Cinco policías y cuatro soldados condenados a seis años de prisión por torturar a una joven en San José Guayabal

La víctima relató que los policías y soldados la vinculaban con una pandilla y la amenazaban con matarla sino les entregaba las armas y la droga. Además le hicieron tocamientos, según su testimonio.

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La fotografía corresponde a los ocho soldados fueron condenados a 14 años de prisión por torturar a dos jóvenes en Apaneca, Ahuachapán. Archivo

Por David Marroquín

2019-07-12 12:08:56

Cinco policías y cuatro soldados fueron condenados a seis años y tres meses de prisión por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque, Cuscatlán; al ser encontrados culpables de privar de libertad a una joven para después amenazarla y torturarla en San José Guayabal en Cuscatlán.

Los agentes condenados son : Néstor Edgardo Reynoza Mejía, José Salvador Lara Quinteros, José Luis Damián Alvarez, Hugo Antonio Landaverde Martínez y Norberto Alexander Rivera Palacios.

Mientras que los militares son: el cabo, José Joaquín Rivas Morales; y los soldados, Edwin Enrique Bonifacio Pérez, José Alfredo Munguía Gómez y Santos Alexander Mendoza Reyes.

Los fiscales del caso aseguraron en el juicio que los policías y soldados abusaron de su autoridad para realizar procedimientos inadecuados en contra de la víctima con clave Azucena.

La ofendida relató a la Fiscalía General que la noche del 22 de enero de 2018, ella estaba acompañada de otra persona porque esperaban a unos amigos en la carretera a San José Guayabal, porque irían a un carnaval en el marco de las fiestas patronales del municipio.

De repente aparecieron los policías y militares, quienes los registraron y les preguntaron que hacían en ese lugar. A su acompañante lo hincaron y se pararon en su pantorrilla.

Los ahora condenados subieron a la víctima Azucena en un picp up que no tenía logo de la Policía y se la llevaron a la calle conocida como El Perical que conecta San José Guayabal con el cantón Aguacayo.

En el recorrido, policías y soldados la interrogaban y le exigían que les entregara las armas o la droga, y que les dijera a qué pandilla pertenecía, de lo contrario la iban a matar, según la víctima.

Después de media hora de recorrido, el conductor detuvo el vehículo, bajaron a la víctima y la obligaron a ponerse de rodillas. En esos momentos, policías y militares le decían “te vas a morir”, y además “le pusieron un fusil en la frente”.

Después de someterla a un interrogatorio, los ahora condenados le ordenaron a que se bajara el pantalón y la ropa interior. Uno de los condenados le hizo tocamientos a través de la blusa y del sostén, según la víctima.

Posteriormente, la víctima fue obligada otra vez a ponerse de rodillas, mientras uno de los condenados le pasaba una navaja en el cuello.

Azucena fue obligada a pararse de nuevo, pero otro de los detenidos le uso la pistola en la cabeza; mientras ella les suplicaba que no la mataran.

Luego de amenazarla y torturarla, la volvieron a subir en la cabina del pick up para retirarse del sitio. En el camino, algunos de ellos le tocaron sus piernas y al observar que venía un carro policial en sentido contrario, le ordenaran que se agachara para que no la vieran los otros policías.

Azucena fue abandonada cerca de su casa, no sin antes advertirle de que guardara silencio de los abusos que había sufrido, porque de lo contrario, “ya sabía lo que le iba a pasar”.

Además de la pena de prisión, el Tribunal de Sentencia los sentenció a pagar 1,000 dólares a cada uno de los policías y soldados como responsabilidad civil por los daños morales causados a la víctima.