“El BMW emprendedor” en el que Heber reparte pan francés por las calles de San Salvador

Heber es mecánico pero debido a la pandemia buscó soluciones a sus problemas económicos retomando el negocio de su difunto padre y le agregó su toque personal.

La panadería de la familia Melendez se hizo viral durante los últimos días, luego que Heber Melendez, uno de los propietarios decidiera utilizar un BMW para entregar el pan.

Por Damaris Girón / Francisco Rubio

2020-11-25 8:22:10

Las mañanas frías no existen en el hogar de los Meléndez pues desde las cinco de la madrugada encienden el corazón de la casa, un horno de leña que durante más de 15 años ha horneado pan francés para cientos de familias salvadoreñas.

La panadería de la familia Meléndez se hizo viral durante los últimos días, luego que Heber Meléndez, uno de los propietarios decidiera utilizar un BMW para entregar el pan.

Heber Meléndez explica que heredó el negocio de sus padres y cuenta que fue su padre, Joaquín Alfredo, quien le enseñó a él a sus hermanos sobre la panadería. “Al principio yo solo miraba que un trabajador de mi papá tenía 4 latas llenas de pan y yo apenas tenía la mitad de una lata, me daba pena. Tenía 12 años” comenta Heber Meléndez

A pesar de conocer sobre panadería, su gran pasión siempre fue la mecánica y recuerda que su padre siempre lo apoyó para seguir su sueño, por lo que fue adquiriendo experiencia en el campo y dejó la panadería de lado por unos años. Con la muerte de su padre dos años atrás y la muerte de su madre hace unos meses, además del cierre de los talleres por la cuarentena, Heber Meléndez tuvo que retomar el negocio familiar.

La elaboración del pan comienza desde muy temprano, en la madrugada, y participan todos los integrantes de la familia. Foto EDH / Francisco Rubio

Al retomar el negocio junto a sus hermanos, Meléndez se dio cuenta que no estaba dando frutos y uno de los problemas era el gasto de transporte, ya que tenía que pedir apoyo de otra persona. “Imagínese que me pedían $5 de pan francés y el taxi me cobraba $3; nunca iba a lograr algo así”, dice Heber.

Meléndez había conseguido un BMW 328is año 98, hace unos meses, ya que su esposa estaba a punto de dar a luz y él solo tenía una motocicleta. “Un amigo me dijo que tenía el BMW y que me lo daba si yo le daba la moto, así que hicimos el cambio”, dice y cuenta que al ver retomar el negocio y ver la necesidad de un transporte decidió transformar su carro y adaptarlo para transportar el pan.

Le tomó un día entero el tomar medidas y soldar la estructura de metal encima del vehículo, pero hoy día le funciona para transportar toda su mercancía a diferentes partes de San Salvador. “Me dicen que este carro no es para eso, que los repuestos son caros pero como yo sé de mecánica también estoy aprendiendo a repararlo”, dice Meléndez.

Actualmente en la panadería se encuentran trabajando Heber Alfredo y sus hermanos David Alexander y José Daniel, además de José Luis Martínez y su hijo Miguel de Jesús de 9 años; todos ellos comienzan a elaborar el pan desde las 5:00 am hasta las 2:00 pm, luego los hermanos de Heber van a distintos puntos de la capital a comercializar el producto.

Con el negocio, Heber Meléndez, ha logrado unir sus dos pasiones, la mecánica y la panadería, además de mantener vivas las técnicas de panificación, que muchos han olvidado y que su padre mantenía vivas.

Proceso de preparación del pan

El trabajo inicia antes de que salgan los primeros rayos del sol. José Martínez, uno de los encargados de elaborar el pan, comienza mezclando la harina con el agua, hasta lograr que la masa quede uniforme, mientras tanto, Heber Meléndez limpia la mesa para cuando la masa esté lista.

En una esquina, Miguel de nueve años, quien es hijo de José Martínez, se encarga de limpiar y engrasar las latas para poner el pan. Martínez comenta que desde hace un año su hijo comenzó a acompañarlo a la panadería y que cuando no lo lleva el niño le dice: “me arruinaron el día”, pues disfruta pasar tiempo con su padre.

La entrega del pan se hace por varios puntos de San Salvador. Foto EDH / Francisco Rubio

José Martínez explica que decidió llevar a su hijo a la panadería porque él considera importante que a la par de la escuela, los niños aprendan un oficio. “Uno nunca sabe, él sigue estudiando, está en tercer grado, pero es bueno que aprenda un oficio”, dice.

En medio de todo el ajetreo, el sol comienza a filtrarse entre los pequeños agujeros del techo, haciendo que los diminutos granos de harina que vuelan en el aire parezcan oro mientras todos corren para terminar a tiempo.

Los años de práctica hacen que este equipo de panaderos se mueva con asombrosa facilidad por el pequeño lugar, pues cada uno sabe sus asignaciones. Cuando la masa está lista las ágiles manos de José Martínez y José Daniel Meléndez, el segundo hermano de la familia, se encargan de formar las bolitas de pan.

Cortar la masa, hacer la bola y ponerla en su lugar es un proceso que ambos hombres hacen incluso con ojos cerrados. La mesa de trabajo se va llevando poco a poco con las bolas de pan, al terminar, Miguel se encarga de poner la manteca y harina para luego, junto al resto del equipo, doblar la masa y pasarla a la tela en la que reposará el resto de la mañana.

“Desde que trabajaba con mi papá siempre hemos hecho el pan en manta. No sé qué misterio tendrá pero es bien diferente el sabor”, asegura Heber Meléndez y afirma que aunque este proceso los obliga a hacer doble trabajo, porque luego de poner el pan en la tela deben cambiarlo a la lata para hornearlo, lo siguen haciendo por tradición y porque la gente prefiere ese sabor.

Alrededor de las 12 del mediodía comienza el proceso de hornear el pan. “A veces ya se nos ha quemado el pan, porque no tenemos forma de medir la temperatura, pero por lo general ya tenemos calculado el tiempo”, dice José Martínez.

El auto, marca BMW. acapara las miradas de quienes lo ven pasar por las calles, conducido por Herbert, quien reparte el pan. Foto EDH / Francisco Rubio

Con una enorme espátula de madera y apoyado por el resto de compañeros, José Martínez, saca una por una las latas del pan, para ser colocadas en los estantes mientras se enfrían un poco. Cuando la temperatura de las latas ha disminuido, el pan es colocado en los canastos y está listo para ser entregado a los clientes.

En la calle, el elegante BMW del año 98, llama la atención de muchos cuando lo ven con tres canastos de pan arriba. “El BMW emprendedor le dice la gente”, cuenta con una sonrisa Heber Meléndez.

“En el camino la gente nos ve y se admiran porque es un BMW. Algunos me han criticado y dicen que arruine el carro, pero solo yo sé lo que me ha costado y es la única forma que tengo para entregar el pan”, afirma Heber Meléndez.