Francisca salió a escondidas de su casa para ir al cementerio a limpiar la tumba de su familia

El ingreso de personas de la tercera edad a los camposantos está prohibido debido al riesgo de contagio de COVID-19

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Foto EDH/ Cristian Díaz

Por Cristian Díaz

2020-10-28 7:00:06

AHUACHAPÁN. A sus 90 años y con corvo en mano, Francisca Ramírez Chachagua llegó antes de las 8:00 de la mañana del martes al cementerio de Ahuachapán para eliminar la hierba que cubría parte del nicho de su padre, Rumaldo Ramírez, quien fue sepultado en el lugar cuando ella apenas tenía cuarenta días de nacida.

La nonagenaria no le hace mala cara al trabajo e incluso en su hogar, en la colonia Santa Teresa, suele levantarse muy temprano para realizar los quehaceres.

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Cada Día de los Difuntos llega al camposanto para asear el lugar donde descansan los restos de su padre y de otros familiares pero, este año, debido a las restricciones impuestas a causa de la pandemia, doña Francisca decidió llegar días antes.

Una de las restricciones impuestas por las autoridades es que las personas mayores de edad no podrán llegar a enflorar el 2 de noviembre.

Foto EDH/ Cristian Díaz

Bajo el intenso sol de la mañana, doña Francisca se aseguraba de quitar la hierba. Alguna la desprendía con el corvo; mientras que otra, la jalaba con las fuerzas que pese a su edad, aún conserva. Una pañoleta alrededor de su cabeza era la única protección que tenía contra el intenso sol y calor.

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“Todos los años veníamos a pintarlo, bien chulo quedaba; pero entre más años ya esto más pobre. Con esta enfermedad que hubo, uno se ha empobrecido. Solamente Dios puede desaparecer estas enfermedades”, reflexionó la ahuachapaneca, quien cumplió los 90 años de edad, el 9 de octubre.

Por su situación económica no estaba segura de pintar el nicho; pero se mostró satisfecha con dejarlo limpio de hierba.

El nicho es uno de los más antiguos del camposanto. Fue el padre de doña Francisca quien lo mandó a construir hace aproximadamente cien años.

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Ahí, también, descansan los restos de la abuela, la madre, una tía, una hermana y una nieta de doña Francisca.
La destreza de la señora para eliminar la hierba con el corvo la desarrolló desde joven, ya que trabajó en fincas, acarreando café, tierra y pulpa.

“Me da no sé qué, ver todo ‘encharralado’”, explicó ella, quien incluso llegó al camposanto a escondidas de su familia para realizar los trabajos de limpieza.

Foto EDH/ Cristian Díaz