Las personas que visitan las tumbas de sus seres queridos en el cementerio del cantón Las Chinamas, en Ahuachapán, deben de caminar sobre los nichos, tumbas o en pequeñas veredas que no sobrepasan los cincuenta centímetros de ancho, debido a la saturación de enterramientos que ha tenido el terreno.
El problema radica, de acuerdo a habitantes, en que la vida útil del terreno ya terminó pues mide 1 ¼ de manzana de extensión y comenzó a utilizarse hace aproximadamente cien años.
La otra situación es que el camposanto no lo administra la comunidad o la alcaldía, lo que ha generado que los ahuachapanecos entierren a sus difuntos, de una forma desordenada y sin cancelar impuestos.
Las personas sólo buscan un lugar disponible para sepultar a sus muertos; pero estos son escasos desde hace una década, cuando los lugareños ya exponían la falta de espacio en el camposanto, ubicado sobre la carretera que de Ahuachapán conduce hacia la frontera Las Chinamas.
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Otros usuarios para garantizar el espacio han colocado cercos metálicos. En estas pequeñas parcelas no sólo han construido nichos abajo del nivel del suelo; sino que también han dejado áreas adicionales para que se les facilite la sepultura, al no tener tumbas juntas.
Augusto Arriaza, de 69 años, relató que hace 26 años delimitó el espacio donde ha construido tres gavetas para sepultura. De no haberlo hecho en ese entonces, consideró que se hubiera quedado sin un lugar en el cementerio.
“Aquí no se paga ningún impuesto; por eso (está) este desorden porque no había quién dijera ‘dejemos esta calle aquí y enterremos aquí’. Hicimos un solo desorden; pero bueno ¿qué podemos hacer ahora? nada más ver si se consigue otro predio; pero lo difícil es que ya nos vendieron (los terrenos aledaños). Los dos lados están vendidos; quizás para otro predio sería en otro lugar porque ya pegado ya no hay nada”, expresó Arriaza.
El sitio no recibe mantenimiento y sólo cuando se acerca el Día de los Difuntos, las personas realizan campañas de limpieza. Este año fueron apoyados por la alcaldía, que también fumigó el terreno.
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El alcalde, Abilio Flores, reconoció el problema que enfrenta el camposanto y por eso ha ofrecido a la comunidad un terreno que está sobre la calle que conduce hacia la comunidad El Junquillo; pero no ha habido algún acuerdo con la comunidad principalmente por factores culturales.
“Es un tema difícil donde es complicado porque muchas personas ya tienen sus espacios reservados, nichos hechos, y obviamente el querer quedar con su resto de familia. El ordenamiento del cementerio de Las Chinamas no le compete a la municipalidad, es un espacio comunal que así se ha heredado, no sé de qué tiempo viene. Está saturado, está desordenado por falta de una administración que se encargue de aplicar las normas. Ese es el resultado que tenemos a raíz de no estar bien organizados”, explicó el munícipe.
Los usuarios no saben con exactitud a nombre de quién está el terreno; sólo comentan que hace varias décadas, un grupo de personas se unieron para adquirirlo. También desconocen si hay escrituras.
Alvaro Santillana, otro residente, consideró que el camposanto aún no está lleno; pero sí que hay desorden, por lo que propuso una modernización para que existieran calles por donde las personas pudieran transitar.
Con ello, apuntó, “no se llenara ni la mitad”; pero al ser de la comunidad “nadie puede poner ley”.
“El ser humano está sujeto a la ley, cuando no hay ley hace lo que él quiere. Y eso es lo que está pasando aquí, todo esto desorganizado es por culpa que no hay una ley (para su administración). Si el cementerio fuera municipal no estuviera así, habría espacio. Que ya colapsó, sí; ¿qué vamos a hacer?, no se sabe”, manifestó el residente de 68 años.