Erlinda, la “sor abuelita” que no se separó de los niños de la guardería incendiada hasta que estuvieron a salvo

En medio de la tragedia, ella no perdió la serenidad. A sus 80 años, caminó a paso lento, pero seguro, junto a los niños hasta que quedaron en resguardo.

A pesar de su edad, Sor Erlinda ayudó a la evacuación de los niños en la guardería incendidada en San Salvador

Por Óscar Tenorio

2019-03-21 8:01:44

En medio de la desgracia, del fuego que destruía láminas talladas y maderas de antaño, y de la inmensa columna de humo negro que atemorizaba a propios y extraños, sor Erlinda acompañó a los niños de la guardería hasta las últimas consecuencias, a pesar de su edad.

Tiene unos 80 años y la naturaleza y la vida le han cobrado su paso. Con su espalda encorvada, problemas en la cadera izquierda, pero con unas manos tersas, Erlinda – que bien podría llamarse una “sor abuelita” – caminó a paso lento, pero seguro, junto a los niños hasta que quedaron en resguardo, en la entrada principal de la alcaldía de San Salvador (primero) y en el colegio Eucarístico y en la sede de Comandos de Salvamento (después).

Sor Erlinda pertenece a la congregación religiosa de San Vicente de Paul, que administra la guardería que está junto a la alcaldía de San Salvador, y que se incendió el martes 19 de marzo en la mañana.

La caridad es el principal apostolado que cultivan y promueven estas hijas de la misericordia, por lo que dedican su tiempo a los más desvalidos, especialmente niños y ancianos. En El Salvador atienden, además de la sala cuna incendiada, el Hogar del Niño San Vicente de Paúl, en San Jacinto, que también tiene tragedias en su historia. El terremoto de 1986 dañó severamente sus instalaciones.

Sor Erlinda recuerda que llegó a la guardería hace ocho años para acompañar y cuidar – junto a tres religiosas más – a unos 125 niños, hijos de empleados y obreros de las periferias.

Con una mano en su cadera izquierda y caminar cansino, la madre Erlinda regresó a las instalaciones de la guardería para ver cómo había quedado la casa de los niños, mientras los bomberos terminaban de sofocar las llamas.

No logró ingresar, por su seguridad, pero expresó su gratitud por el buen estado de los niños y el fin del siniestro, mientras salían a su encuentro religiosas de otra congregación que llegaron a acompañarla y solidarizarse. El barullo seguía, mientras Erlinda se mantenía serena y en paz.

Las maestras de la Sala Cuna incendiada evacuaron en 80 segundos a los niños. Una heroica labor. Foto EDH/ Manolo Rivera