“Los adultos han sido los más crueles”, Neima dejó de ir a la escuela tras sufrir bullying

Neima es una niña de 10 años que ha dejado de ir a clases por la discriminación de adultos y niños. La pequeña tiene paladar hendido y labio leporino, y junto a su familia lucha por mejorar su calidad de vida.

Por Violeta Rivas

2019-03-15 11:22:18

Sin ir a la escuela por los problemas de conducta y a causa de las burlas tanto de niños como de adultos por tener labio y paladar hendido, Neima García, de 10 años, pasa el día en su casa junto a su abuela Marta Hernández, quien además de cuidarla se ha vuelto su compañera de juegos.

La madre de Neima, Sonia Sigarán, cuenta que la pequeña dejó de asistir al centro escolar debido a problemas con una estudiante y la madre de la alumna, ya que ambas niñas discutían por diversas razones.

“Yo creo que esa niña algo le hizo a Neima porque sin más nada ella ya no quiso ir a la escuela. Yo le pregunto a ella, ¿te hizo algo?, ¿te hizo una mala cara?, y ella no me dice nada. Ya no quiere ir y lo que me preocupa es que solo llegó hasta tercer grado”, comenta Sonia.

Explica que algunos compañeros del centro escolar al que asistía Neima también se burlaban de la niña, la molestaban y algunos adultos hacían comentarios sobre su aspecto.

“Yo no quiero ir a la escuela porque tuve problemas con una niña. Y tengo problemas con otros compañeros, porque soy bien fea, eso dicen los adultos”, explica Neima.

Ante esta situación, Neima comenzó a poner pretextos para no asistir a la escuela, y le decía que se sentía enferma, que le dolía el estómago, entre otras excusas.

“A veces los adultos han sido los más crueles con la niña, porque se burlan, se le quedan viendo, murmuran entre ellos cuando la ven, y eso pone mal a Neima”, dice Sonia.

Otras dificultades
A todas las complicaciones de Salud que tiene la menor, se suma que tiene pie plano y no puede usar cualquier tipo de zapato, solo calzado deportivo.

Foto EDH/Jessica Orellana

“Yo hago lo que puedo para cubrirle algunos gastos médicos, pero ya no puedo, se me hace bien difícil porque a Neima debería de estarla viendo un ortopeda, pero los gastos de la niña son bastante altos. Usaba una medicina para los ojos pero ya no se la compré porque era bien cara, yo sé que necesita un buen chequeo, pero ya no puedo con tanto gasto. Soy la que mantengo mi casa, porque el papá de Neima no soportó la situación y se fue cuando la niña tenía 10 meses”, explica Sonia.

Como madre, quisiera ver a su hija ya de adulta siendo una profesional y que pueda valerse por sí misma, pero por el momento lo más urgente es resolver el problema de la falta de conductos lagrimales, y un chequeo general para tratarle otros padecimientos que pueda tener la niña.

Los retos que enfrenta el amor maternal
“En las ultrasonografías que me hice, no aparecía que la bebé venía así. A la hora que nació dijo la doctora que tenía labio y paladar hendido. Para mí fue una sorpresa porque no esperaba que naciera así, más con un caso tan grave”, comenta Sonia.

Luego añade que no remitieron a la niña a un especialista y se preocupó de que pudiera morir debido a la condición con la que nació. Neima es uno de los casos más complicados, según los médicos que la atendieron al nacer.

Con un mes y 28 días de edad, a Neima le realizaron la primera cirugía, en una jornada de operaciones en el Hospital San Juan de Dios, de Santa Ana, patrocinada por una ONG internacional.

“Ellos no eran muy especializados en ese caso, y se le fueron unos puntos a la niña, tuvo que ser ingresada nuevamente para restaurarle el labio. La cirugía fue bastante dolorosa, grande; a ella no se le podía dar de comer, los biberones eran especiales y aún así, era complicado alimentarla”, dice la madre.

La niña fue sometida a dos cirugías más en el mismo hospital y continuó con las consultas en el Hospital Militar, en San Salvador, donde le realizaron una cuarta cirugía cuando tenía 5 años, en esa ocasión le redujeron en gran medida las cicatrices de las operaciones anteriores.

“Los doctores me han dicho ahora que van a esperar que crezca más, que tenga entre 12 o 15 años, debido a que ella no tiene hueso en la parte del frente de la carita, entonces tienen que hacerle un injerto de hueso, y dicen que es bastante dolorosa y difícilmente la soporte ella ahorita”, explica Sonia.

Junto a estas complicaciones, Sonia cuenta que en el Hospital Bloom le realizaron a su hija una tomografía, donde los médicos descubrieron que tiene una lesión en el cráneo, si embargo no le ordenaron tratamiento, ni cita con un especialista.

“En ese hospital hubo una doctora que me la trató mal. Yo creo que ella, que trabaja en un hospital de niños debe entender que hay casos complicados. Me mandaron con un oftalmólogo porque Neima no tiene conductos lagrimales, un otorrinolaringólogo, un maxilofacial; pero la odontóloga es la que me trató mal, entonces ya mejor no la llevé y la tengo en consulta con un médico privado”, manifiesta Sonia.

Foto EDH/Jessica Orellana

Por la lesión en el cráneo, la madre piensa que la niña puede tener retardo mental, ya que no tiene mucha retentiva y en momentos tiene enojos fuertes. “Ella (Neima) puede pasar horas y horas estudiando, al rato le preguntamos y no se recuerda de nada, y si medio la presionamos con algo, se pone mal. En la escuela me dijeron que necesita ayuda psicológica porque mi hija es agresiva, hay momentos que ella tiene crisis ”, dice Sonia.

Abuela amorosa y compañera de juegos
Marta Sigarán es quien cuida a Neima desde que tenía seis años, “Yo ya me acostumbré a cómo es ella, es difícil, pero si la escucho que está molesta, yo dejo que le pase el enojo y ya viene contenta a hablarme. Me pregunta que si ya está la comida, comemos juntas. Se levanta temprano, a las 5:30 de la mañana viene detrás de mí y me pide permiso para ver televisión, me pongo a darle el desayuno y luego se viene a un rincón de la casa que usa como lugar de juegos”, cuenta Marta, la abuela de la niña.

Neima sueña con ser doctora, ya que en su espacio de juegos tiene peluches y muñecas quienes son los pacientes que atiende; la niña se coloca una gabacha y juega a curarlas.

Otro de los pasatiempos de la menor es escuchar música, especialmente de banda, y una de sus canciones favoritas es “A través del vaso”, de la banda Los Sebastianes, la cual canta con mucha emoción.

“Cuando sea grande quiero ser doctora, porque voy a atender a mis pacientes. También me gustan ver televisión, Peppa Pig, porque son caricaturas para niños”, dice Neima.

Marta comenta que siempre trata de levantarle el autoestima a la niña, y que lo hace más cuando salen de la casa.

“Yo le digo que los mismos derechos que tienen los demás niños los tiene ella, le digo: ‘Hija, usted no esconda su cara, levántela, usted es linda. Yo no trato mal a la gente que la ve mal, pero sí les hago ver que su acción lastima ”, explica la abuela.

Marta cuenta entre lágrimas que quiere mucho a su nieta y que a pesar de su condición de salud trata la manera de darle una buena calidad de vida.

“La amamos mucho, ella hace sus berrinches, pero me pregunta que si la quiero, y yo le contesto que la amo, es bien cariñosa, me dice: ‘Dame un beso’, me pide que la abrace”, comenta Marta.

Foto EDH/Jessica Orellana