La noche del viernes 4 de mayo del 2018, en la comunidad Las Palmas de San Salvador, cinco hombres y una mujer vestidos con ropas oscuras, similares a los uniformes policiales, llegaron a la casa de Carlos Alfredo Chacón Quintanilla, lo pusieron de rodillas y luego lo sacaron de su vivienda, lo subieron a un auto y ya no se supo más de él hasta el siguiente día.
En el kilómetro 29 de la carretera a Comalapa, las autoridades policiales hallaron un cadáver que solo tenía puesta una calzoneta. Lo levantaron como desconocido pero pocas horas después fue identificado como el hombre que había sido sacado de su casa en Las Palmas, por miembros de la Pandilla 18 Revolucionaria, cuyo cabecilla es César Daniel Renderos Díaz, apodado el Muerto, Morrison o El Cementerio, quien cumple varias condenas judiciales por homicidio y otros delitos graves.
Chacón Quintanilla no era pandillero, como muchos tampoco lo son, aunque vivan en esa comunidad. Él era un hombre que trataba de evitar que niños y jóvenes de ese lugar se involucraran con pandillas. Lo hacía de una manera peculiar: a través del fútbol.
El Boca Junior y el Juventud Católica eran dos de los equipos que Quintanilla Chacón lideraba y con los cuales trataba de abstraer del ocio a los jóvenes de esa estigmatizada comunidad a causa de ser un bastión de la pandilla 18 Revolucionaria.
Este viernes, el Juzgado Especializado “C” de San Salvador impuso 25 años de prisión a cada uno de los cuatro pandilleros capturados. Entre estos está la Palina cuyo nombre es Arleth Liliana Torres, aunque en la comunidad Las Palmas también es conocida por Liliana.