Fallece Rainer Christoph, el impulsor de la nanotecnología en El Salvador

El científico, cuyo corazón siempre estuvo con el país, realizó varios proyectos para buscar solución a problemas del medioambiente y la salud.

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Rainer Christoph fue un notable colaborador de las ciencias en El Salvador. Foto EDH / Cortesía

Por Susana Joma

2021-01-30 1:40:54

El ámbito de la academia y ciencia salvadoreña perdió, el pasado 28 de enero, a una de sus mentes más brillantes: el doctor Rainer Friedrich Christoph, reconocido como impulsor de la nanotecnología en el país y la región, quien falleció ese jueves por la tarde.

Su sepelio se llevará a cabo este sábado por la tarde en el cementerio Jardines del Recuerdo, de San Salvador, según informó su hermano Gerd y familia.

El doctor Christoph, quien desde 2013 se desempeñaba como coordinador del Laboratorio de Nanotecnología y del Centro de Modelaje Matemático, del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación (ICTI), en la Universidad Francisco Gavidia (UFG), era hijo de Hermann Christoph y Rosmery Bracher de Christoph, el primero originario de Offenbach, cerca de Frankfurt, Alemania y la segunda de Burgdirf, Berna, Suiza.

Rainer Christoph, tenía nacionalidad Suiza y, aunque nació el 6 de enero de 1959 en La Paz, Bolivia, mucho de su vida transcurrió en El Salvador, la tierra a donde sus padres llegaron en 1963. Le sobreviven sus hermanos menores Gerd y Rolf.

Óscar Picardo Joao, director del ICTI, externó que su muerte estuvo asociada a un aneurisma congénito, el cual se evidenció en el transcurso de una reunión virtual que sostuvo ese día con su equipo de investigadores.

“Rainer era un investigador de punta. Un académico muy bien formado en Europa, con una experiencia de laboratorio de alto nivel y de primer mundo”, afirmó con mucho pesar.

El científico, autor de diferentes patentes y numerosas publicaciones internacionales, fue parte de la primera promoción de la Escuela Alemana en El Salvador, en 1977; tenía doctorado en Ciencias Naturales, con especialidad en Física-Química, así como un Diplomado en Electroquímica Analítica, de la universidad de Berna, Suiza.

Sus primeras investigaciones transcurrieron en los laboratorios de la empresa IBM en Rüschlikon, Suiza, en el grupo del doctor Heinrich Rohrer, premio Nobel de Física en 1986, por su importante contribución a las Nanociencias y Nanotecnologías.

Rainer Christoph, dentro de su trayectoria, fue Gerente de división Metrología e Instrumentación en el prestigioso Centro Suizo de Electrónica y Microtecnia (CSEM), entre otros cargos.

Con ese bagaje por delante, y una vez al frente del Laboratorio de Nanotecnología de la UFG, logró que se trajera al país el primer microscopio de fuerza atómica, del cual, según explicó Joao Picardo, solo hay otro similar en Costa Rica.

El doctor Rainer Christoph trabajó muy de cerca con investigadores de alto nivel, también con otras instituciones como la Universidad de San Carlos de Guatemala, la Universidad de Auburn y el Lanotec de Costa Rica.

En 2020 estuvo en el desarrollo del respirador automatizado, con el que desde el ICTI, aportaron una solución al tratamiento de pacientes graves por COVID-19, ingresados en la UCI, cuando en ese momento había escasez de esos equipos.

En 2018, el Conacyt otorgó al doctor Christoph un premio como investigador extranjero que ha hecho aportes a El Salvador, tierra a la que quiso y desde la que se abocó a crear soluciones científicas a varios problemas que impactan a la sociedad, entre ellos la contaminación a causa de nano partículas de plástico en los ríos y océanos, los problemas de déficit de agua, entre otros.

Picardo Joao describe a su colega y amigo como “un científico en el sentido estricto de la palabra”, que tenía gran capacidad analítica, poco común; una persona inquieta que siempre andaba buscando nuevos proyectos; lo que más le admiraba era su interés en formar cuadros jóvenes de investigadores.

Gerd Christoph, al hablar de su hermano mayor, el doctor Rainer, afirmó que este desde niño ya traía la inquietud científica, nunca dio por sentado la afirmación de los adultos, sino por el contrario con mente curiosa, de avanzada, reflexionaba lo que le decían.

En medio de su dolor, Gerd incluso recordó que durante su fase como universitario en Berna siempre le vio tomar muy en serio sus estudios, concentrarse con una intensidad impresionante en los temas, ni que decir en las jornadas que hacía en los laboratorios.

“Otra de sus facultades que yo siempre admiré mucho fue la manera como Rainer logra combinar los pensamientos de un suceso científico con algo positivo. No era un científico detrás de la verdad de la ciencia, sino de la aplicación para algo positivo”, precisó.

El doctor Rainer, fue además un deportista de alto rendimiento, competitivo. Su hermano lo recuerda como el jugador estrella adolescente del equipo de baloncesto de la empresa Robertoni; como un excelente y valiente surfista, además de amante del deporte de vela.

Wolfgang Büscher, joven investigador alemán que en 2017 se incorporó al equipo de Rainer Christoph, señaló que están sorprendidos todavía, muy tristes con lo que pasó, algo tan repentino.

Explica que con el científico estaban trabajando varios proyectos de forma simultánea; uno en el que tenía muy comprometido su corazón era el que está encaminado a desalinización solar de las aguas marinas para generar agua potable para consumo y riego, con lo que buscaba evitar que en un futuro se produzcan conflictos y migración por la falta del recurso, sino propiciar un mundo mejor.

“Era una persona muy abierta, muy alegre. Siempre nos animó a seguir nuestras ideas; nos prestó una libertad de investigación increíble. No era el jefe que manda a hacer y luego pide los resultados y con eso ya estuvo, sino que nos enseñó a pensar, hacer experimentos y aprender de los fallos”, recordó.

Büscher, quien estrechó amistad con el doctor Rainer, aseguró que a él era una persona muy inteligente, sabia, a quien le fascinaba desde lo más pequeño hasta lo más grande del universo y que hasta el último momento de su vida estuvo haciendo ciencia.

“Su visión era bien completa, no era a corto plazo, ni pensando en cómo hacerse rico. Le interesaba el bien de la humanidad. Le interesaba que la humanidad sobrepase el egoísmo, que empecemos a colaborar”, explicó.

Para Romeo Alexander Muñoz, otro de los jóvenes investigadores que trabajó con el científico sostuvo que era una persona muy paciente por enseñar ciencia a todos, por contagiar su visión de un mundo mejor y la felicidad que lo caracterizaba en todo momento sin importar las circunstancias.

“Una anécdota que recuerdo con mucho cariño fue que cuando yo comencé a trabajar con el doctor Rainer como ayudante, porque aún estaba estudiando, y le pedí que viniera a mi facultad a dar una charla de Nanotecnología, de inmediato aceptó muy animado. Eso me hizo sentir muy contento por su confianza y dedicación”, rememoró.

Muñoz sostuvo que “realmente fue un modelo a seguir, un maestro para mí desde el primer momento. Siempre nos impulsaba a intentar, poniendo su confianza en nuestras capacidades”.