganaban día a día. Ellos se dedican a ofrecer su arte, comercializar sus productos y servicios y en la mayoría de estas historias

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Salvadoreños afectados por cuarentena

Por Gadiel Castillo

2020-03-27 7:09:01

A una semana de decretada la cuarentena nacional por la pandemia del coronavirus, los vendedores informales, artistas y microempresarios salvadoreños comienzan a sentir los efectos de no llevar ningún ingreso a sus familias.

La medida de emergencia no les permite salir de sus casas a ofrecer su arte, a comercializar sus productos y servicios y en la mayoría de estas historias los afectados sobrevivían con lo que ganaban día a día.


“Estos días con agua de arroz hemos tenido a mi niño de 4 meses”, dice la payasita Chiquitolina
Blanca Hernández, conocida en el mundo artístico como Chiquitolina, desde el pasado domingo no se le ve más en los autobuses de San Salvador ofreciendo chistes y monólogos para divertir a los pasajeros. La cuarentena nacional por el COVID-19 puso paro a su trabajo como payaso, el cual desempeñó por 15 años de forma ininterrumpida.

La medida le generó problemas para llevar el sustento para los ocho integrantes de su familia, según Hernández sobrevían con lo que ganaba a diario. “La jornada la iniciaba a las 9:00 de la mañana y la terminaba a las 8:00 de la noche. Me ganaba mis $15 diarios y de eso guardaba $5 para el alquiler de la casa y $10 para la alimentación. Ahora de eso nada”, relata Chiquitolina.

Blanca Hernández, conocida en el mundo artístico como Chiquitolina. Foto EDH / Marcela Moreno

La señora cuenta que esta semana han sobrevivido gracias a la ayuda de vecinos que les han regalado unos víveres, sin embargo desde ayer comenzaron a pedir fiado en la tienda cercana. En el rostro de Chiquitolina se nota la tristeza ante la incertidumbre de los días que faltan de “encierro”.

“Estos días con agua de arroz hemos tenido a mi niño de 4. Estamos preocupados porque la dueña del condominio nos va a venir cobrar y no tenemos para pagar también “, relata la artista.

El jueves comenzó a trabajar para una panderia. Ella hace los pedidos y los lleva hasta la casa de los clientes. Pero ella aclara que eso no es suficiente para sostener al grupo familiar.

De la ayuda prometida por el Gobierno asegura que es incierto porque no tiene como demostrar que paga agua y luz debido a que eso recibos se los queda la dueña del lugar donde alquila.

“Yo no sé si el Gobierno me va a dar a mí porque como yo no tengo como comprobar que pago recibo de luz y agua porque todo va incluido en el pago de la casa. Así que no me estoy haciendo ilusiones que me puedan dar eso pero si me benefician será de una gran ayuda”, manifiesta

La señora pide ayuda a las autoridades correspondientes y personas altruistas con víveres. Si gusta ayudar puede llamar al 7977-0860.


“Tengo una semana de no trabajar y nos está llevando Judas”, confiesa Josué Mejía, mecánico
Josué Mejía trabajaba junto con su padre en un el taller de mecánica Robles y desde hace una semana está sin empleo por la cuarentena para frenar los contagios por COVID-19.

El mecánico relata que el último trabajo que realizó su padre han logrado sobrevivir la primera semana de cuarentena. Su grupo familiar está compuesto por ocho personas que dependían de los ingresos generados por el negocio.

Josué Mejía, mecánico en taller Robles. Foto EDH/ Marcela Moreno

“Falta mucho para que esto termine pero espero que estos ingresos hagan colchón. Estamos preocupados como le vamos a hacer”, dice Mejía.

El mecánico dice que por el momento único ingreso seguro que tienen es el de su hermana, quien trabaja en un laboratorio farmacéutico, pero están seguros que no alcanzará.


“Lo que tenía guardado para mi venta me lo acabé con las compras de la semana”, relata Gerardo Huezo, vendedor de churros españoles y papas fritas
El dinero que Gerardo Huezo utilizaba para comprar materiales para la venta de churros españoles, papas fritas y tostadas de plátano lo invirtió en víveres para alimentar a los siete integrantes de su familia durante la cuarentena domiciliar.

“Yo iba guardando para comprar cada tres días. El lunes pasado me tocaba comprar pero con esto de la cuarentena ya no lo pude hacer y tuve que designar ese dinero para comprar víveres para toda la familia. Nosotros sobrevivíamos con la venta diaria pero ese dinero de la inversión me lo terminé y tuve que recurrir a prestar dinero a conocidos”, manifiesta Huezo.

Gerardo Huezo, vendedor de churros españoles y papas fritas. Foto EDH/Mauricio Cáceres

El comerciante solía ubicar su carretón con productos en la colonia Quezaltepec, Santa Tecla, sin embargo, desde el domingo pasado no volvió a vender debido a la medida. “La verdad yo necesito trabajar pero está ese miedo de contagiar a mi familia”, indica.

El vendedor cuenta que lo último que quiere es endeudarse porque eso cumplirá aún más la situación. Otra de sus opciones, relata es recurrir a familiares en los Estados Unidos, pero lo frena el pensar que la pandemia está afectando también a esa nación y el trabajo es escaso.

“Ahora solo estamos a la espera de los $300 que ofreció el gobierno y que serviría como colchón porque ahorita no puedo seguir prestando dinero”, concluye.


“Ya tendré una semana sin recibir un centavo porque me cerraron mi venta”, sostiene David López, vendedor de dulces

Por más de un año, sin embargo desde el jueves 19 de marzo no comercia más en el lugar, debido a las medidas impuestas para prevenir los contagios por coronavirus.

“Ese dinerito me servía para para mis gastos y hasta le ayudaba a mi padre con algo”, cuenta López.

David López vendía dulces en las afueras del mercadito de Sacacoyo. Foto EDH/Gadiel Castillo

El vendedor detalla que el ingreso servía para pagar el agua y la comida, pero ahora dice que ya tiene una semana sin recibir un centavo. “Nos dijeron que lo cerráramos porque estábamos en cuarentena lo tuve que cerrar y desde ese momento no he visto la mía”, dice.

López cuenta que está sobreviviendo con lo ahorrado, pero le preocupa que todavía falta mucho para completar la cuarentena y en su bolsillo solo le quedan $6.

“Cuando uno está en casa solo es de sacar y sacar y ya no tengo suficiente dinero”, agrega.

El vendedor afronta relata que al salir a la calle se enfrenta con el acoso de las autoridades policiales y militares. “Los soldados solo le quieren dar duro a uno si ando en la calle, los militares andan sobre uno. Por eso mejor le dije a mi padre si me hacía el favor de comprarme la comida”, manifiesta.


“En la casa se gasta más porque dan ganas de comer a cada rato”, Rodolfo García Contreras, vendedor de tamales Lay

El sábado 21 de marzo fue la última vez que Rodolfo García Cabrera pudo llevar unos dólares a su casa producto de la venta de tamales.

El señor de 56 años acostumbraba recorrer varias colonias y parques de Santa Tecla ofreciendo su producto. Rodolfo relata que por 30 años ese fue su labor y que últimamente mantenía a cuatro miembros de su familia.

Manifiesta que el poco ahorro sirvió para compra unas libras de arroz, frijoles y otras cosas para sobrevivir durante la cuarentena domiciliar por el COVID-19.

“En la venta de tamales me quedaban por lo menos unos $22 a $23 diarios. En lugar de entrar tenemos que sacar. En la casa se gasta más porque dan ganas de comer a cada rato”, indica.

Rodolfo está preocupado porque el recibo de energía eléctrica ya llegó a su casa y manifiesta que el señor que los reparte le advirtió que si no iban a pagar les llegarían a cortar el servicio. El comerciante está a la espera de lo prometido por el Gobierno.

“Estamos esperanzado en lo que ofreció el Gobierno para paliar la situación económica. Uno no pensó que esa situación iba a llegar y no ahorramos. Se le complica a todo uno vivimos en un espacio pequeño.”, dice.