Adiós al último guardián de la Conquistadora

El padre Roberto Van den Hende, un religioso de Bélgica, murió en los primeros días de agosto según el Arzobispado, fue párroco de la ciudad de Quezaltepeque.

descripción de la imagen
Padre Roberto Van den Hende junto a la imagen de la Conquistadora. El padre murió los primeros días de agosto según informó el Arzobispado, fue por muchos años párroco en la ciudad de Quezaltepeque y en otras parroquias. Foto EDH / Arquidiócesis de San Salvador

Por Carlos Francisco Imendia Guzmán -Colaborador

2021-08-14 8:48:39

El padre Roberto Van den Hende fue el guardián de la Conquistadora por casi 40 años, hace unos días murió.
Su vocación misionera lo trajo a estas tierras salvadoreñas desde Bélgica, oriundo de la ciudad de Brujas, llega a nuestro país en 1977, en los albores del conflicto armado y la represión, su misión pastoral la llevó a cabo en Quezaltepeque, la Libertad.

En el año de 1988 tomó posesión de la parroquia la Presentación en el norponiente de San Salvador, donde se ubicaba la imagen más antigua de nuestra nación, que ha visto cinco siglos de historia en el valle (Quetzal) Coatl-titán: La Conquistadora. Es la réplica de la virgen de los Remedios que acompañaba a Hernán Cortes en Cozumel y la que empotró en el templo de Ixchel.

Puede interesarle: En tierra ajena: La comunidad Soriano vive entre las promesas y la pobreza

Bernal Díaz en su crónica exalta a Cortes como un conquistador mariano, que difundió su fe a la Virgen en sus capitanes antes de la Conquista, preámbulo de la incursión a Tenochtitlan, por esa razón viene con los hermanos Alvarado a tierras más al sur, donde hay gente bravía y resistente, con una réplica de la virgen de Cortés, madre fundacional de San Salvador en 1524, la Conquistadora, (Cito a Carlos Cañas Dinarte: Una tradición muy española de piropear a la Virgen), además de proveer victorias y extender el cristianismo en el Nuevo Mundo, la Conquistadora fue la protectora de la población de San Salvador por muchos siglos ante inundaciones, invasiones, erupciones volcánicas y espantosos macrosismos; pestes y emancipaciones.

La fe de los Conquistadores en la Virgen desde sus campañas en el territorio (Acaxual, Tacuzcalco, Balsamo, Zinacatan y las serranías) hasta los embates naturales de poderosos sismos y erupciones volcánicas, Caldera de Ilopango y el Volcán de San Salvador se consolidó en el pueblo ya entrada la colonia. La Conquistadora pasó itinerante con la capital San Salvador, desde la cuesta del palo verde, la Bermuda, la iglesia del antiguo barrio San José, Candelaria, la custodia de los jesuitas y finalmente a una nueva ermita en el norponiente de San Salvador, fue el padre Roberto el último custodio finalizado el siglo XX e iniciando las primeras dos décadas del siglo XXI.

En compañía de la Conquistadora, el padre Roberto desarrolló su vida sacerdotal alfabetizando a comunidades marginales, y casi rurales cercanas a la iglesia, fortaleció la evangelización con grupos parroquiales como SINE, el camino Neocatecumenal y el ministerio carismático; su compromiso social fue grande, ayudando equitativamente, dando de comer al hambriento y apoyando a quien lo necesitara.

Lea también: La fiesta en honor al Divino Salvador estuvo cargada de fervor y plegarias

Su evangelización se basaba en obediencia a lo que la Iglesia mandaba, su modo practico de vida parte de su cultura, su sinceridad y justicia. Sus homilías eran una enseñanza práctica y sencilla, resultado de su estudio y el dominio de la información. Construyó en la comunidad sólidas familias cristianas.

La Conquistadora o Nuestra Señora de la Presentación fue sometida a varias restauraciones debido a su antigüedad, siempre estuvo protegida por una especie de burbuja plástica que la ha conservado, hace algunos años el mismo padre Roberto denunció que los ladrones habían violentado el templo, habían robado algunos equipos de sonido y una diadema de plata de la Virgen, al cabo de unos días el benefactor don Teófilo Simán había donado a la parroquia lo que los ladrones habían robado incluso la diadema. Enorme vació deja el padre Roberto, como pastor de la comunidad y como guardián de la Conquistadora, la tradición más antigua en casi 500 años, depositar la fe en la madre de Dios con suma humildad.