VIDEO: El cementerio de autos clásicos que muy pocos conocen sobre la Troncal del Norte en San Salvador

Salvador Vaquerano es el dueño y guardián de un verdadero botín de joyas automotrices, digno de coleccionistas y envidiado por los conocedores del mundo del motor.

En el kilómetro 11 de la Carretera Troncal del Norte hay un cementerio de vehículos clásicos listo para ser descubierto por aquellos coleccionistas dispuestos a restaurar esas piezas de la historia.

Por Óscar Portillo

2020-09-02 10:08:54

En el kilómetro 11 de la Carretera Troncal del Norte hay un cementerio de vehículos clásicos listo para ser descubierto por aquellos coleccionistas dispuestos a restaurar esas piezas de la historia automotriz. El propietario de los autos es Salvador Vaquerano, un hombre que se ha dedicado durante las últimas décadas a coleccionar autos de toda índole.

Desde joven, Salvador comenzó a coleccionar la revista estadounidense “Mecánica Popular” y su amor por los autos se fue construyendo. Los primeros dos que adquirió fueron un Datsun 120Y y una camioneta del fabricante inglés Vauxhall. Luego de eso todo fue historia y se dedicó a viajar de oriente a occidente en busca de rarezas.

“He tenido varias ofertas de bancos para poder comprarlos”, enfatiza y relata que, los cerca de 30 autos clásicos que posee en su huesera, ahora están libres de deudas y le pertenecen a él.

En el predio que resguarda Vaquerano se puede encontrar una gran variedad de vehículos: desde el famoso Ford Maverick de 1967, el Mercedes Benz 250, un Toyota RT40 y modelos raros como el Opel Rekord y otros que fueron famosos entre los salvadoreños como el Toyota Crown. Sin embargo, para Vaquerano la joya de la corona es su Ford Mustang del 67.

Salvador Turcios asegura tener un automóvil único en el país, un Ford Taunus de 1956 fabricado en Alemania. Captura de video.

El hombre asegura que muchos entusiastas de los clásicos se acercan a ese lugar para adquirir piezas de las rarezas automotrices que posee y uno de los más cotizados es el Datsun 510, un automóvil que se volvió famoso en el mundo del rally y en el campeonato automovilístico de velocidad Trans-Am; y que una de las características por el cual era buscado es que poseía una suspensión trasera independiente.

“Hay un señor que manda a su hermano desde Estados Unidos para comprarme repuestos, porque dice que allá este carro es valioso”, cuenta con orgullo, mientras abre el capó del pequeño auto amarillo y presume el motor L16 del auto, uno que derivó de los utilizados en los Mercedez Benz en los años 60.

El Datsun 510 ha probado ser una mina de oro para Vaquerano debido a sus partes, sin embargo el verdadero as para este coleccionista de autos es el Ford Mustang de 1967, el cual adquirió a principios de los 2000. Él cuenta que lo adquirió en aproximadamente 3 mil dólares y desde hace 20 años se convirtió en su auto predilecto.

Aunque cuando lo adquirió tenía desperfectos mecánicos, él y su hijo trabajaron incontables horas para repararlo y finalmente lo hicieron funcionar. Aunque no lo usa muy a menudo y su pintura está desgastada y los detalles estéticos son evidentes, Salvador Turcios asegura que el auto atrae las miradas de todos.

Muchas personas han querido comprar el Mustang, no obstante nadie ha llegado al precio que don Salvador pide, además que busca un dueño que atesora uno de los autos americanos más representativos de la historia de la marca Ford.

Un automóvil único en el país

Salvador Turcios asegura tener un automóvil único en el país, un Ford Taunus de 1956 fabricado en Alemania que tiene un motor de 55 caballos de fuerza y que posee la mayoría de sus elementos originales de fabrica.

Al ser un auto único en su tipo, él y su hijo han tenido que recurrir al ingenio para repararlo, pues las piezas no se encuentran fácilmente. Una de las técnicas a las cuales han tenido que recurrir es a hacer adaptes de partes de otras marcas para hacerlo funcionar.

Aunque por el momento ha dejado de trabajar en el Taunus y se ha dedicado a atender su venta de repuestos, él quiere completar el trabajo y vendérselo a un amante de los autos que aprecie estas piezas de la ingeniería tanto como él.