Gerardo: el joven agricultor por las mañanas y talentoso artista por las tardes

Su habilidad para dibujar se evidenció durante la infancia. El consejo de un tío le abrió las puertas al mundo de las artes.

Joven agricultor metapaneco encontró en la pasión por el dibujo una forma de ayudar a su familia. Video EDH / Jonathan Tobías.

Por Susana Joma

2021-01-30 8:00:27

Cuando cae la tarde Gerardo Amílcar Magaña Rivas, un residente del caserío Las Pavas, del cantón Tahuilapa, municipio de Metapán, Santa Ana, toma su afilado lápiz y con cada trazo hace surgir del papel delicados dibujos.

Las imágenes que este metapaneco plasma con el grafito, e incluso óleo, son en su mayoría retratos de niños, adultos o paisajes de la localidad que amigos o desconocidos le encargan, al ver la habilidad que tiene para recrear lo que le rodean.

Magaña Rivas tiene 24 años y es hijo de Moisés Magaña y Balbina Rivas, dos agricultores de la zona que le enseñaron a él y a su hermano a sembrar cultivos como yuca, maíz, frijol, arroz y rábanos, con los cuales les han procurado comida y educación.

El joven, quien estudió la educación básica en el Centro Escolar Caserío Buenos Aires y el bachillerato a Distancia en el Centro Escolar Rodrigo J. Leiva, comentó que por mucho tiempo el fuerte de la familia fue la venta de yuca, pero la pandemia los afectó drásticamente.

Antes, mientras él y su hermano cultivaban el tubérculo, su padre, Moisés, se encargaba de venderlo en un puesto informal que tenía en una de las calles de Metapán, pero debido al encierro por la cuarentena dejó de ir con frecuencia y perdió el espacio: “Está en veremos cómo hacemos para vender esa yuca (que tenemos) o si se va echar a perder, no estamos seguros”.

En medio de esta situación todos en la familia se han dedicado por completo a las labores agrícolas. Así es como a veces trabajan en un terreno que alquilan o se van como jornaleros a sitios distantes de su casa.

Gerardo Amílcar explica que no continuó estudios en la universidad por problemas económicos. Así es que al terminar bachillerato se dedicó a trabajar en las tareas agrícolas para ayudar a la familia; sin embargo, como tenía conocimientos de dibujo decidió alternar las dos actividades y continúa haciéndolo.

Este metapaneco cuenta que empezó a vender cuadros por comisión desde 2018, algo que permite a la familia saldar deudas.

Al joven se le puede ver por las mañanas en los cultivos manejando de forma diestra herramientas agrícolas, pero luego de tomar el almuerzo, a eso de las 2:00 p.m. se sienta frente a una pequeña mesa y da rienda suelta a su pasión, dibujar.

“Ahorita como es poco el trabajo en la milpa me levanto a las 5:30 o las 6:00 a.m., no porque de costumbre, dependiendo hasta donde me toque que ir, es entre las 4:30 y las 5:00 p.m.”, detalla.

Cuando se le pregunta cómo se adentró en el mundo del arte, afirma que todo empezó cuando su familia, al ver las caricaturas que hacía cuando estaba pequeño, identificó que traía habilidad. Es así que por consejo de un tío, cuando cumplió ocho años, su padre lo inscribió en una escuela de dibujo y pintura que funcionaba en Metapán.

Recuerda que lo llevaban al centro de artes cada domingo. Lastimosamente el artista a cargo enfermó y tuvo que cerrar la institución. Cuando eso ocurrió, Daniel Cartagena Ramírez, un alumno que iba más adelantado, se encargó cada sábado, durante cinco años, de seguirlo formando.

“Mi maestro me enseñó varias técnicas. No soy bueno en todas. Me gusta más el grafito, blanco y negro, pero también se usar óleos, acrílico, acuarela”, señala.

Este joven comenta que sus progenitores hicieron gran esfuerzo para reunir $12.00 que significaban el pago mensual de las clases de dibujo; además, de guardar el pago de una hipoteca que pesaba sobre su vivienda.

El artista afirma que allá por 2011, cuando inició sus estudios de Educación Media, tuvo que dejar las clases con Cartagena Ramírez porque le chocaban con las de bachillerato. Sin embargo, eso no le puso freno y siguió practicando en casa con el auxilio de tutoriales que encuentra en internet. Eso le ha permitido mejorar.

“Gracias a Dios lograron pagar esos cinco años y la verdad no imaginábamos que al final yo iba a terminar trabajando como dibujante y pintor. O sea el sacrificio se puede decir que valió la pena y que incluso recibimos más de lo que habíamos imaginado”, externa entusiasmado.

Gerardo Amílcar, quien se define como una persona tímida, que prefiere reservar sus opiniones, sostiene que ahora la gente valora más sus obras, porque recibe mejor pago por dibujos y pinturas, con respecto a sus inicios.

Lo que el agricultor siente hoy por el dibujo lo llevan a afirmar sin ninguna duda de que esta actividad le ha servido para mejorar la situación de su familia, además lo ha sostenido cuando ha sufrido crisis de ansiedad resultado de ser muy perfeccionista, como le ocurrió a principios de 2019.

Como todo artista, aunque él humildemente considera que aún no lo es, sueña con dibujar cosas que le surjan de la inspiración, de forma libre, pero está consciente de que ese es un lujo que no se puede darse por lo menos ahora.

“Como usted sabe la situación económica del país no a cualquiera le permite pagar por los gustos del artista, entonces lo más lógico es que a uno le paguen por retrato o dibujar personas conocidas”, cita.
El joven del caserío Las Pavas explica que más de un salvadoreño en el extranjero ya le ha encargado dibujos para regalar a sus familiares acá o llevarlos.

Otros de sus sueños es que el trabajo no le falte para seguir apoyando a su familia a cubrir los gastos, sobre todo hoy que su papá tiene problemas de visión que le dificultan trabajar.

Uno de sus retos inmediatos es lograr hacer un ahorro para comprar un celular de buena gama, aunque tampoco descarta más adelante luchar por tener también una computadora.

“Sin teléfono se puede decir que no tendría trabajo porque por ahí es donde la gente se comunica conmigo, me envían las imágenes (por WhatsApp), las guardo. Uso una aplicación para hacer una cuadrícula sobre la foto y pasarla al lienzo. La foto la estoy viendo todo el día en el teléfono”, explica.

Dado que en el caserío no hay internet residencial, Gerardo Amílcar compra paquetes para mantenerse activo en redes sociales, para el caso se puede encontrar muestras de su trabajo en Facebook en donde ya cuenta con 5,000 amigos; más reciente también tiene presencia en Instagram, en donde su cuenta @gerardo_rivasmagan acumula 919 seguidores.