Un incidente laboral hizo que Edgardo se convirtiera en artesano de la madera en Ahuachapán
Dejó el empleo que tenía y se animó a hacer lo que siempre le ha apasionado: esculpir. Edgardo Guerrero es el tallador del municipio de Turín. El artista no ve leña en la madera, sino que materia prima que la transforma en una pieza artística.
Cortarse la piel de dos dedos de su mano derecha con una máquina textil hizo que el ahuachapaneco Edgardo Atilio Guerrero Aguirre reflexionara sobre dejar su trabajo en la empresa familiar, para dedicarse a lo que realmente era su pasión desde joven; pero que por diferentes circunstancias no había desempeñado. Edgardo quería tallar esculturas en madera.
Edgardo usa cincel, hacha o corvo para cortar la silueta en el trozo. La actividad le toma horas, las cuales pasa en su taller, en la colonia El Paraíso, del municipio de Turín, en Ahuachapán.
El trabajo de escultor lo hace de forma permanente desde hace 5 años, desde el accidente laboral con la máquina.
Sin embargo, su inicio en la escultura se remontan a hace más de 2 décadas, cuando en 1993 estudiaba la carrera de psicología en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente (FMO) de la Universidad de El Salvador, en Santa Ana.
Ahí le comentaron sobre un curso de dibujo y pintura, donde el instructor percibió el talento que el ahuachapaneco tenía para las artes, por lo que le recomendó que asistiera a la escuela de dicha rama de la misma universidad, pero en San Salvador.
Al descubrir su pasión y talento para las artes, Edgardo dejó de estudiar sicología y un año después se inscribió en la carrera de licenciatura de artes plásticas, en la capital.
En la materia de escultura 4, el docente le dijo que era un escultor nato, con habilidad para tallar la madera, por lo que le presagió que haría buenos trabajos.
El docente no se equivocó en ese entonces, aunque Edgardo reconoció que su primer trabajo fue un busto que no terminó porque pensaba que no lo iba a lograr, ya que como todo estudiante, no valoraba el trabajo. La escultura quedó en el taller de la escuela de arte.
Dos materias le faltaron para concluir la carrera. Compromisos familiares lo obligaron a abandonar sus estudios superiores para comenzar a trabajar.
Lo hizo como ordenanza, luego en una empresa que se caracteriza por la elaboración de trofeos, y finalmente en una micro-empresa familiar dedicada al rubro textil, donde laboró por 11 años. Durante todo ese periodo, él dejó de tallar.