Docente aplicó a 27 plazas, sin obtener ninguna

Un docente de vocación, especialista en Educación Física pero sin empleo, narra algunos de los obstáculos que cada año enfrenta en busca de una plaza en el sistema público.

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Por Susana Joma

2019-03-09 9:00:29

Con sus títulos bajo el brazo y sus bolsillos casi vacíos, un contingente de profesores recorre cada año las escuelas públicas con la esperanza de que esta vez sí lograrán una plaza.

Pedro Rivas (nombre ficticio), quien el 4 de diciembre de 2015 se graduó de la Universidad de El Salvador (UES) como licenciado en Ciencias de la Educación, con la Especialidad de Educación Física, Deporte y Recreación, lleva ya tres años en esa odisea pese a que tuvo un cum honorífico de 8.6.

Su anhelo es encontrar una alternativa laboral diferente a la de alto riesgo que actualmente ejerce, en un municipio de la zona paracentral en donde la violencia es muy marcada. Y es que según afirma más que buscar una mejora económica, lo que quiere es estar en una actividad que a la larga le permita ver crecer a sus tres hijos: un adolescente y dos bebés.

En 2016 y con miras a cumplir su meta, tocó las puertas de 10 centros educativos, un año después buscó en 12, y el año recién pasado, atendiendo una convocatoria de plazas que lanzó en marzo el Ministerio de Educación (Mineducyt), visitó otras 27 instituciones. Nada.

“Me he apoyado de una motocicleta porque la distancia de un centro escolar a otro no ha sido corta. Fui a Chalatenango, Tejutla y también Ilobasco, entre otros muchos sitios retirados, a veces solo llevándome un pan con café de desayuno en el estómago porque las escuelas las abrían a las 7:00 a.m. y las cerraban a las 5:00 p.m.; a veces incluso (me quedaba) sin probar almuerzo, solo agua, con tal de lograr la plaza”, comenta.

Fueron días duros, asegura, porque viajes en motocicleta en largas distancias es un riesgo por los accidentes de tránsito y las condiciones meteorológicas, además de que también pesa el andar doblado bajo la chumpa el título que le costó 7 años de estudio, y el gasto de las copias y otros materiales.

“Cuando yo terminé de entregar todos los papeles me senté en el último centro escolar y dije que sea la misericordia de Dios quedar en uno de estos centros. Me sentí contento porque yo decía que iba a meter mínimo 27 y máximo 30 currículos y lo logré, pero ese día de diciembre que publicaron quienes habían quedado en las plazas comencé a ver (la lista) y de todos los centros que había ido (en) ninguno (aparecí)”, explica.

Pedro le apuesta a una plaza fija en el sistema educativo público porque los interinatos, según sus palabras, “son pan para hoy y hambre para mañana”, y el trabajo en los colegios es mal remunerado. “Me hablaron de un colegio, me daban $225, pero con eso no sobrevivo, porque el mayor ya va a ir a la universidad y los niños están de pacha”.

Y es que según precisa ya ha hecho varios interinatos, uno el 2017 en el Complejo Fe y Alegría de Tonacatepeque, pero a pesar de que la comunidad educativa lo quería porque tuvo un excelente desempeño con los niños, no le dieron la plaza porque la departamental la reasignó. Luego hizo uno como docente en FESA de Guazapa, y otra en un proyecto que la Alcaldía de San Salvador maneja en el complejo que está cerca de la iglesia Don Rúa.

También ha acumulado experiencia como árbitro federado, de ahí que trabajó con la Federación en la tercera división, algo en lo que no pudo continuar porque el horario de su actual empleo no le permite.

En mucho, las ansias de dar a sus hijos una mejor vida provienen de su experiencia, pues según detalla nació en el seno de un hogar donde había un padre alcohólico, varias bocas que alimentar y, dadas las carencias, todos tenían que trabajar para subsistir.

“La mayoría de veces estudié en escuelas públicas y cuando yo tenía la mayoría de edad mi madre, que sigue viva, quedó sin empleo. Nos pagaban tres colones al día por pegar y armar mil bolsas de estrellitas. Aunque la familia era numerosa a veces lo mucho que se hacía en el día eran unas tres mil bolsas, que eran unos nueve colones. Eso servía para el alimento diario de todos. Empezábamos a trabajar a las cinco de la mañana y terminábamos a las diez de la noche”, recuerda.

De sus hermanos varios terminaron el bachillerato, pero fue el único que terminó una carrera universitaria.

La búsqueda, sin éxito, de Pedro contrasta con el hecho de que en los últimos dos años los titulares del Mineducyt han insistido en que no hay suficientes docentes de varias especialidades, entre ellas Educación Física para distribuir en las escuelas.

Sin embargo el educador sostiene que él y otros graduados de esta especialidad se enfrentan con varios obstáculos a la hora de aplicar para una plaza en el sector público, uno de ellos es que se las otorgan a profesores graduados de otra especialidad a los que en algunos casos el Mineducyt, con tal de darles otra opción laboral, les dio solo una capacitación en la materia, algo que según indica también termina por afectar a los niños.

“Yo siempre he dicho que cada rana en su charco, pero en muchos de los centros educativos se ha tenido a bien preparar a un profesor de otra asignatura un par de meses y luego decirle vos vas a dar Educación Física. Y aquellos compañeros míos que han pasado siete, ocho años estudiando y todavía no se han graduado porque están haciendo la tesis, que es algo difícil, cuando salgan les han quitado espacio”, lamenta.

Según explica, ese tipo de situación ocurre porque en este país la gente tiene la idea errónea que Educación Física es solo darle un balón a los niños, ponerlos a jugar, a correr sin ningún objetivo, cuando realmente quien estudia varios años para ello tiene que saber programar, para desarrollar con cada grado actividades en las que participen todos los estudiantes, que permitan que se les desarrollarles determinadas habilidades, capacidades, esto tomando en cuenta su edad, su condición física.

Con todo y que hasta el momento la búsqueda de una plaza vacante en el sistema educativo público no ha sido fructífera, Pedro asegura que seguirá luchando por una, con miras no solo a mejorar su situación laboral, la de su familia, sino también ayudar a que muchos estudiantes se desarrollen en mejores condiciones de salud.

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