Tiene 17 años y ya intentó migrar dos veces a Estados Unidos sin documentos. Las dos veces, Andrea, su madre y su hermana fueron capturadas por las autoridades de migración y retornadas a El Salvador. En el segundo viaje, el coyote intentó abusar sexualmente de ella. Paradójicamente, un intento de abuso sexual la motivó a migrar junto a su familia.
Ella tenía 15 años cuando empezó a ser acosada por las pandillas. El desinterés que mostró en esa propuesta hizo que su familia fuera blanco de amenazas, extorsión y otras formas de intimidación. La única solución que su familia encontró fue huir a Estados Unidos.
“Cada vez que iba a estudiar caminaba mucho y me iba sola. Entonces, varias veces, me empezaron a salir chicos así y el acoso que sentía no lo soporté. No sabía qué otro medio usar para librarme de eso y decidimos viajar”, cuenta Andrea.
Ella no fue un caso aislado, en 2015 un total de 4,942 menores de edad migraron y fueron retornados al país. De ellos, 1,696 dijeron que migraron por ser víctimas de extorsión, amenazas y acoso de grupos criminales; un 34 %.
El Gobierno de El Salvador pide a EE. UU. que desista de esta medida. Diputados salvadoreños instan a la embajadora estadounidense a mediar en este caso.
Además, al igual que Andrea, 536 volvieron a intentar recorrer la peligrosa ruta del migrante incluso después de ser deportados. De ellos, 244 explicaron que huían del acoso de delincuentes.
Estos números han quedado archivados en las estadísticas del módulo de Registro de Información de niñez y adolescencia migrante del Sistema de Información de la Niñez y de la Adolescencia (SINAES) del Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia (CONNA).
En el momento de la crisis, Andrea, su madre y hermana solo pensaron en salvar la vida, librarse de las amenazas, sin tener en cuenta los peligros que podrían encontrar en la ruta migratoria. Así fue como en agosto de 2015 decidieron emprender el viaje por tierra para llegar a California.
Ruta migratoria
Entre el 1 de enero de 2012 y el 30 de abril de 2018 han sido retornados 25,516 menores de edad; suficientes como para llenar 850 aulas escolares o formar 2,319 equipos de fútbol.
Su historia es una entre los 2,300 casos de niños separados de sus padres como parte del intento del gobierno de Donald Trump de detener la inmigración ilegal. La medida ha causado indignación
Los niños no solo migran, también lo hacen tantas veces como sea necesario. En estos seis años, la reincidencia que se ha podido registrar ha alcanzado un 4 %, según datos proporcionados por la Unidad de Acceso a la Información Pública de la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME) del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública.
Andrea estuvo entre los 1,424 menores de edad que volvieron a intentar llegar a Estados Unidos después de haber sido detenidos y retornados.
“La reincidencia infantil es un fenómeno que no depende de los niños, niñas y adolescentes, sino de sus padres y familiares, ya que son ellos quienes deciden cuántas veces realizarán el viaje por la ruta migratoria; esto a pesar de los peligros que representa o dificultades que los menores de edad pueden enfrentar en el camino”, explica Ana Solórzano, directora de la Dirección de Atención al Migrante (Dami) de la Dirección General de Migración y Extranjería.
Desde 2012 hasta abril de este año, 13 niños, niñas y adolescentes intentaron hasta cuatro veces cruzar de manera irregular las fronteras del Norte.
Karen Coto señala que durante el viaje los menores de edad pueden sufrir deshidratación, cuadros nerviosos, enfermedades respiratorias o gastrointestinales.
Coto es coordinadora de la unidad de niñez y adolescencia de la Procuraduría General de la República (PGR) y desde ahí advierte: “Las adolescentes pueden ser violadas o asesinadas; los menores de edad se exponen a ser secuestrados por cárteles de narcotráfico, a ser utilizados como rehenes, en este camino”. No duda que lo menos grave que podría pasarle a un migrante es ser asaltado por grupos criminales: “Y a pesar de todo esto, los números de menores reincidentes son altos”.
Reincidencia infantil
“Cada vez que iba a estudiar caminaba mucho y me iba sola. Entonces, varias veces, me empezaron a salir chicos así y el acoso que sentía no lo soporté. No sabía qué otro medio usar para librarme de eso y decidimos viajar”.
Andrea, niña retornada
Andrea recorrió la ruta migratoria hacia Estados Unidos dos veces, al igual que otros 1,308 menores de edad. El primer viaje duró 15 días: ella, su mamá y su hermana llegaron a Tuxtla Gutiérrez, en Chiapas, México; al séptimo día, fueron capturadas y retornadas al país. Sabían que sus vidas seguían corriendo peligro, por ello, dos semanas después de haber sido repatriadas, iniciaron el segundo viaje. Emprendieron camino un 15 de septiembre, día de la independencia en El Salvador.
Una noche, en ese segundo viaje, el coyote la separó de su mamá y de su hermana. Él tenía habilitadas dos casas para el grupo de migrantes que guiaba, la excusa que les dio fue que las casas eran muy pequeñas y no podían dormir juntas. A ella le asignó un cuarto solo para ella.
“Ya estaba acostada y sentí que alguien me estaba viendo, abrí los ojos y vi que era él quien estaba ahí. Me agarró las dos manos, intentó besarme a la fuerza y, no sé cómo, pero grité y me zafé de él. En el mismo momento me volvió a agarrar y me empezó a tocar por todos lados”, cuenta Andrea.
Cuando los menores de edad son separados de sus padres en la frontera de EE.UU., estos son entregados al Departamento de Salud y Servicios Humanos, que tiene contrato con 100 albergues en 17 estados
Una de las personas que también viajaba con ella la defendió e impidió que fuera abusada. Andrea no tuvo el valor para contarle a su madre lo que había pasado, se lo confesó a los cuatro meses de haber regresado al país después de ser retornada por segunda vez. Tras este hecho violento, el viaje siguió y, en esta ocasión, alcanzaron a llegar a San Luis Potosí. Ahí, fueron capturados y retornados. La diferencia fue que, esta vez, el proceso para regresar a El Salvador duró tres meses, porque tuvieron que estar en varias oficinas de migración.
Reincidencia Infantil
“Es del conocimiento público que los traficantes de personas dan tres garantías para que las personas puedan llegar a Estados Unidos por un mismo precio. Respecto a la niñez y adolescencia depende del padre si deciden tomar las garantías o no”
Ana Solórzano, directora de la DAMI
Para Andrea, ambos viajes fueron un calvario y casi todo el trayecto sufrió desmayos, náuseas, resfriados, esto producto de la mala alimentación y los cambios de clima.
“Yo sí tuve problemas porque en algunas partes hace mucho frío entonces a mí me afectaba eso, me desesperaba y, al final, como que se vuelve un frío nervioso. Entonces me molestaba aún más porque me desmayaba y hasta vómito me daba”, recuerda.
La mayoría de los menores de edad que reinciden son aquellos que van acompañados de un familiar, señala Mirla Carbajal, jefa del departamento de protección de derechos de niñez y adolescencia del Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia (CONNA). A pesar de que es un fenómeno que no va en incremento, es una situación que no se puede ignorar porque es una vulneración de derechos hacia los menores de edad.
Asegura que la mayoría de menores de edad cuando son entrevistados después del primer viaje y retornar al país, dicen que no desean volver a la ruta del migrante; sobre todo si han sido expuestos a algún tipo de abuso, violencia o han caminado demasiado.
Las niñas aseguran que los guardias las obligan a desnudarse frente a ellos, les gritan y dicen que serán adoptadas por otras personas y que no volverán a ver a sus padres.
Respecto a este último punto algunos corren con un poco más de suerte porque la mayor parte del recorrido lo hacen en bus o vehículo, pero esto depende del trato inicial que se haya hecho con el coyote.
Garantías de viaje
Ricardo es coyote, lleva años dedicándose a llevar personas a los Estados Unidos. Su método, explica, es ofrecer garantía para dos intentos. Ricardo tiene dos opciones de ruta para las personas que lo buscan. La primera cuesta de 8,500 dólares y garantiza transporte en vehículo hasta la frontera de México; después, se caminan de tres a cuatro días para llegar a Estados Unidos. “Si no hay atrasos, estamos llegando allá en ocho o diez días”, asegura.