La berenjena, hortaliza que ayudó a los agricultores de Morazán a combatir la pobreza

Rosa eligió berenjena, una hortaliza que ella no conocía pero junto a su esposo, Óscar Argueta, se arriesgaron a sembrarla en su terreno para luego consumirla en su hogar, aprender a prepararla y además venderla.

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Foto EDH/Josúe Parada

Por Violeta Rivas

2019-04-23 6:06:33

Rosa Delmi Arévalo y Óscar Argueta son agricultores que residen en el caserío El Chacalín, del cantón El Norte, en San Francisco Gotera, Morazán, quienes desde noviembre del año pasado tienen cultivos de hortalizas en un pequeño espacio de su hogar.

“Primero nos capacitaron para aprender a hacer acequias, barreras vivas (plantas que se colocan entre los cultivos), barreras muertas (cercos de piedra), y ya después nos dijeron que podían hacer el macro túnel en el terreno que tenemos en la casa”, cuenta Rosa.

La agricultora comenta que mientras construían el macro túnel (un invernadero con techo) también estaban preparando las semillas que iban a cultivar, las cuales se colocan en bandejas para que crezcan hasta poder trasplantarlas.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) les da a elegir una paleta de semillas para que decidan qué sería bueno cultivar, tanto para consumo como para vender en las comunidades o mercados locales.

“Primero hicimos el almácigo y a los 25 días lo transplantamos. En ese tiempo estábamos picando la tierra, echándole bokashi (abono orgánico fermentado), y ya cuando la planta estaba en el momento de trasplantarla lo colocamos en el surco y le pusimos abono y el sistema de riego”, dice Rosa.

El proyecto del macro túnel inició en noviembre, y ahora Rosa y Óscar ya están cosechando las berenjenas y los chiles que sembraron en la parcela.

Rafael Guillén, coordinador de proyectos del PMA, explica que en el macro túnel, que tiene una medida de 496 metros cuadrados, sembraron 1,440 plantas, 720 de chile y 720 de berenjena.

La construcción de la estructura tardó 22 días. A inicios de noviembre iniciaron con el proyecto y en enero comenzaron a transplantar las plantas.

Foto EDH/Josué Parada

Durante los días de la construcción, los agricultores estuvieron trabajando la tierra y esperando que crecieran las plantas en el semillero para luego poder trasplantarlas.

“Yo me siento alegre de ver que ya tenemos chiles y berenjenas, que yo no sabía qué eran hasta que la sembré en mi casa. Vamos a tener más comida, estamos aprendiendo a preparar la berenjena y también vamos a vender. Ya vamos a ver dónde. Aquí en el cantón, agarramos una pailita y las vamos a proponer con los vecinos, y a ver si los podemos colocar en el mercado también”, dice Rosa.

Guillén expone que el cultivar en macro túnel tiene la ventaja de que protege a la planta de la gota fuerte de la lluvia, la cual daña la hortaliza y la contamina con tierra y plagas.

El plástico ultravioleta, que recubre el macro túnel, ayuda a que la luz no entre directamente a la planta y evita que los rayos la quemen.

“Como es abierto de los costados (el macro túnel), hay que tener cuidado con la incidencia de plagas y enfermedades, pero el vigor de la planta es mucho mejor que si fuera a cielo abierto, está más sana”, opina Guillén.

Impacto del cambio climático
Guillén asegura que El Salvador no es un país emisor de gases de efecto invernadero, ya que las emisiones que hace son mínimas en comparación con México, Chile, China, Estados Unidos o India que son los mayores emisores de gases de efecto invernadero.

“No somos los causantes del efecto del cambio climático pero sí sufrimos por el impacto de la variabilidad del clima, cambios que son cada vez mayores y más frecuentes, por ejemplo las sequías. Entre el 2010 y 2018 hubo cinco eventos de sequías. En 2013 y 2014 fueron de las más severas. En el 2017 hubo un período y este año están previendo otra sequía”, comenta el coordinador de proyectos del PMA.

Foto EDH/Josué Parada

Agrega que quien sufre los mayores efectos de los cambios en el clima es la población más vulnerable en la zona rural, los pequeños agricultores que no tienen ni los conocimientos, ni los medios, ni la economía para poder resistir varios años de sequías y pérdidas.

El PMA ha realizado encuestas, junto con instituciones de gobierno, en la que los agricultores hacen ver que, ante la pérdida de las cosechas debido a las sequías, se enfrentan ante la necesidad de sustento para sus familias y se ven obligados a vender sus pertenencias para poder comprar alimentos.

“O venden la carreta, los azadones, el machete, la piocha, la pala o si tiene ganado lo vende, porque tienen que darles de comer a sus familias. Por otro lado, aquellos que sacan créditos en los bancos para cultivar maíz y lo pierden, tienen que pagar el crédito y tienen que echar mano de los activos productivos que tienen. Al final las familias se van descapitalizando y eso decanta en que sacan a los niños de la escuela, hay una mala alimentación o comen comida que no es apetecible, y se van dando otros problemas como migrar a otro municipio, departamento o país”, explica Guillén.

Andrew Stanhope, representante de País del PMA, comenta que han visto la necesidad de ayudar a las comunidades más vulnerables, principalmente de la zona del corredor seco del país, para que puedan construir y fortalecer su resiliencia frente al cambio climático, que sepan afrontar los cambios para que esta situación no aumente su inseguridad alimentaria. “La intervención realizada mediante una estrecha coordinación entre PMA con el MAG y KOICA nos ha permitido aliviar las necesidades urgentes de personas afectadas por la sequía cuya seguridad alimentaria estaba en riesgo y que ahora cuentan con conocimientos y activos para hacerle frente a las variaciones climáticas”, comentó Stanhope.

La finalidad del trabajo del PMA es responder a las raíces estructurales de la pobreza y romper el círculo vicioso de que las poblaciones vulnerables sean afectadas por la sequía cada año y necesiten ayuda alimentaria.

“Es mejor prevenir y preparar a las personas para que ellas puedan hacerle frente al cambio climático”, enfatizó.