En Potonico, “cuando se quiso formar una pandilla, se unió la comunidad”

Desde hace varios años, no hay homicidios en ese municipio de Chalatenango. Trabajo coordinado entre la autoridades y habitantes ha frenado las acciones delictivas.

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Potonico, contiguo al embalse del Cerrón Grande, tiene unos 2,200 habitantes. La mayoría vive de la agricultura y la ganadería. El municipio lleva varios años incluido en la lista de los menos violentos. Foto EDH / Óscar Portillo

Por Diana Escalante

2019-03-31 9:40:06

Unas “manchitas” alusivas a una pandilla alertaron, hace 20 años aproximadamente, a los vecinos y a las autoridades de Potonico de que debían actuar rápido para evitar que estos grupos delictivos se afincaran en el lugar.

“Cuando aquí se quiso formar una pandilla, se unió toda la comunidad: la iglesia, la alcaldía, un comisionado policial… Se les cerraron filas hasta que se les puso un paro, reuniendo a los papá de los cipotes”, recuerda Mauricio Vidal, de 50 años.

El señor, quien es uno de los líderes del municipio, explica que les hicieron ver a las familias de los muchachos que empezaban a delinquir que ellos representaban una amenaza para el pueblo y les advirtieron que los corrigieran o que se marcharan.

Hasta la fecha, en el municipio no hay pandillas. Tampoco hay registro de otros delitos como extorsiones, robos o violaciones.

El poblador recuerda que el último problema que les causó alarma fue hace más de 15 años, cuando un delincuente irrumpía de noche en la localidad para saquear la escuela, la unidad de salud y hasta la alcaldía. Tras varios robos, las autoridades detuvieron a un hombre en flagrancia y descubrieron que llegaba desde San Salvador, dormía en Potonico y al amanecer escapaba en autobús con el botín.

“De ahí para acá nunca hemos tenido problemas. Lo que a veces se da son pleitos de bolos; pandillas aquí no hay, se pueden dejar las puertas de las casas abiertas y no pasa nada”, relata Vidal.

Para los lugareños, tener bajos índices delincuenciales en esa localidad está relacionado con tener como vecinos a municipios en los que tampoco hay problemas de pandillas e inseguridad. También influye el que haya pocos habitantes en esos sitios, ya que todos se conocen y la mayoría se involucra en las actividades comunitarias.

“Quizá si en los municipios vecinos (San José) Cancasque, (San Miguel de) Mercedes o (San Antonio) Los Ranchos hubieran pandilleros yo creo que aquí también habría, porque vinieran a hostigar y a organizarse, es así como empiezan las rencillas entre un lugar y otro”, opina el líder comunal.

Para dejar claro que en el municipio tienen la fortuna de vivir en paz, Vidal, secundado por una pariente, relata que hay comerciantes ambulantes que llegan de otros lugares y al anochecer duermen en la plaza central, porque saben que no se exponen a ningún peligro, y se marchan al amanecer.