Ciudadanos y la Policía frenan homicidios en 17 municipios de Chalatenango

La Policía no registró ningún homicidio en esas localidades en 2018 y situó a Chalatenango entre los menos violentos. Alcaldías e instituciones le apuestan a prevención entre jóvenes

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La Policía no registró ningún homicidio en esas localidades en 2018 y situó a Chalatenango entre los menos violentos. Alcaldías e instituciones le apuestan a prevención entre jóvenes. Foto EDH/ Óscar Portillo

Por Diana Escalante

2019-03-31 9:40:55

Quien habita en un ambiente pacífico, seguro y libre de homicidios en El Salvador —uno de los países que varias veces ha estado entre los más violentos del mundo— debe considerarse privilegiado. Esa fortuna, en 2018, la tuvieron los residentes de 46 municipios de Santa Ana, Sonsonate, La Paz, San Vicente, Cabañas, Cuscatlán, San Miguel, Usulután, Morazán, La Unión y Chalatenango.

El año pasado, en 17 jurisdicciones de este último departamento no hubo ningún hecho de sangre. Eso hizo que se posicionara en la cima de los municipios no violentos, según los registros de la Policía Nacional Civil (PNC).

 

En 2018 El Salvador cerró con más de 3,000 homicidios en 217 municipios. pero los otros 45 restantes no registraron muertes violentas. Algunos de ellos desde hace 10 años.

Estas localidades, situadas en la zona norte y occidental de Chalatenango, son: Ojos de Agua, San Luis del Carmen, San Fernando, Potonico, San Antonio de la Cruz, Comalapa, El Carrizal, San Antonio Los Ranchos, San Francisco Lempa, Arcatao, San Isidro Labrador, San José Las Flores, San Miguel de Mercedes, Las Vueltas, Nombre de Jesús, San José Cancasque y Nueva Trinidad.

Potonico, contiguo al embalse del Cerrón Grande, tiene unos 2,200 habitantes. La mayoría vive de la agricultura y la ganadería. El municipio lleva varios años incluido en la lista de los menos violentos. Foto EDH / Óscar Portillo

Esta no fue la primera vez que algunos de estos lugares terminaron sin homicidios; pues se han mantenido a cero desde hace varios años. En unos, incluso, nunca ha habido un puesto policial (como el caso de San José Cancasque y Ojos de Agua) y cuando es necesario los agentes deben llegar de municipios cercanos.

Potonico, donde viven unas 2,200 personas aproximadamente, es un ejemplo. Su alcalde, Jacinto Tobar, asegura que desde hace más de una década en ese sitio no hay asesinatos. Tampoco deben lidiar con las pandillas ni con los delitos que las autoridades suelen atribuirles a estos grupos, principalmente la extorsión.

Los beneficiados no dudan de que este resultado es producto del trabajo coordinado entre la comunidad y las instituciones que trabajaban ahí: Policía, Juzgado de Paz, Ministerio de Educación, de Salud, las iglesias y las organizaciones de cooperación.

En Potonico todos se conocen. Por eso cuando detectan que empiezan a llegar personas extrañas, una comitiva encabezada por policías y el alcalde los visita para averiguar por qué están ahí y para saber si su presencia en la zona será permanente o transitoria.

Las autoridades, según José Adán Núñez, el sargento a cargo del puesto policial, también crean un perfil de los foráneos e indagan si tienen antecedentes delincuenciales, a través de la base de datos de la Corporación.

“Les comunicamos a estas personas que estamos tratando de que el municipio se mantenga en paz y que no vamos a permitir que personas ajenas vengan a causar problemas. El que llega huyendo por alguna situación, pero viene a hacer el bien es bienvenido”, apunta Tobar.

Prevención es la prioridad

Las autoridades locales saben que los proyectos de prevención de la violencia son clave para evitar que sus habitantes más jóvenes se involucren en hechos delictivos. Por eso, aunque la municipalidad tiene poco presupuesto, “sacrifica” la ejecución de algunas obras de infraestructura o busca ayuda de organismos no gubernamentales para darle prioridad a las acciones que contribuirán a que los indicadores de violencia se mantengan a la baja.

En Potonico funciona una escuela de música y otra de deporte. También tiene un Centro de Atención a la primera Infancia, el cual es coordinado por Plan Internacional, donde se reciben a menores de edad de entre 1 y 7 años.

Esta semana, está previsto que las autoridades instalen un sistema de cámaras de vigilancia porque el municipio conecta con otros, como Ilobasco, del departamento de Cabañas, en los que sí hay problemas de inseguridad y de pandillas. Lo que se pretende, señala el alcalde, es detectar qué personas utilizan Potonico como puente y con qué finalidad.

“La videovigilancia es fundamental para prevenir otros delitos que se puedan dar, como el hurto de ganado o el tráfico de droga que tanto daño le está haciendo a nuestra sociedad. El 6 de abril se podrán cámaras en puntos estratégicos para poder garantizarle la seguridad a nuestro municipio”, explica Tobar.

El siguiente proyecto a realizar será la construcción de un gimnasio municipal, una obra que ha sido solicitada por un grupo de jóvenes.

Cada mes, hay una reunión del Comité Intersectorial (integrado por las distintas instituciones que trabajan en el lugar) donde se abordan los temas que están afectando a la localidad y se conocen las inquietudes o peticiones de la población.

El problema que trataron en los encuentros recientes fue el de un caso de distribución de drogas entre adolescentes de la escuela. Con una rápida intervención de las autoridades, el alcalde asegura que ya detectaron quién es la persona que estaba llegando a la institución educativa para inducir al alumnado a que compre y consuma estas sustancias prohibidas.

Aunque aparenta ser un caso aislado, el Comité ya está buscando estrategias para contener la situación porque quienes lo integran consideran que el consumo de drogas es la base para que la juventud empiece a realizar otras actividades que luego pueden ser perjudiciales para la localidad.