José Roberto, de 17 años: “Los autistas somos inteligentes, no somos estereotipos”
El padre de este joven salvadoreño lanzó una campaña para reunir $20,000 y poder llevarlo a Panamá para recibir un tratamiento que podría mejorar su calidad de vida.
José Roberto es amante de los videojuegos, le encanta la pizza y dibujar; quiere ser ingeniero, arquitecto o diseñador; también sueña con estar ante muchas personas leyendo y predicando sobre el amor de Dios; pero su camino es cuesta arriba a causa del autismo.
Ahora José Roberto cursa séptimo grado y en estos días se prepara para sus primeros exámenes. Dice que le cuesta un poco la matemática, pero espera que después de las evaluaciones las lecciones se le hagan un poco más fácil.
José Roberto es pausado para hablar, parece que escoge sus palabras con pinzas, como si leyera un discurso o informe técnico. Sus dificultades para hablar son mínimas y solo se notan cuando está a punto de concluir la idea y repite dos o tres veces una palabra; eso es característico de las personas con autismo.
Cuando tenía tres años y tuvo su primera presentación en el kinder, el resultado no fue el esperado; no siguió ningún tipo instrucciones, corrió de un lado a otro en el escenario. Días después de ese suceso, la profesora citó a su padre, José Roberto Ugarte, para decirle que sospechaba que el niño era autista. A pesar que era prematuro dar un diagnóstico, José Roberto tenía características propias del Trastorno del Espectro Autista (TEA). Ese cuadro médico fue confirmado tres años después.
“Las personas autistas somos inteligentes, no vamos con los estereotipos que aparecen en esas series estadounidenses, no se deben dejar llevar por esas imágenes”, advierte José Roberto, ahora de 17 años.
Cuando tenía 6 años de edad, un neurólogo le diagnosticó “trastorno generalizado del desarrollo y síndrome de Asperg”.
José Roberto está en el nivel funcional del TEA, esto significa que puede llegar a ser independiente y llevar una vida normal, pero su aprendizaje es lento.
“Este muchacho tiene sueños y me preocupa el retraso emocional que tiene, me preocupa qué va a ser de él cuando ya no esté a su lado. Él no tiene problemas físicos, sus problemas son emocionales, no sabe identificar la maldad”, explica el padre.
El autismo se caracteriza por afectar la comunicación verbal y no verbal, el área social y de interacción; además la presencia de conductas repetitivas.
“Las características van a depender del tipo de autismo que la persona tenga. Dentro del espectro se identifican tres niveles: el funcional o de alto rendimiento, autismo moderado y el profundo. Cada caso será diferente”, explica Patricia Marticorena, psicóloga del Centro de Rehabilitación Integral para la Niñez y Adolescencia (Crina).
La experta explicó que en el nivel funcional o de alto rendimiento se encuentran las personas como José Roberto con pocas dificultades en el lenguaje verbal pero sí con problemas para socializar, además de las conductas repetitivas.
“Yo tenía una manía o ansiedad, era una locura porque repetía la misma acción. No lo podía evitar”, dice José Roberto al recordar que hace algunos años acostumbraba a mover la cabeza o las manos cuando se sentía incómodo.
Tratamiento El autismo es un síndrome que acompaña a la persona durante su vida, y con terapias puede superar o controlar ciertas características del propias del trastorno.
Ugarte sueña con ver a su hijo preparando su propia comida, estudiando en la universidad y graduarse de alguna ingeniería, sin embargo está consciente que a José Roberto podría llevarle más tiempo lograr esas metas. Pero el padre tiene sus esperanzas puestas en el tratamiento de Estimulación Magnética Transcraneal (MeRT), practicado en el Brain Treatment Center (BTC), Panamá.
El tratamiento consiste en dar impulsos eléctricos para estimular las neuronas, lo que ayudaría a la persona autista a regular las ondas cerebrales y mejor el área cognitiva del neurodesarrollo.
“Con la estimulación magnética, algo que le puede llevar a José Roberto aprender en uno o dos años, lo puede aprender en seis meses, ¿se imagina el gran avance que tendría mi hijo?”, dice Ugarte.
Asegura que la mayor dificultad es el dinero porque este tratamiento ronda los 20,000 dólares; por ello hace 15 meses lanzó una campaña en el sitio web de Gofundme para recaudar los fondos, pero hasta la fecha solo ha logrado reunir 6,816 dólares.
“¿Recuerdan a Rico McPato? es un pato millonario que nada en dinero, en las monedas de oro, pues mi familia no tiene dinero para darse ese lujo”, interrumpe José Roberto mientras su padre explica el costo del tratamiento.