Osmín Rivas y la odisea de aprender a vivir con un diagnóstico de diabetes desde los tres años

Aún siendo un niño, Osmín tuvo que aprender de chequeos diarios e inyecciones de insulina. Pese a ello, ahora a sus 19 años, asegura que el diagnóstico no le ha impedido alcanzar sus metas; sueña con graduarse como técnico en ingeniería automotriz.

Por Vanessa Jurado

2020-01-01 9:13:08

Osmín Orlando Rivas tenía tan solo tres años de edad cuando por primera vez disfrutó un paseo familiar a unas piscinas. Un viaje divertido que también dejó al descubierto una condición con la que debía aprender a vivir: Diabetes tipo 1.

En El Salvador se tienen registrados alrededor de 2 millones de pacientes diabéticos, según datos tomados de la última encuesta realizada en el país en 2006, ya que, hasta la fecha, el país no cuenta con un censo sobre la enfermedad.

Entre el 3 y 5 % son pacientes menores de 21 años. El hospital Rosales registró en 2018, un total de 276 pacientes menores de 21 años diagnosticados con diabetes, de ellos 112 son hombres y 164 mujeres.

Osmín, de 19 años, es parte del reducido grupo de pacientes diabéticos menores de 21 años. Es hijo único, vive con su madre y abuela, ninguna de las dos tienen diabetes a su edad, el aparecimiento de la diabetes en el joven pudo estar relacionada a la fuerte emoción que vivió en el mencionado paseo, pero también no se descarta que sus antepasados hayan tenido problemas de glucosa.

El joven chequea sus niveles de azúcar tres veces al día. Foto EDH / Marcela Moreno

Como sea, el diagnóstico cayó como balde de agua fría para María Ordoñez, madre de Osmín, quién lo vio como un “tremendo golpe en su vida, sintió que el mundo se le vino encima”, pero que al mismo tiempo buscó cómo informarse de la enfermedad para dar un tratamiento adecuado a su hijo.

El Jefe del Servicio de Endorinología de Hospital Nacional Rosales, Dr. Roberto Cerritos, explica que existen casos en los que un niño puede nacer diabético pero le puede desaparecer en unos meses.

Sin embargo, aclara que “hay algunos niños que se quedan con la diabetes para toda la vida, es difícil deducir a qué edad aparece porque puede ser en cualquier momento”.

Ante esto, el médico enfatiza sobre la importancia de que los médicos conozcan sobre la enfermedad para dar un diagnóstico más exacto, un tratamiento adecuado, y un pronóstico para que el paciente sea consciente de lo que sucederá en su vida.

La diabetes es una enfermedad silenciosa, y en pacientes jóvenes no es la excepción, sin embargo, el Dr. Cerritos explica que algunos síntomas que podrían ayudar a detectarla en un niño son vómitos, irritabilidad, inconsciencia y mareos. En algunos casos las emociones fuertes pueden desencadenar la diabetes.

Asimismo, el médico internista del hospital Rosales, Dr. Manuel Zometa, detalla que existen tres factores evidentes que inciden en el aparecimiento de cualquier tipo de diabetes: el sedentarismo, la obesidad y los antecedentes familiares.

De acuerdo con los especialistas, la genética es “caprichosa” y se presentan casos en los que el hijo puede desarrollar antes que el padre, la diabetes.

Osmín se graduará como técnico en ingeniería automotriz/ Foto cortesía

En el caso de Osmín la experiencia que tuvo en el viaje familiar a tan corta edad pudo haber desencadenado la diabetes.

La noche después de aquel paseo, Osmín presentó una irregularidad, se orinó en la cama varias veces, algo que nunca había pasado, por eso, su mamá decidió consultar pensando que se trataría de algo pasajero. Pero al hacerle un examen de orina, los niveles de azúcar fueron de 700, un resultado inesperado y muy elevado para su edad.

Osmín y su madre comenzaron a asistir a los talleres que se imparten en la Asociación Salvadoreña de Diabetes (Asadi). Eso facilitó al joven aprender a vivir con el diagnóstico desde muy pequeño, el cual no es tratado como una enfermedad sino como “un estilo de vida”, y con el que pudo llevar una infancia con algunas restricciones.

“En Asadi nos enseñan que no es una enfermedad, sino un estilo de vida, porque es algo a lo que uno se adapta y puede vivir el tiempo que uno desee y lo permite (con los cuidados respectivos)”, dice el joven.

Los pacientes menores de 21 años son diabéticos tipo 1, a quienes su páncreas no produce insulina, la hormona que se encarga de ayudar a que la glucosa provea energía al cuerpo, sin insulina hay exceso de azúcar en la sangre y esto puede provocar problemas cardíacos, en la vista, los nervios y los dientes, entre otros.

La insulina que usa Osmín dura alrededor de una semana y el costo es de $20.00. Foto EDH / Marcela Moreno

El médico endocrinólogo explica que hace unos años la diabetes tipo 1 se diagnosticaba en pacientes menores los 15 años y la tipo 2 arriba de esa edad, pero actualmente el tipo de diabetes es indiferente a la edad.

Desde los tres años de edad, Osmín comenzó la travesía de aprender a vivir con la diabetes, el joven recuerda que corría a su cama para ocultar sus manitas y evitar que su mamá le pinchara los deditos para hacer el respectivo chequeo rutinario.

El joven cuenta que su madre llegó a sentirse culpable, al pensar que lastimaba a su hijo, sin embargo, a los cinco años el pequeño tuvo que aprender a hacerlo solo porque su mamá comenzó a tener problemas de artritis en sus manos y cada vez era más difícil hacerle las pruebas de glucosa.

Aunque Osmín refleja actitud y positivismo ante su diagnóstico, cuenta que después de aprender a chequearse, llegó a cuestionar por qué debía hacerlo y sentirse desesperado por tanto chequeo rutinario, y que fue hasta los 15 años que logró asimilar su condición.

Confiesa que una de las partes que sigue siendo difícil para él es aprender a comer adecuadamente (en porciones y cantidades) y a decir “no” a los alimentos altos en azúcar.

En su bolsón nunca falta su glucómetro con todos los implementos, la insulina y sus refrigerios. Foto EDH / Marcela Moreno

“Mi vida ha sido fácil, el problema es cuando toca elegir los alimentos y bebidas en salidas con amigos, pero se puede vivir con diabetes tomando en cuenta cuatro cosas: la educación, medicamento, alimentación y el ejercicio”, dice el joven.

Osmín debe chequearse tres veces y se inyecta insulina cinco veces al día. En su bolsón nunca falta su glucómetro con todos los implementos, la insulina y sus refrigerios para mantener su glucosa en niveles normales.

El Dr. Cerritos explica que sin necesidad de tener un diagnóstico, los hábitos ideales que debe llevar una persona son justamente los que se le indican a un paciente cuando ya se le ha detectado la diabetes.

Osmín sueña con graduarse en este 2020 como técnico en ingeniería automotriz y ayudar a su madre, ya que está consciente de que su enfermedad, la diabetes, es de alto costo económico. Pese a las dificultades, Osmín mantiene el optimismo y la sonrisa que lo caracterizan.