Alfredo Cristiani: ???Después de la ofensiva, el tema más difícil fue reformar la Constitución???

El exmandatario hace un repaso de cómo se logró la paz hace 25 años y los desafíos y obstáculos que ese proceso tuvo antes de rubricar el pacto en México. 

descripción de la imagen

Según el expresidente Alfredo Cristiani, la paz no se firmó para resolver todos los problemas del país, sino para parar la matanza y destrucción.

/ Foto Por Priscila Cader

Por José Zometa

2017-01-15 9:43:00

Desde que asumió la presidencia en junio de 1989, Alfredo Cristiani se metió entre ceja y ceja sentar a la guerrilla del FMLN a negociar la paz. Y así lo planteó en su discurso de toma de posesión. Tres meses después logró un primer acercamiento con la guerrilla, pero esta lanzó poco después su ofensiva “Hasta el Tope”.

Aun así, Cristiani y su gobierno no perdieron los ánimos, pues según dice, la misma ofensiva sirvió para que la guerrilla reflexionara de que no tenía posibilidades de tomar el poder por la vía de las armas, lo que avivó su esperanza y la de los salvadoreños de lograr el fin del conflicto armado. Efectivamente, este se logró tras 28 meses de negociaciones y un estira y encoge entre el gobierno y la guerrilla del FMLN.

  


Lee también: Una llamada de medianoche que marcó la historia del país


Estas son las impresiones que Cristiani compartió del proceso de paz con El Diario de Hoy:

¿Cómo era el ambiente previo a las negociaciones de paz?

El proceso fue una oferta que hicimos el primero de junio en el mensaje de toma de posesión. Ahí se ofrecía buscar una solución del conflicto por la vía política. En la población quizá el mayor anhelo era que se terminara el conflicto armado pues había cobrado una enorme cantidad de vidas, la  destrucción de buena parte de la infraestructura nacional, estaba generando rompimientos familiares, mucha gente yéndose a los Estados Unidos, gente del campo emigrando hacia las ciudades; en fin, había una serie de problemas que hicieron necesario, a nuestro criterio, buscarle una solución al conflicto armado.

¿Terminar con la guerra fue una de sus propuestas de campaña como candidato presidencial?

Es decir, se hizo oferta de campaña. Nosotros siempre dijimos en todos lados que una de las cosas que íbamos a hacer era buscar que el FMLN se incorporara al proceso democrático del país, que no buscara el poder político por la vía armada, sino que por la vía democrática electoral.

¿Hubo sectores que mostraron alguna resistencia cuando usted planteó esa iniciativa de diálogo?

Yo no sentí resistencia realmente. Obviamente sí había sectores que, yo creo más por la desconfianza de lo que podía negociarse, no confiaban en el proceso en sí, pero así como una oposición que imposibilitara desarrollar el proceso, no. Muchas veces me preguntan si el fundador del partido estaba en contra del proceso y la verdad es que no, siempre estuvo a favor. Hay que recordar que él muchos años antes había presentado una propuesta de amnistía para que el FMLN se incorporara a la vida democrática, ya de manera desarmada; pero sí, cualquier negociación iba a generar una cierta desconfianza sobre lo que se iba a negociar, qué es lo que tenemos que ceder, porque es natural que se tiene que ceder. 


Te puede interesar: El recorrido clandestino de Carlos Henríquez Consalvi para gritar la paz


¿Qué tanto tardó el FMLN en aceptar su propuesta de sentarse a negociar?

La respuesta tardó unas semanas, pero se logró pactar la primera reunión ya para septiembre del 89, eso sería tres meses después del ofrecimiento; sin embargo, todo se vio interrumpido por la ofensiva que fue en noviembre, después de dos reuniones: la primera en México, y la otra en octubre en Costa Rica. 
¿ Y cómo cayó esa acción del FMLN en medio del diálogo?

Pues no cayó muy bien… De alguna manera se estaba esperando algo. Yo recuerdo que previo a la toma de posesión tuvimos una reunión con el padre (Ignacio) Ellacuría (rector de la UCA en ese entonces), le expresamos lo que teníamos en ese momento, lo que visualizábamos y queríamos hacer y le preguntamos si él podía auscultarlo con la comandancia del FMLN. Fue con ellos, entiendo que en Nicaragua, y al venir me dijo que la palabra que había oído en esa reunión era insurrección popular. Eso causó cierta inquietud de que el FMLN iba a buscar algo similar a lo que había ocurrido en Nicaragua cuando (Daniel) Ortega y el Frente Sandinista sacaron a (Anastasio) Somoza.

Entonces, algo se esperaba. Qué exactamente, no se sabía. Ellos ya tenían en mente eso, después nos dimos cuenta que lo que estaban planeando era la ofensiva.

¿Eso desanimó de alguna manera al gobierno para continuar con el diálogo?

Sí, hubo debates, discusiones; es decir, estos se han sentado, ha habido dos reuniones y pensamos ‘qué tal y nos pagan con una ofensiva de esa naturaleza’, todo eso no cayó muy en gracia. Sin embargo, al analizar bien el resultado de esa ofensiva, generaba una posición más alentadora de que sí se podía llegar a una solución política, porque por la vía armada, a pesar que habían utilizado toda su fuerzas concentradas en un solo lugar no habían tenido éxito. Desde entonces, creemos, eso los hizo reflexionar. Aquí para eso de lograr el poder por la vía armada no hubo respuesta de la población como la hubo en Nicaragua, aquí la población no les aportó nada en esa ofensiva, entonces sí se generaron como ciertas cosas positivas a raíz del desenlace de la ofensiva. Adicionalmente a esto lo que estaba ocurriendo internacionalmente también abonaba a pensar que sí se podía  encontrar una salida política al conflicto. Me refiero a la caída del muro de Berlín y a toda la distensión de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética.


Además: ¿Sabes cuál el significado del Monumento a la Reconciliación?


Y aparte de esa ofensiva, ¿cuál fue el momento más difícil de la negociación?

La reforma a la Constitución. Es decir, la ofensiva sí fue el momento más difícil del periodo en que duró el proceso, pero ya dentro del proceso el tema más difícil fue la Reforma a la Constitución. Me imagino, para la Fuerza Armada lo más difícil era su propio tema. El tema de la Fuerza Armada tuvo puntos muy difíciles, sin embargo, creo que el comportamiento, durante y especialmente después, de la Fuerza Armada, fue muy loable porque si alguna institución hizo los cambios y a la que más se le exigió fue a la Fuerza Armada.

¿Quiénes eran los que realmente estaban abiertos en la mesa de negociación para plantear ese tipo de cosas? Primero tiene que haber liderazgo dentro de la mesa y la capacidad de entender muchas cosas que eran novedosas…

Yo creo que el liderazgo de entonces de la Fuerza Armada que era todo el Estado Mayor Conjunto. Creo que el que participó mucho y fue representante de la Fuerza Armada en la comisión de  negociación fue el general (Ernesto) Vargas, y sin lugar a dudas él ejerció un liderazgo importante dentro de la institución. Creo que también ayudó un poco la forma en que se permitió la participación en la discusión de sus propios temas que eran como 8 o 9 aspectos que estaban relacionados con la Fuerza Armada. Se hizo una mesa con oficiales de todos los rangos y veían cada uno de los temas y a partir de eso se alimentaba y se recibía retroalimentación del general Vargas, y esto lógicamente pasaba por toda la comisión negociadora del gobierno. Lo otro es que después de cada reunión con el General Vargas reuníamos a todos los comandantes de la Fuerza Armada y se les hacía una explicación, se escuchaban sus inquietudes para darle continuidad. Entonces, el permitirles participar a través de una persona y estar siempre al tanto de sus temas creo que ayudó, pero sí hubo un liderazgo obviamente en el Ministerio de Defensa.

¿Y en el FMLN?

Uno escucha diferentes temas de quién era el que se oponía; siempre oíamos nosotros que (Joaquín) Villalobos se oponía a todo. Creo que el que ejerció un liderazgo fue Schafik Handal, que era el jefe de la comisión negociadora de ellos; Salvador Samayoa también, sin duda… Debe haber habido liderazgo porque se oía que no se podía llegar a acuerdos porque algún sector se oponía. Ellos eran cinco sectores, entonces era un poco más difícil.

¿Qué otros aspectos en el proceso pusieron en riesgo el diálogo?

Había algo que ocurría y que siempre podría traer problemas, y era que el proceso se dio sin detener el conflicto. Seguía habiendo actividades bélicas, destrucción de infraestructura de parte de ellos, en fin, el conflicto seguía; entonces, muchas veces se hacían cosas que uno decía ‘vale la pena’ o ‘no vale la pena’ y también generaba que algún sector dijera cosas en contra o se opusiera, pero realmente uno tenía que entender que mientras no se llegara a una solución final el conflicto iba a seguir. Pensar que se podía negociar sin el conflicto andando no era razonable. Además creo que ambos lados lo ocupaban como mecanismo de presión ante cualquier discusión que se tuviera; o sea, si ellos querían presionar por algo hacían un evento así y viceversa.

Y así como hubo momentos de tensión, me imagino que también hubo momentos divertidos, anécdotas en reuniones…

Realmente uno puede recordar momentos que generaban alivio de nuestra parte, y era cada vez que se concluía un tema. Como decía Álvaro de Soto, este tema va a la congeladora, hoy sigamos con el otro para ir evacuando los temas.

¿Y el 31 de diciembre en Nueva York?

Yo le llamo cómico porque uno lo ve retrospectivamente, pero en aquel momento era más tenso. El secretario general de la ONU (Javier Pérez de Cuéllar) de repente en la tarde anunció que ya se iba para su casa porque era el último día en Naciones Unidas y se iba de vacaciones; ahí como que se cortaba la posibilidad de concluir y realmente faltaba ya poco por discutir; entonces comenzó como una marcha forzada entre las dos comisiones para ver si resolvían los últimos detalles, pero también empezó la presión hacia el secretario general, que no se podía ir. Iban los embajadores de los países amigos a hablar con él; el embajador Pickering de Estados Unidos creo que fue hasta a la casa de él a decirle que no se podía ir, que se esperara por lo menos hasta las 12 (de la noche). Yo no sé si le ofrecieron hasta transporte para llevarlo, pero bueno, asintió y se quedó… de repente dieron las 12 de la noche y faltaban unos temas pequeños; ahí decidimos que como éramos salvadoreños, íbamos a utilizar hora salvadoreña para concluir el proceso, entonces sí logramos terminar antes de la 1 de la madrugada hora de Nueva York, que eran las 12 hora de aquí.

¿Y hubo alguien que quisiera obligarle a estar presente en la mesa de negociación?

Yo creo que de alguna manera el FMLN siempre quiso que yo estuviera ahí, pero desde un inicio creímos que no era conveniente de que yo estuviera presente, inclusive las dos veces que fui a Nueva York: uno por el tema de la PNC y el otro ya para concluir la negociación, me asignaron un corredor con una oficina donde tenían prohibido miembros del FMLN entrar; así es que nunca los vi, aunque ellos estaban de un lado del corredor y yo estaba en el otro, entonces no hubo ningún contacto.

Hasta la firma de la Paz…

Hasta Chapultepec.

¿Y dudó usted en algún momento de la voluntad real del FMLN?

Ah sí, sin duda siempre existían esas dudas, pero al final de cuentas y quizá el más optimista, el que generaba más optimismo fue siempre David Escobar Galindo. Decía. ‘No, si esto se va a solucionar, vamos a llegar a un acuerdo’, decía; siempre lo veía de una manera bien positiva.

¿Realmente afectó a la negociación los llamados Escuadrones de la Muerte? 

No. Lo que generaba la existencia de organizaciones como los Escuadrones era la idea de que no era una posición institucional de la Fuerza Armada, sino que era gente (de la institución), me imagino que gente civil también, que por su cuenta creía que era la manera de resolver el pleito, pero nunca supe de uno, no conocí a alguno ni durante ni después (del conflicto).

¿Nunca le quitaron el sueño? 

No.         

¿Su valoración del momento actual en el marco de los 25 años de la firma?

Mucha gente pregunta y mucha gente también expresa de que los Acuerdos de Paz no solucionaron los problemas de hoy. Lógicamente los Acuerdos de Paz fueron exclusivamente para solucionar un problema que era un conflicto armado que se estaba dando a finales de los años 80 y principios de los 90, y en ese sentido es que tuvieron mucho éxito los Acuerdos de Paz. Hasta las Naciones Unidas pone a El Salvador como ejemplo de un proceso de paz.

Creo yo que el país ahora está con una serie de problemas, en un real estancamiento y por estancamiento voy a decir que cualquier sociedad se estanca cuando deja de haber una movilidad ascendente de sus miembros. 

Yo en lo personal creo que una de las cosas que necesita una sociedad para tener esa movilidad es ir mejorando cada vez más el sistema educativo; entre mejor la educación, más herramientas tienen las personas para defenderse. Entonces una reforma educativa, qué hacer con el sistema educativo, como lograr que haya universalidad en la educación y compromisos con esos temas, como que debía de haber algunos acuerdos. Yo he oído algunos nombres: acuerdos de segunda generación, plan de país o plan de nación, pero debe haber algo que vea los problemas que tiene actualmente El Salvador y tratar de resolverlos por la misma vía que se resolvió aquel grave problema de hace 25 años.