Nohemy Castillo, de 33 años, llamó el viernes 17 de julio al número 132 habilitado por el Gobierno porque ella, sus dos suegros y su esposo tenían cerca de diez días de padecer todos los síntomas del COVID – 19. Después de la entrevista le confirmaron lo que tanto temía: eran pacientes positivos.
Sin embargo, solo les pidieron que se aislaran en su casa, situada en Santa Ana, y les mandarían los medicamentos para que se trataran, desde entonces reciben una llamada cada 24 horas para evaluar su estado de salud, según Nohemy.
“Caímos enfermos, nos dijeron que nos iban a tratar como pacientes positivos de COVID, no nos hicieron prueba porque dicen que no hay, pero como tenemos todos los síntomas nos dijeron que eramos pacientes”, explicó.
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“Tenemos vómitos, dolores en el estómago, piernas, en todas las articulaciones. Debilidad en todo el cuerpo, dolor de garganta y fiebre. Estamos así mis suegros, mi esposo y yo, los niños estuvieron unos días con fiebres y dolor de garganta, pero no tuvieron más síntomas”, agregó Nohemy.
Aseguró que el medicamento que recibieron les dijeron que era para siete días y que los iban a monitorear por 14 días vía teléfono.
Nohemy cree que el virus llegó a través de su suegra Ana Ester de Aguilera, de 55 años, porque ella trabajaba con una doctora que dio positivo a la prueba.
Ana Ester y su esposo Pedro Aguilar, de 65 años, son los más graves porque por la edad los síntomas son más severos y el cansancio persiste en ellos.
A pesar de estar siendo tratados con el protocolo de pacientes de COVID – 19 solo han podido aislarse en su casa para evitar contagiar a los vecinos, pero les preocupa la salud de los niños. Sin embargo, no tienen otra opción más que estar con ellos. Los menores de edad están entre los dos a diez años.
“Los niños están con nosotros, tenemos miedo que se puedan contagiar, pero no tenemos de otra porque no hay quién los cuide”, dijo.
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Sin trabajo y alimentos
A la incertidumbre y preocupación por su salud, puesto que cuatro de los cinco adultos están contagiados y sin trabajo, se suma la necesidad económica.
“Mi esposo trabaja en construcción, pero hace 15 días lo despidieron. Mis suegros no están trabajando por lo mismo, yo tengo a mi bebé de dos años y medio, soy ama de casa y enferma no puedo salir a trabajar”, dijo Nohemy.
Aseguró que la familia está sobreviviendo con $ 30 que una persona les dio, pero todos los alimentos se están agotando. Además, necesitan sueros por la deshidratación que tienen y “al menos galletitas para los niños”.
Nohemy dio a conocer en su cuenta de Twitter su caso, algunos salvadoreños se han ofrecido en ayudarle con alimentos básicos, pero ella teme que el tiempo pase y los alimentos vuelvan a escasear en el hogar. También le preocupa que su salud, la de su esposo o suegros empeore a causa de la enfermedad.
“Confiamos en Dios y en la gente de buen corazón”, concluyó.
Si desea comunicarse con Nohemy para ayudarla a ella y a su familia la puede contactar al número 7836 5898, ella vive en San Ana.
La familia Barrera Jiménez ha perdido a cinco de sus miembros a causa del COVID-19
En la casa de la familia Barrera Jiménez habitan 17 personas, tres mujeres embarazadas y ocho niños. Salud les ofreció únicamente cinco pruebas para detectar la enfermedad y ellos debían escoger quiénes se las realizarían.