“Alumno aventajado”. Así describe el jurista ecuatoriano Mauricio Alarcón al presidente de la República, Nayib Bukele.
El experto en derechos humanos se refiere a cómo el mandatario ha aprendido las lecciones del manual autoritario y evita cometer algunos de los principales errores de los líderes que han transgredido las normas democráticas en el pasado.
“Lo dije alguna vez y lo ratifico: acá tienen ustedes un alumno aventajado, alguien que se aprendió muy bien la lección, que miró con atención los errores cometidos en otros países y que no está dispuesto a cometerlos para no terminar como ellos”, dijo recientemente Alarcón a El Diario de Hoy.
Entre las principales lecciones que Bukele parece haber aprendido de quienes abusaron del poder en otros rincones de la región antes que él es que las acciones deben ser rápidas para evitar una reacción estructurada de las fuerzas democráticas y de los socios internacionales del país.
“Con acciones ágiles y prontas, el guión se ha implementado de manera muy acelerada”, sostiene el experto ecuatoriano, quien en ocasiones compara los abusos en El Salvador con las acciones que por diez años llevó a cabo Rafael Correa, el expresidente de su país que debilitó considerablemente las instituciones.
Sin embargo, recalca que Bukele es un “alumno aventajado”.
Autoritarismo, totalitarismo
Ante la duda de si una palabra tan fuerte como autoritarismo ya se puede aplicar a El Salvador, Alarcón recurre a los conceptos y arroja uno un tanto más alarmante: totalitarismo.
“¿Qué es el totalitarismo?”, se cuestiona y agrega al instante: “no es otra cosa que cuando el poder se ejerce a través de una sola persona o partido de manera autoritaria”.
Además, explica que el totalitarismo implica el impedir la intervención de otros actores o, si intervienen, “terminan siendo controlados o afectados por quien ejerce ese poder”.
A raíz de ese planteamiento teórico, lanza una pregunta retadora: “¿Está pasando eso en El Salvador? Creo que los ciudadanos deben sacar sus conclusiones y llamar a las cosas por su nombre”.
Además, Alarcón señala que este modelo es fácil de replicar y dentro de unos años, ese autoritarismo disfrazado de un político juvenil y hábil en redes sociales será atractivo en otros rincones de Latinoamérica.
“Probablemente (el modelo de Bukele) sea visto con atención por otros actores en Latinoamérica para poder implementarlo en sus países. No me asombraría que dentro de muy pocos meses, el modelo salvadoreño empiece a ser visto como exportable y haya de otro lado quienes con mucho agrado estén dispuestos a comprarlo”, lamenta.
Apoyo internacional
Finalmente, este experto dijo a El Diario de Hoy que es fundamental que la comunidad democrática internacional se involucre en la lucha por resguardar la institucionalidad que queda y recuperar la que se ha perdido.
“La comunidad internacional juega un rol clave porque ya ha visto lo que sucedió otros países ante el ascenso del autoritarismo en distintas gamas, una comunidad internacional que ya ha visto los efectos de la violación de derechos fundamentales tiene la obligación de fijarse en lo que ocurre en El Salvador y apoyar levantando la voz”, dijo.
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A su juicio, la comunidad internacional no puede ser “cómplice por conveniencia” de un presidente que cada vez es más autoritario y antidemocrático.
Alarcón destaca que gran parte de la comunidad de países democráticos, así como medios de todo el mundo “han sabido denunciar lo que ocurre en el país y han sabido apoyar a quienes han sido víctima de los ejercicios abusivos de poder”.
Y concluye: “Ojalá sigan prestando atención porque es probable que dentro de poco empecemos a ver formas novedosas del ejercicio autoritario”.
¿Hay autoritarismo en El Salvador?
Mauricio Alarcón lanzó un reto a los salvadoreños. Este consiste en aprender los elementos de la definición teórica del “totalitarismo” y luego preguntarse si eso se vive en El Salvador.
A su juicio, el totalitarismo requiere que el poder se ejerza a través de una sola persona. Además, que quienes intervienen terminen siendo atacados y controlados. Finalmente, que quien gobierna y controla todo muestre intolerancia a sus críticos.
“¿Está pasando eso en El Salvador? Creo que los ciudadanos deben sacar sus conclusiones y llamar a las cosas por su nombre”, dice.