“Ser sobrina de dos beatos es una bendición, es algo enorme”

Ana Dolores Grande es una de las tantas sobrinas del beato Rutilio Grande, y al mismo tiempo, es también sobrina del joven y también beato Nelson Lemus, quien fue asesinado junto al sacerdote en 1977.

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Ana Dolores Grande, sobrina de los beatos Rutilio Grande y Nelson Lemus, afirma que con la beatificación, algo que antes les causó dolor, ahora se convierte en alegría. Foto: EDH / Juan Carlos Mejía

Por Juan Carlos Mejía

2022-01-23 4:42:23

La historia de Ana Dolores Grande es muy particular dentro de la fe católica en el país, sobre todo, porque es sobrina de dos de los nuevos beatos que fueron incluidos en los cánones del catolicismo el pasado sábado 22 de enero, es decir, del padre Rutilio Grande y del joven Nelson Lemus, quienes murieron el 12 de marzo de 1977, cuando fueron asesinados por odio a la fe.

Luego de que terminara una de las misas dominicales en la Parroquia San José de El Paisnal, municipio al norte de San Salvador dónde nació y creció el padre Rutilio, Ana Dolores recita algunos de los recuerdos de quién fuera el hermano menor de su padre, Luis Grande, y de quién fuera primo hermano de su mamá, María Antonia.

Para Ana Dolores, “ser sobrina de dos beatos es una bendición, es algo enorme”, debido a la importancia que tiene para su familia el legado dejado por el sacerdote, quién desde niño mostró vocación por la Iglesia Católica.

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De acuerdo con la sobrina de los ahora beatos, algo que siempre tendrá presente sobre el padre Rutilio es la humildad con la que se comportaba, mientras que en el caso del joven Nelson, lo recuerda como alguien inocente, sin ningún tipo de malicia, alguien que llegaba a comer a la misma casa donde nació Ana Dolores y en la que varios años antes también nació el padre Rutilio.

Frente a esa misma casa vive doña Gladys Tejada, una mujer de la tercera edad que tiene casi ochenta años de vivir ahí, y quién recuerda cómo el padre Rutilio tenía la vocación de servir en la Iglesia Católica desde muy joven, pues afirma que jugaba a impartir la misa y a dar catequesis a otros niños.

“Desde muy joven se le vio la vocación, y por esos juegos que él hacía a mi también me nació la necesidad por servir en la iglesia, por eso desde los 12 años comencé a dar catequesis en la misma parroquia donde el padre Rutilio fue sacerdote”, afirma Gladys.

Ana Dolores Grande, sobrina de los beatos Rutilio Grande y de Nelson Lemus, junto a María Antonia, cuñada del padre Grande y prima hermana de beato Lemus. . Foto EDH / Juan Carlos Mejía

“Una gran satisfacción”

Mientras se celebraba la misa, otras sobrinas del beato también se hicieron presente, ellas viajaron desde Los Ángeles, Estados Unidos, para poder presenciar la ceremonia de beatificación celebrada en honor a su tío Rutilio.

Según Yaneth Grande, “es una satisfacción muy grande que mi tío sea nombrado Beato, es un orgullo para la familia”, a la vez que añade que ella tuvo la oportunidad de conocer al padre Rutilio debido a que iban a sus misas todos los domingos.

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Por su parte, Delia Grande, otra de las sobrinas, agrega que algo que recuerda con mucha alegría es la humildad y disciplina que tenía el padre Rutilio, alguien a quien describen como estricto en sus labores con la iglesia, pero también sencillo y devoto por ayudar a los pobres.

Aunque no tuvo la oportunidad de conocerlo en persona, Ana Grande, su otra sobrina, asegura que “el padre Rutilio siempre ha sido mi ángel, pues demostró con hechos lo que debe ser el evangelio”, por lo que añade que “es una gran responsabilidad poner en práctica lo que él predicaba”.